Desde Gobernación se maneja el país: exSecretario

Manuel Barlett, secretario de Gobernación durante el sexenio de Miguel de la Madrid, reprueba la decisión de Peña Nieto de fusionar Segob y SSP.

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Barlett afirma que México es un país 'desgobernado'. (comunicacion.amc.edu.mx)
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Milenio
MÉXICO, D.F.- Un secretario de Gobernación “no se puede improvisar”, asegura el senador Manuel Bartlett, quien ocupara la titularidad de esa dependencia durante el sexenio de Miguel de la Madrid, y advierte que “no hay una escuela que enseñe todo lo que se requiere” para ocupar ese cargo, el más importante del gabinete y desde donde “se maneja el país”.

Integrante de la bancada del Partido del Trabajo en el Senado, Bartlett es el último secretario de Gobernación que ocupó el puesto durante un periodo sexenal completo. Desde entonces, la falta de continuidad ha marcado el paso de los 14 funcionarios posteriores del emblemático edificio de Bucareli 99.

Bartlett evoca para MILENIO las características de aquella supersecretaría que ocupó, habla de algunos “mitos” que se crearon alrededor de la dependencia y reprueba la decisión del presidente electo, Enrique Peña Nieto, de endosarle tareas policiacas a la oficina de Gobernación para el periodo que se inicia el próximo 1 de diciembre, lo que refleja —dice— “no tener imaginación”.

Con tono académico, explica desde el nombre de la dependencia su importancia: “Es la secretaría de la ´gobernación´ del país y su función esencial básica, obviamente, es la de gobernar”. Resalta que, por ley, entre sus facultades están la relación oficial con los otros dos poderes —el Legislativo y el Judicial— y el vínculo formal con los estados de la Federación”.

Reconoce que todos los secretarios del gabinete tienen el mismo rango; sin embargo, el de Gobernación tiene una preponderancia, porque es la dependencia con mayores atributos políticos del sistema, lo que hace a su titular un primus inter pares. “Tenía autoridad para llamar a su oficina a los otros secretarios, incluso a los de la Defensa Nacional y de Marina”.

¿Se puede hablar de la Segob como una vicepresidencia?

Yo diría que el secretario de Gobernación, en un gobierno que funciona políticamente, es el primer ministro, el que está pendiente de todo el gobierno en su conjunto.

¿Por qué causa entonces tanto revuelo la idea de una supersecretaría con un poder que ya tiene o que ya tuvo?

Lo que irrita o preocupa es que se le está endosando la Secretaría de Seguridad Pública, que es la policía. Si bien tuvo en su momento una especie de policía política, la Dirección Federal de Seguridad, se trataba de un cuerpo de información. De conocimiento de todo lo que ocurre
en el país.

Llega información a la secretaría todos los días, a todas horas; información física, en papeles, información de todo tipo. Para gobernar necesitas información constante. Pero el secretario de Gobernación tiene que conocer el país, para digerir esa información que llega a raudales. Yo decía muchas veces que la Segob es básicamente: el secretario, su antesala, sus teléfonos y su información, porque es el responsable de que funcione el país.

Es el hombre mejor informado o debe serlo.

Debe ser, pues su tarea es atacar los problemas, resolver las crisis. Si el secretario tiene esa función nacional, necesita conocer la nación. Si tú recibes, a las cinco de la mañana, información de que hay un conflicto en la sierra de Zongolica, pero no sabes nada acerca de esa zona, pues alguien más lo va a resolver o no se va a solucionar o se va a profundizar el problema. Entonces es una combinación del rol y de las cualidades individuales.

¿Qué pasó, entonces? Si las funciones son claras, ¿qué falló? No es lo mismo hablar del secretario Bartlett que del secretario Creel, por ejemplo. No causa el mismo impacto.

Siendo un rol muy importante, no siempre el que lo desempeña tiene la capacidad para manejarlo. Puede haber un hombre importante, con capacidad y con talento político en una posición menor; entonces, el personaje es más importante que el rol y al revés, el rol de Gobernación puede estar ocupado por una personalidad que no tiene ese nivel. En esa combinación, hay buenos secretarios de Gobernación y malos secretarios de Gobernación.

¿Fallaron los hombres?

Después de que fui secretario, hubo un cambio radical en la filosofía del gobierno priista que luego se continúa en el panismo: el dominio de la tecnocracia economicista fue deslizando el poder de la Secretaría de Gobernación a la de Hacienda. Empieza a haber una degradación de lo político en la mente de los gobernantes: un político es el que planea las cosas feas; en cambio, los tecnócratas son la pureza.

Luego vienen los secretarios. Por ejemplo (Alejandro) Poiré, que brinca de un lado para otro, a quien vemos todo el tiempo en la televisión hablando de muertos y descabezados. Desde hace ya varios sexenios, su función es correr y ver si pasó algo en algún estado y el descuido total a la “gobernación”. Estos secretarios sin formación nos tienen con una degradación de la “gobernación”.

En términos prácticos ¿cómo impacta al país esta “degradación”?

Pues somos un país desgobernado.

¿Lo cree así?

Claro, absolutamente desgobernado. La Segob pasa a segundo término cuando el personaje que está ahí está más preocupado por mantener la seguridad pública en lugar de gobernar. Tú no gobiernas un país si (solo) estás viendo los indicadores económicos y no ves la pobreza, el hambre, los jóvenes sin empleo, etcétera.

Lo mismo que había con una Segob fuerte ¿no?

No. A ese grado de desgobernar, no.

Había un control…

Pues sí, pero cuál es la idea de control. Gobernación es estar resolviendo problemas. Puedes resolver problemas, mal si tú quieres, pero los problemas no se resuelven con la violencia. El trabajo político es cotidiano, hay que estar viendo este problema, el otro, adelantarte a los problemas.

¿Por qué entonces esta Segob, de la que usted es el último representante, inspiraba terror? ¿Por qué se hablaba de los orejas de Gobernación, una dependencia más identificada con la policía política, que con esta parte de la “gobernación” del país?

Bueno, esa es una visión, pero también se tenía el respeto. No se nos olvide que el secretario de Gobernación también era una figura que tenía peso en la sociedad. Pero ya depende de cada quien infundir terror como titular de la Segob.

¿Qué rasgos de carácter se necesitan para ser un secretario de Gobernación eficaz? ¿Mandíbula apretada, ojos entrecerrados, cara de villano de James Bond…

Esa es la visión de la Secretaría como control.

¡Pero así eran los secretarios! De usted hacia atrás, los secretarios fuertes tenían esos rasgo de carácter.

De carácter. Bueno, ahí depende de cómo me vieron. Yo no tuve, en seis años, ningún acto de represión. Entonces, la idea de que yo era un “hombre duro”, ¿en qué se basa? No fue un gobierno represivo (el de Miguel de la Madrid); terminamos los seis años bien a pesar de una crisis feroz donde se cayó todo. Ahora se olvida, pero toda esa problemática se manejó sin ninguna violencia. Es una cuestión de oficio.

¿Cómo se adquiere ese oficio?

En la actividad política. No hay una escuela que te enseñe todo lo que se requiere para manejar un país. Y desde Gobernación se maneja el país. No se puede improvisar a un secretario de Gobernación. Lo que hemos visto, con todo respeto a los muertos, ninguno de ellos tenía formación para ser secretario de Gobernación, ninguna. Entonces se gobierna para otros fines, no para conducir al país ni para resolver los problemas sociales.

No me imagino, por ejemplo, a Roberto Madrazo hacerle a Manuel Bartlett los desplantes que —dicen— le hizo a Esteban Moctezuma (secretario de Ernesto Zedillo).

Pues no, hay sus diferencias. En política se van dando las carreras, imágenes y personalidades que se merecen respeto y otras que no. Si inventas a la gente y la quitas de la misma manera que la pones, pues.

Hace un momento ponía mucho énfasis en sus gestos, en pegarle al escritorio. ¿Manuel Bartlett le pegaba al escritorio cuando tenía que imponer una decisión?

A lo mejor esos mismos gestos son los que podía haber usado siempre, ¿no? Pero repito, la política no es la fuerza, ésta es la última ratio. Gobernación no es la secretaría de la fuerza, de la imposición; al contrario, es la secretaría que tiene la obligación de que el uso de la fuerza sea innecesario.

Quizá no se usa la fuerza física, pero tener la información, las famosas “fichas”, los expedientes para doblar a alguien con quien estás negociando, es una forma de fuerza.

Bueno, eso decían de (Fernando) Gutiérrez Barrios, este personaje que se hizo en la Dirección Federal de Seguridad y que tenía las “fichas de todos”; esos son mitos también. O utilizar el aparato de información.

De espionaje.

De información en general, porque cuando desaparecí la DFS creamos lo que ahora es el Cisen, precisamente por esta idea de que lo que necesita la Segob es información, no policías armadas.

Deduzco que usted admira entonces el viejo papel de la Secretaría de Gobernación.

Yo considero que lo esencial de una nación es tener gobierno y la “gobernación” es una función política que se ha perdido con ese predominio total del sector financiero y ahora con la militarización que ha creado un Estado policiaco.

¿Se puede recuperar el viejo esquema de la Segob con la reestructuración que plantea el nuevo gobierno?

Me parece absurdo que metan ahí ese tumor que es la Secretaría de Seguridad Pública, porque la deformas. Es espantoso meter la seguridad interior a Gobernación; es no tener imaginación.

Pero por lo que se ve en los perfiles, hay muchos políticos-políticos que pueden ocupar adecuadamente el cargo el 1 de diciembre.

Hay gobernadores que se sumaron al peñanietismo hace tiempo. Gobernadores jóvenes que tienen la experiencia de gobernar un estado. Bueno, pues ojalá sepan gobernar un país.

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