Crónicas Urbanas: El Ángel, una oda a la victoria

El Monumento a los Héroes de la Independencia, su nombre completo, es desde hace mucho tiempo el punto neurálgico de la capital mexicana.

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Miles de aficionados a la selección nacional se reúnen en el Ángel cada vez que triunfan. (Notimex)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- Hasta acá, alrededor del pedestal, llega la masa para celebrar triunfos o para protestar. Es la base del Ángel de la Independencia. Lo sostiene un mausoleo con restos de los principales héroes del movimiento insurgente iniciado en 1810, encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón.

Y habrá que subir los 175 escalones de esa escalera de caracol, la mayor parte oscura, y sostenerse con la barra metálica que conduce, finalmente, hasta el angosto mirador que bordea la base del Ángel de la Independencia, construido por el arquitecto Antonio Rivas Mercado entre 1902 y 1910.

Los tumultos se arremolinan en torno a él, sobre todo para festejar triunfos de la selección mexicana de futbol; otras veces es usado para protestar; unas más, como escenario para fotografiarse antes o después de asistir al templo, o para practicar el baile de quinceañeras con chambelanes.

La Victoria alada, vestida de oro, preside el horizonte de la avenida más importante de la Ciudad: Reforma

Lo que muchos ignoran es el significado que guarda ese obelisco, al que muy pocos tienen acceso a la base que sostiene la Victoria alada, como también se le conoce, que mide 6.7 metros de altura y pesa 7 mil kilos.

El subdirector de Patrimonio Cultural de la delegación Cuauhtémoc, Alfonso Hernández Hernández, recuerda que el Monumento a los Héroes de la Independencia se ha convertido en el símbolo más representativo de la capital del país.

La edificación comenzó en 1902 y concluyó en septiembre de 1910. Fue inaugurado por el entonces presidente Porfirio Díaz para conmemorar el centenario de la Independencia de México. 

Cerca del pedestal de la Victoria alada, desde donde es posible mirar Paseo de la Reforma, Hernández describe la obra del arquitecto Antonio Rivas Mercado.  

—En el basamento hay cuatro representaciones estilizadas del calendario azteca, o de la jícara celeste, como le llamaban; está esa túnica, que es griega, que representa la democracia, mientras que el tocado de la Victoria alada es romano. Representa a la República.

—¿Y en sus manos?

—Tiene una corona de laurel, con el que homenajea a los próceres, cuyos restos están depositados en el mausoleo de este monumento; en la otra, una cadena con eslabones, que significan los 300 años que fuimos dominados por España. Toda la columna y los elementos escultóricos tienen una iconografía que explica paso a paso un contraste de esta cantera de Chiluca, con todo el acero, los vidrios y espejos que tienen los edificios circundantes.

—¿Por qué crees que el Ángel de la Independencia sirva para que la gente se concentre a celebrar victorias?

—Yo pienso que los personajes alados siempre inspiran a muchas cosas grandes y esta Victoria alada, pues significa muchas aspiraciones que tenemos; ahorita es el futbol, pero también hay mucha gente que viene de provincia; ayer, por ejemplo, vino gente de Chicago, gente muy modesta que querían justamente tomarse una foto frente a este monumento, porque de repente la gente que está en Estados Unidos, siente añoranza, siente el llamado de nuestro nopal genealógico que nos hace sentir pues que México vibra a partir de este monumento.

Como en casa

Hernández comenta algo que le ha llamado mucho la atención: “De cada 100 visitantes que solicitan autorización para subir al mirador, casi 70 por ciento son venezolanos”.

—¿Por qué crees?

—Dicen que México tiene una oferta turística muy amplia, que es más barato que Estados Unidos, que hay más calidad que en otros países de Centro y Sudamérica, que se sienten como en casa y, además, porque la mayoría están hospedados en hoteles muy cerca de aquí del monumento.

—¿Qué se necesita para subir?

—Asistir a la Subdirección de Patrimonio Cultural de la delegación Cuauhtémoc con una identificación, una solicitud para que les autoricen subir al mirador del Monumento a los Héroes de la Independencia, que es su nombre oficial, y que no sea un grupo mayor de seis personas; que resistan una escalera de caracol de 200 escalones desde el mausoleo; no se permite el acceso a niños menores de 12 años, ni subir con alimentos, con bebidas ni mochilas; después de una entrevista, valoramos qué perfil de gente es la que realmente sabe de la historia y que apreciarán el valor de subir. Y que la gente valore que no nada más el Ángel es el emblema de la ciudad, sino que está coronando y homenajeando a los próceres de nuestra Independencia, cuyos restos están en el mausoleo de este monumento.

Alfonso Hernández recuerda que al Consejo de la Crónica fue incorporado por el historiador Guillermo Tovar de Teresa —hace poco fallecido—, pues le dijo que “Tepito tenía que estar representado”.

Y ahora, como subdirector de Patrimonio Cultural, fue invitado por el jefe de la delegación Cuauhtémoc, Alejandro Fernández, quien le dijo, según sus palabras: “Queremos que esta vocación y coraje por tu barrio se la compartas a los demás barrios y colonias de la delegación para fomentar el sentido de arraigo y pertenencia”.

Y esa es parte de su tarea.   

No se hunde

—Con el sismo de los 50, cayó aquel Ángel.

—Aquél era hueco y éste es sólido; con la reposición de esta Victoria alada —explica Alfonso Hernández— también se le hizo un reforzamiento a la columna con acero y se hace una compensación del hundimiento que sufre la glorieta… Está pilotado tocando a roca firme. Por eso el monumento no se hunde.

Lo primero que se divisa en el vestíbulo del mausoleo, antes de pisar el primer trecho de esa escalera de caracol, es una estatua en honor a Guillén de Lampart —las manos atadas hacia atrás—, un irlandés, según inscripción, “que en el siglo XVII planeó independizar a la Nueva España de la Metrópoli”, pero “esas intenciones fueron frustradas por el tribunal del Santo Oficio, que lo condenó a la hoguera por hereje, después de meterlo en prisión durante 17 años”. Es un personaje olvidado por la historia, que algunas personas, entre ello un diplomático, ya buscan que se honre oficialmente.

Es la entrada para acercarse a un Ángel de bronce de 6.7 metros de altura, con un recubrimiento de oro de 24 kilates.

Es un símbolo que certifica algarabías y silencios desde la cúspide de una columna, de casi 114 años, situado en medio de una legendaria avenida: Paseo de la Reforma.

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