Crónicas urbanas: El negocio de las medicinas caducas

Es normal que en tianguis vendan medicamentos viejos, sobre todo vitaminas y antigripales. La policía descubrió una casa donde reetiquetaban miles de cajas con esos productos.

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La mayoría de los trabajadores se dedicaba a borrar y reetiquetar las cajas. (Alfredo San Juan/Milenio)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- Los agentes de Investigación recibieron una llamada por radio para que se apersonaran en un domicilio. Ese día, 19 de diciembre, les pidieron acudir a la colonia Fuego Nuevo, en la delegación Iztapalapa, pues reportaban un posible secuestro; al llegar, sin embargo, corroboraron que no había ocurrido tal ilícito, sino un saqueo, y allí mismo saltarían otras sorpresas.

Por fin los investigadores localizaron la casa donde momentos antes cuatro individuos entraron de manera violenta. En el domicilio, ubicado en la colonia San Simón Culhuacán, los delincuentes habían amarrado a personas que laboraban en el inmueble, en cuyo patio metieron una camioneta con la intención de introducir los aparatos electrónicos robados.

Los agentes recibieron los pormenores de que policías preventivos habían sometido a los ladrones.

Y es que la denunciante, Evelyn, de 34 años, dueña de la mentada casa, se había encerrado a piedra y lodo en el baño de su recámara y desde ahí pidió auxilio por teléfono, tanto a conocidos y familiares, como a la Secretaría de Seguridad Pública, por lo que varias patrullas rodearon la zona y apresaron a los cuatro presuntos malhechores. Pero las cosas no pararon ahí.

Los sabuesos olisquearon algo raro en la propiedad y pidieron permiso para introducirse hasta la cocina, sin que hubiera ningún obstáculo por parte de la dueña, pero sí algo de nerviosismo en su entorno, y comenzaron a recabar datos, formular preguntas y husmear en cada rincón.

En eso estaban los policías cuando cundió la sospecha y surgieron dudas.

Tenían motivos para la suspicacia, ya que notaron que había muchas cajas con medicamentos de la marca Next Tabs, cotonetes teñidos de color rosa, así como recipientes con acetona y un receptáculo de tinta color negro.

Evelyn aprovechó la curiosidad de los investigadores, ocupados en escudriñar, y agarró un marco de madera, el cual colocó en una bolsa negra y comenzó a deslizarse hacia la calle, pero dos policías fueron tras ella y la interceptaron, al mismo tiempo que le preguntaban las razones de su actitud.

—Es un bastidor… —dijo ella.

—¿Y para qué es? —preguntaron.

Y a la mujer no le quedó más alternativa que decir la verdad sobre lo que intentaba ocultar.

“Para realizar serigrafía —respondió, según el reporte de los agentes de Investigación—, ya que se dedica a comprar medicamento caduco en el tianguis de Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa, y que con dicho accesorio reetiqueta el medicamento”.

La mujer se refería a las tabletas Next Tabs, “auxiliar en molestias de la gripa”.

Con ella laboraban otras 12 personas, entre ellas dos de 16 y una de 12 años, presentes en el lugar.

Los policías revisaron el bastidor y observaron que lo utilizaban para realizar serigrafía y en él se apreciaban “lote”, “fecha de caducidad” y “precio máximo al público”, por lo que entrevistaron a Evelyn, quien detalló su actividad.

Les dijo que compra a cuatro pesos con 50 centavos cada caja de medicamento; que el costo de la reetiquetación es de un peso con 50 centavos, y que la vende a ocho pesos, con una ganancia de dos pesos por pieza.

Después de terminar el trabajo de reetiquetación, explicó Evelyn, ella y Miguel las distribuyen en diferentes tianguis y farmacias. En esta ocasión compró 20 mil cajas.

***

Uno de los empleados, de 19 años, dijo tener diez días con “la señora Evelyn” en la farmacia Dra. (sic) Simi, ubicada en Iztapalapa, con horario de nueve de la mañana a nueve de la noche, y un sueldo de 700 pesos a la semana.

Dijo que “se le hacía raro” ver personas con medicinas en la mesa de la sala, donde le borraban a la caja el número de lote, la caducidad y el precio; después, añadió, remarcaban con “una máquina que sabe que se conoce como de serigrafía, para volver a poner la leyenda (…)

Una muchacha declaró que ella y su marido tienen una semana de trabajar ahí, con un sueldo de 200 pesos diarios y un horario de 11:00 a 21:00 horas. Su labor es la de empacar el medicamento de la marca Next Tabs, a cuya caja borraban con acetona y cotonetes los letreros de lote, caducidad y el precio máximo al público.

La mayoría de los trabajadores se dedicaba a borrar y reetiquetar. Francisco imprimía los nuevos datos en las cajas con “la máquina” de serigrafía.

Uno de los declarantes dijo, según el reporte, que “todos se daban cuenta que las cajas de la medicina contaban con fecha de caducidad pasadas; es decir, ya caducas, sin recordar exactamente la fecha… Y que también el ciudadano Miguel iba por medicina, ya que vende por afuera a otras farmacias y en tianguis del rumbo…”

Los policías detallaron que la dueña del negocio intentó sobornarlos, pues les ofreció 20 mil pesos, para que le permitieran sacar el marco de serigrafía, pero le dijeron que su ofrecimiento era un delito, a lo que ella les repitió, “de manera altanera, que conocía a mucha gente importante en la procuraduría y por lo cual nos íbamos a arrepentir, y que nos acusaría de que le habíamos pedido dinero…”

Y se llevaron a todos.

El delito: contra la salud.

***

En marzo del año pasado, la cadena de farmacias, industrias farmacéuticas, distribuidores y la Comisión Federal para Prevenir Riesgos Sanitarios (Cofepris) de la Secretaría de Salud, firmaron un acuerdo “de buena voluntad” para recolectar y destruir 2 millones 500 mil unidades de fármacos caducos al año, “por constituir un riesgo de severo daño a la salud pública y el medio ambiente”.

Son “Lineamientos para la reducción del riesgo sanitario de medicamentos caducos en el mercado mexicano”, con lo cual se pretendía erradicar el mercado negro, la venta en mercados, tianguis, bodegas, que alcanza alrededor de 500 mil unidades.

“Se estima que del universo de medicamentos que se distribuyen en las farmacias caducan entre 2 y 3 por ciento; estamos hablando de 2 millones 500 mil unidades, más o menos”, dijo en ese entonces el titular de Cofepris, Mikel Arriola.

La página electrónica de la Asociación Nacional de Farmacias de México publica que esta agrupación y la Procuraduría General de Justicia del DF “firmaron un convenio de colaboración para prevenir el delito de robo de medicamentos en farmacias o vehículos que transportan este tipo de mercancía”.

En esa fecha, 15 de noviembre de 2011, las autoridades admitieron que en zonas populares y tianguis, sin ser farmacias, se venden medicinas cuyo origen puede ser la piratería o el hurto, lo que representa también “un robo para la salud”.

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