Crónicas Urbanas: El crimen se vuelve conurbado

Resulta común que delincuentes mexiquenses crucen al DF a escapar de la justicia... no siempre con éxito.

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El Paisa pidió que le pagaran... pero nunca lo hicieron. (streetgourmetla.com)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- En Ecatepec, Estado de México, han surgido organizaciones, como Observatorio Ciudadano, cuyo diagnóstico señala que en mayo se registraron 23 ejecuciones en ese municipio, mientras que en enero robaron mil 82 autos. En su vecino Ciudad Nezahualcoyotl, mientras tanto, industriales ya hablan del cierre de 2 mil empresas desde 2011. Sobresale el denominado “cobro de piso”.

Y también homicidios.

Todo va ligado.

En marzo pasado —destaca Observatorio Ciudadano, de incipiente creación—, el Sistema Nacional de Seguridad Pública señaló que seis municipios mexiquenses concentran la mayor cantidad de delitos: Ecatepec, con 73 mil 748; Nezahualcóyotl, casi 45 mil; Toluca, 43 mil 467; Naucalpan, 40 mil 691; Tlalnepantla, más de 32 mil 400, y Chimalhuacán, 12 mil 148.

Es habitual que delincuentes crucen la línea divisoria y se internen en la Ciudad de México, como puente de salvación, pero en ocasiones son atrapados por policías del DF, ya sea porque colegas de la vecina entidad avisaron de sus pasos, o porque cometieron un error. Y un mínimo detalle, una actitud, puede ilustrar la impunidad encarnada.

Eso pasó con El Polín.

Y otros implicados.

Ultraje a la autoridad

El pasado 30 de abril, a las 14:30, policías de Investigación circulaban en una patrulla por la calle R. Anselmo y avenida Texcoco, colonia Ermita Zaragoza, delegación Iztapalapa, cuando observaron a un individuo, quien se puso nervioso, arreció el paso, encogió los dedos de la mano derecha, estiró el brazo y lanzó:

—¡Qué me ven, pu..., huevos!

Caminó rápido y agregó.

—¡Pa’ que chinguen a su mad...!

El Polín —después se sabría el apodo y su edad: 24 años— alargó las zancadas y quiso correr pero los agentes de Investigación, al mismo tiempo que se identificaban, le ordenaron frenar y cuestionaron su actitud “hostil”, a lo que el aludido añadió: “¡Hijos de su pinche mad.., ya sé por qué vienen!”

Los policías le informaron que estaba cometiendo “el delito de ultraje a la autoridad”, y quisieron arrestarlo pero El Polín se oponía, por lo que fue controlado y conducido a la fiscalía de Iztapalapa, donde aceptó estar implicado en el homicidio de un taquero, cometido por El Cueto, ya en prisión.

La víctima, de 51 años, era de Ciudad Nezahualcóyotl; y su cuerpo, según la indagatoria, fue localizado el 4 diciembre de 2012 en la colonia La Habana, delegación Tláhuac.

El Polín recordó que diez años atrás conoció a El Cueto en la colonia La Perla, municipio de Neza, donde aquél era dueño de un microbús de la Ruta 42, que corría de El Salado, sobre la avenida Kennedy, hasta el estadio de Neza. De vez en cuando lo acompañaba para cotorrear en el vehículo.

Hubo un tiempo que ya no pudieron verse, pues El Polín fue recluido a cinco años con seis meses, por el delito de robo a taxi, pero le hicieron una rebaja de 18 meses y salió el 15 de agosto del año pasado.

Días después de haber salido libre, El Cueto fue a buscar a El Polín a un puesto que éste tenía sobre avenida Texcoco, esa cicatriz que divide al DF con Neza. El reencuentro sirvió para programar parrandas. En una de esas reuniones el ex convicto lo invitó a “chambear”. O sea, robar. Despojar a transeúntes de sus pertenencias.

El Polín aceptó. En el escenario aparecerían otros: El Muerto, El Bóster, El Sonrics, un hermano de El Cueto, que se dedicaba a robar carros, y el tío de éstos, El Canguro, que vende mercancía robada, además de El Güicho, un ex policía de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, quien trabajó en Iztapalapa, la delegación vecina.

Todos, excepto El Güicho, vivían en las colonias Benito Juárez y Metropolitana, en Ciudad Neza, y en Chimalhuacán.

La banda estaba completa.

Y la ambición creció.

Por unos tacos

El 30 de noviembre pasado, a las 20:00 horas, El Polín se reunió con El Cueto en la esquina de su casa, colonia Benito Juárez, Ciudad Neza, cerca de una tienda, y bebieron cervezas.

El Cueto marcó los números telefónicos de cada miembro de la banda —El Sonrics, El Bóster, El Muerto…— y poco a poco llegaron. Les dijo que los convocaba para ir a comer tacos con El Paisa, en la colonia Las Águilas, del mismo municipio.

Y hacia allá enfilaron, ebrios, en un vehículo tipo Golf. El Cueto conducía. Llegaron cerca de la medianoche y pidieron tacos. El Paisa preguntó por la persona que iba a pagar. No hubo respuesta.

De pronto, ya avanzados unos minutos, El Paisa pidió que le pagaran, pues sabía frente a quiénes estaba, a lo que El Cueto respondió con improperios. No era la primera vez que se negaba a pagar. Nunca pagaba.

Y se inició la discusión.

En eso estaban cuando llegó El Güicho, hermano de El Cueto, quien, luego de enterarse de la situación, sacó de su auto Jetta unas esposas de las que usa la policía —él lo había sido— y propuso: “Hay que llevarnos a este cabrón, ¿cómo la ves?”

El Cueto prometió dejar libre al taquero. Pero no fue así...

Y esperaron a que El Paisa cerrara su negocio; mientras, regresaron a la tienda para seguir chupando cervezas. A las 01:00 horas, sábado 1 de diciembre, El Güicho se despidió, pero a los cinco minutos le habló por teléfono a El Cueto para decirle que El Paisa ya estaba cerrando el negocio.

El Cueto le dijo a El Bóster que “en chinga” fuera a su casa por el cuete, o sea, una pistola escuadra, calibre .32, y en pocos minutos regresó El Bóster y abordaron el auto Golf, en el que también iban El Muerto, El Sonrics y El Polín.

Los seguía El Güicho.

Llegaron a la taquería, pero El Paisa ya se había subido al triciclo, de modo que El Güicho, con las esposas, y El Cueto, con el arma, lo sometieron. Y con la ayuda de El Bóster y El Sonrics, lo subieron al Jetta, donde estaban El Polín y El Muerto.

Y se lo llevaron a Chalco.

El Cueto ordenó a El Polín que regresara a su casa, acompañado de El Muerto, y durante el viaje cuestionaron el hecho, e intentaron llamar por teléfono para que soltaran al taquero, pero El Muerto —según versión de El Polín— dijo que los demás estaban “bien aferrados” y pensaban pedir rescate.

Por orden de El Cueto, a las 17:00 horas, El Polín viajó en el Golf a Chalco, donde estaba El Paisa secuestrado, y le pidieron que lo vigilara, pero él se negó porque dijo que lo conocía. En ese lugar estaba toda la banda. Era la casa del tío de los cabecillas, apodado El Canguro, un tullido que usaba muletas.

El Bóster y El Sonrics le quitaron las esposas al secuestrado y le colocaron cinta adhesiva transparente y canela. De ahí, a las 21:00, la banda salió en dos autos, a la delegación Tláhuac. El Polín se fue a su casa. Lo último que supo esa noche, según dijo a la policía, es que El Cueto prometió dejar libre al taquero. Pero no fue así.

Al día siguiente, 4 de diciembre, llegó El Güicho al domicilio de El Polín y le dejó 4 mil pesos, producto del robo realizado en la casa del taquero. Le dijo que era lo que le tocaba, de un botín de 35 mil, y que el dinero estaba en un sillón.

El Polín dijo que El Güicho le contó, según el reporte policiaco, “que el sujeto apodado El Muerto había matado al taquero porque lo había reconocido, y que lo habían hecho de la siguiente manera: que El Isidro le puso una bolsa de plástico en la cabeza, mientras que El Muerto le oprimía la garganta (…)”

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