Crónicas urbanas: El fraude como forma de vida

En 2012 la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal recibió 13 mil 280 denuncias contra estafadores.

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Los criminales dijeron a sus víctimas en el IMSS que primero tendrían que ser "aviadores". (SIPSE/Foto de contexto)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- Los hechos delictivos parecían estar relacionados, pero los estafadores solo se identificaban por sus estrategias para cazar incautos, quienes desembolsaban cualquier cantidad de dinero con tal de obtener trabajo. Más tarde advertían que estaban atrapados en manos de mañosos profesionales.

Y hubo un caso de fraude múltiple donde los estafadores ganaron cerca de un millón de pesos, después de realizar una serie de trámites que parecían creíbles frente a los ojos del grupo que pastoreaban, sin pensar que iban directo al matadero, hasta que se vieron en la orilla del precipicio.

Este delito, “de bajo impacto social”, clasificado así por las autoridades, está tipificado como “fraude”, a veces con el agregado de “en pandilla”, según, cuyo número de averiguaciones previas en 2012 fue de 13 mil 280; en este primer mes del año, sin embargo, las estadísticas todavía no salen a la luz, pero es probable que las encabecen dos escándalos.

La casualidad es que en ambos casos los estafadores habían utilizado como gancho al sector salud, pero el andamiaje se les vino abajo y fueron detenidos, como sucedió el pasado 28 de enero, a las 15:00 horas, cuando las 25 víctimas acudieron al Centro de Convenciones del Centro Médico Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde los citaron.

A ese lugar, ubicado en el número 330 de avenida Cuauhtémoc, colonia Doctores, fueron llegando, con la promesa de que les aplicarían exámenes médicos, como les había dicho el farsante profesional, que tenía de comparsa a María del Carmen, Cecilia, Jéssica, Nadia, Rosario y Alejandra.

Todo parecía encajar: en ese edificio les dio la bienvenida un tal Juan Víctor, quien se presentó como delegado de la sección 33 del Sindicato del IMSS y les detalló pormenores sobre la obtención de algunas prestaciones sociales, como vales de despensa y bonos de puntualidad y asistencia.

El problema fue cuando les dijo que “en vía de mientras” serían “aviadores”, hasta que pudieran ocupar las plazas ofrecidas.


Los estafadores hacían su "trabajo" en las instalaciones del IMSS

La propuesta les molestó demasiado y exigieron la devolución del dinero, cantidades que oscilaban entre 8 mil y 40 mil pesos por cabeza, y los ofendidos acordaron salir en busca de algún representante de la ley y lo primero que encontraron fue una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública, cuyos integrantes atraparon a los presuntos culpables.

Los estafadores habían alquilado una instalación oficial, como lo puede hacer cualquier empresa particular, de modo que sirviera de gancho para darle credibilidad al escenario del tinglado; y no solo eso: en diversas ocasiones también los citaron en otros domicilios del IMSS, como la puerta 9, de Villalongín número 117, colonia San Rafael, donde les entregaban supuestos contratos laborales.

El reporte policiaco concluye: “Se calcula que los probables responsables, hasta hoy, han tenido un lucro aproximado de 800 mil pesos”.

Delito: “fraude en pandilla”.

Y más víctimas aparecerían.

Aparte de las 43 denunciantes.

***

El presunto marcó su teléfono celular y habló en voz alta sobre una supuesta entrega de varias plazas de trabajo en el ISSSTE, ya que él, decía en el diálogo que sostenía, era subdirector de la zona norte de la institución.

Estaba frente a una tienda. La dueña del estanquillo paró la oreja. El fanfarrón seguía hablando. Terminó y ofreció su mercancía.

El individuo le dijo a la mujer que podía conseguir plazas en cualquier hospital y que sus ofertas se acomodaban a las necesidades del cliente, a cambio, por supuesto, de ciertas cantidades de dinero, y enseguida barajó precios y puestos, como si se tratara de un agente inmobiliario.

La mujer le dijo que si era posible colocar a sus dos hijos y a su nuera, a lo que José Rafael, quien así se presentó, recitó su detallado catálogo: la hija sería ubicada en un hospital del sur, de archivista; al hijo, de enfermero, en una clínica familiar, con domicilio en calzada de Tlalpan, por el antiguo Registro Federal de Vehículos.

—¿Y la nuera?

—De enfermera en una clínica.

Por cada plaza, precisó el tal José Rafael, 15 mil pesos, más 2 mil 500 por cada uniforme, pues como sabrá, le dijo, los empleados necesitan andar uniformados en las instalaciones.

La mujer entregó el dinero y los documentos de sus hijos y de su nuera. El 2 enero le pagó 10 mil pesos; el día 9, esa misma cantidad; seis días después, 15 mil, y el día 20, 11 mil 500 pesos.

En esa ocasión, el estafador, para hacerles creer que todo era verdad, le mostró documentos con logotipos del ISSSTE. El hijo de la mujer aprovechó para fotocopiar al legajo.

Días más tarde, 29 de enero, el muchacho consultó vía internet el asunto de las plazas, pero no aparecieron sus datos, ni los nombres de sus parientes, mucho menos el número de empleado prometido, ni nada, ni un rastro, por lo que él y su madre llamaron al tal José Rafael para exigirle una explicación, pero no contestó la llamada telefónica.

Los delincuentes hasta cobraban más de 2 mil 500 pesos por uniforme

Pero no se cruzaron de brazos y se impusieron la tarea de buscarlo, y lo hallaron en el lienzo charro de Xochimilco, donde le echaron en cara sus falsas promesas, su falta de palabra, y en eso estaban cuando comenzaron a llegar más personas a las que el sujeto había engañado, y entre ellos acordaron pedir el apoyo de policías preventivos, quienes detuvieron al sospechoso y lo remitieron a la fiscalía de esa delegación.

Y así, poco a poco, aparecieron más víctimas, como el caso de Luis, a quien en noviembre José Rafael conoció como cliente de una boutique donde la víctima laboraba y le preguntó si le interesaba por una plaza en el ISSSTE, pues él había quedado de director en la zona norte, y aquél aceptó y cayó en la trampa. El estafador le impuso la misma: 15 mil, más 2 mil 500.

El joven, que desde hace tiempo quería un trabajo estable y gozar de prestaciones, desembolsó en partes los 17 mil 500 pesos, cuya entrega culminó en noviembre del año pasado, cuando le reclamó “lo de su trabajo”, a lo que el estafador le dijo que faltaba “lo del uniforme” y ahí mismo le dio mil pesos, para solo deberle mil 500.

Y ya no supo de él.

Fue hasta el 29 de enero cuando recibió la llamada telefónica de una mujer para decirle que ya le habían echado el guante al estafador, quien también había defraudado a un albañil que realizó una serie de trabajos en casa del presunto y que en vez de pagarle le ofreció una plaza como intendente en el ISSSTE, donde podía tener prestaciones e incluso jubilarse.

El albañil, urgido de los 5 mil pesos que le había cobrado por una serie de trabajos, le dijo al individuo que mejor le pagara su dinero, pero el otro le recordó que no solo no se los iba a regresar, sino que le debía 10 mil pesos, pues la plaza costaba 15 mil.

Y más incautos, hasta sumar cinco, denunciaron al que también se hacía llamar Mahiry Sebasthian. La Policía de Investigación escarba en sus archivos para ver si el presunto, por su forma de operar, está relacionado con más averiguaciones previas.

***

El pasado 2 de febrero Raúl se presentó en la procuraduría para decir que había visto en las noticias la presentación de seis personas que defraudaban con la promesa de conseguir plazas en el IMSS.

Entre ellas reconoció a María del Carmen, quien en enero de 2012 le ofreció una plaza de ayudante de camillero en el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, a cambio de 20 mil pesos, y que tenía que asistir a dicho nosocomio el 16 de febrero muy temprano.

Y así lo hizo.

Lo atendió un funcionario del que no recuerda su nombre y éste le dijo que lo habían engañado, que no hay plazas disponibles y que no conoce a nadie con el nombre de María del Carmen.

Eran de la misma banda.

La atrapada en Centro Médico.

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