Crónicas urbanas: Los hermanos que salían a depredar

Uno delinquía a bordo de un taxi con el pretexto de reunir dinero para pagar deudas y los gastos de una esposa embarazada.

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Los hermanos utilizaban un taxi para delinquir. (Agencias)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, DF.- En enero pasado hubo 15 mil 668 averiguaciones previas en el DF —relacionadas con un poco más de 50 tipos de ilícitos—, 191 de las cuales son por delitos sexuales, 53 por robos a bordo de taxis y 48 por privación ilegal de la libertad. Uno de los presuntos culpables de cometer estos tres tipos de delitos, ocurridos el 23 de ese mes, fue Eduardo, de 48 años; su hermano Juan, de 43, declaró que él nada más estuvo implicado en dos.

Uno de ellos comentó que delinquía porque necesitaba reunir dinero para saldar la deuda de una semana con el dueño del taxi; el otro, porque su esposa estaba embarazada y no tenía plata para costear los análisis clínicos, pues había salido de la cárcel y no podía conseguir empleo, de modo que, acordado el plan, se le hizo fácil solucionar el supuesto problema en aquella fecha, cerca de la medianoche, cuando le dijo a su hermano:

—Vamos a chambear.

—Vamos…

Y salieron a cazar.

No era la primera vez.

Treparon en un taxi de la marca Tsuru, Eduardo al volante, y Juan agachado en el asiento del copiloto. Una mujer hizo la señal de que se detuviera en el momento que circulaba por la calle de Coruña.

La pasajera entró en la parte de atrás. Avanzaron un momento y frenó. Juan se hizo cargo del volante y Eduardo se pasó con la mujer y le dijo que se trataba de un robo. Le ordenó cerrar los ojos.

Pasaron por la calle Santa Anita y giraron a la izquierda, después a la derecha, sobre Plutarco Elías Calles, y cruzaron la calzada de Tlalpan.

—Tengo una pistola— le dijo Eduardo.

Y comenzó a esculcar la bolsa de la víctima, a quien le preguntó por la cantidad de dinero que tenía en las tarjetas. Ella le dijo que cinco mil pesos. El delincuente exigió la contraseña y la mujer no tuvo más alternativa que obedecer. Más tarde viraron sobre el Eje Central.

Llegaron a la colonia Gabriel Ramos Millán, en la delegación Iztacalco, y entraron a un garaje, donde estacionaron el vehículo. Eduardo le dijo a su hermano que se lanzara a sacar el dinero y él entró con la víctima en un patio donde había otro taxi estacionado.

El terror siguió a media luz.

***

Subieron una escalera, caminaron por un pasillo y entraron a un cuarto donde había un colchón. Había muy poca luz y era difícil percibir lo que había. Sonó el celular de él y se lo llevó al oído, lo que delineó parte de su rostro moreno, pelo ondulado, complexión delgada y estatura alta.

El delincuente pidió a la mujer que se quitara la ropa, y que lo hiciera rápido, y le dijo que su idea original no era forzarla, pero que en ese momento lo decidió, y durante cinco minutos abusó de ella. Algo, sin embargo, encolerizó al delincuente y le pidió que se vistiera de inmediato.

Él seguía molesto.

Y bajaron al patio.

Poco después llegó el hermano, Juan, quien le dijo que no había podido sacar dinero del cajero, por lo que Eduardo, más molesto, le pidió la tarjeta y salió disparado en el mismo taxi, rumbo a un cajero automático que está en la colonia Granjas México, donde lograría vaciar la tarjeta.

Juan tomó de las manos a la mujer y le pidió que se tranquilizara, le dijo que él no tenía intenciones de dañarla y le contó que había estado en el penal de Santa Martha Acatitla y que al salir libre, después de quince años, nadie le daba trabajo, por lo que se tuvo que dedicar a robar. Le comentó que su novia estaba embarazada.

“Pero tú no te preocupes, no se te va a tocar ni hacer nada”, le volvió a decir, sin saber que su hermano ya la había violado.

Y volvió a intimar.

Esta vez le detalló que no encontraba trabajo porque carecía de credencial de elector, misma que no le podían proporcionar porque no tenía la hoja de libertad.

Después de unos veinte minutos llegó Eduardo, quien comunicó a su hermano que ya había sacado el dinero, al mismo tiempo que sacudía el fajo de billetes, de manera jactanciosa, sonriente, triunfalista.

Juan le dijo:

—Ya vamos a dejarla…

Y acordaron abandonarla en algún lugar. Le pidieron que subiera en el mismo taxi y salieron del domicilio. Juan manejaba. Eduardo subió en la parte de atrás, junto a la víctima. Minutos después le dijeron que bajara. Estaba cerca de la unidad habitacional Iztacalco-Infonavit.

“Camina derecho y no voltees”, le dijeron y ella obedeció, ya de madrugada, y caminó por calles solitarias, hasta que se detuvo un carro, cuyo conductor la ayudó a salir de la zona.

Juan regresó a dormir al inmueble; su hermano, todavía con el festejo, desapareció de la zona. Pero recalaría después.

 

Error de los hermanos

La policía había recabado indicios para localizar la casa donde los hermanos cometían ilícitos; por fortuna, un error de los presuntos culpables, que continuaron asaltando, aceleró su arresto, de modo que los agentes de Investigación solo encajaron piezas y localizaron antecedentes relacionados con los dos pájaros de cuenta.

Los investigadores solicitaron información a la base de datos del área de Inteligencia de la Procuraduría General de Justicia del DF, así como a la Plataforma México, para rastrear posibles averiguaciones previas relacionadas con los “probables responsables”, y encontraron que Juan había tenido ingresos a diferentes reclusorios en los años 2004, 2006, 2011 y 2012, por los delitos de robo simple, robo calificado y violencia familiar.

Su hermano y cómplice, Eduardo, lo rebasaba: había sido huésped de reclusorios en lapsos que abarcaban entre 1999, 2003, 2006, 2011 y 2012 por robo simple, robo calificado y robo a pasajero a bordo de taxi con violencia. Esta última “con tipo de libertad por falta de elementos con las reservas de la ley”.

Y volverían a caer.

Un mes después.

***

El pasado 24 de febrero, describe un reporte de los agentes encargados del caso, “los probables responsables” Eduardo y Juan “son detenidos en las calles Donatello y Augusto Rodin, colonia Insurgentes Mixcoac, perímetro de la delegación Benito Juárez, ya que a bordo de un taxi Tsuru, color vino con dorado, tenían amagada a una persona del sexo femenino para desapoderarla de sus pertenencias”.

De lo anterior se percataron dos policías preventivos que, a bordo de la unidad T-3501, “los detienen y presentan” ante la procuraduría, “por lo que los suscritos procedemos a investigarlos de acuerdo al modus operandi, y al ser entrevistados indicaron que también participaron en los hechos del 23 de enero de 2013 y en donde utilizan el mismo vehículo, donde roban y agreden sexualmente…”

Delitos: “privación de la libertad, en su modalidad de secuestro exprés, entendiéndose por éste el que para ejecutar los delitos de robo, prive de la libertad a otro y que en contra de la víctima se hayan ejecutado actos de violencia sexual”.

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