En 40 años se duplicó la inserción laboral de mujeres

Pese a ser contratadas en puestos similares con responsabilidades parecidas, ellas perciben menos que los hombres, afirma investigadora de la UNAM.

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La mayoría desempeña doble jornada: además de su empleo, se encargan del trabajo doméstico. (Agencias)
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Agencias
MÉXICO, DF.-La inserción de las mexicanas en el mercado laboral en cuatro décadas implicó la transformación política, social y económica del país. Actualmente, son reconocidas en todos los ámbitos de la vida pública, más allá del trabajo doméstico, aseguró Patricia Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

La especialista comentó, con motivo del Día Internacional de la Mujer que se conmemora hoy, que en 1970 la participación femenina en la economía familiar era de 17 por ciento, y en 2010 aumentó a 39%,  reveló este jueves Milenio Diario.

A partir de los 80, abundó, su ingreso a los sectores productivos creció aceleradamente ante la necesidad de aportar al ingreso familiar por la pérdida del poder adquisitivo salarial.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI muestra que en el cuarto trimestre de 2012 18 millones 429 mil 727 mujeres formaban parte de la población ocupada en el país, es decir, 45 por ciento de las mayores de 14 años tiene empleo, y de ellas, 91.9% lo combina con quehaceres domésticos.

Además, casi cuatro de cada 10 hogares en México tienen jefatura femenina, lo que también refleja el aumento de su presencia en la economía y el mercado laboral, destacó Rodríguez.

Hacen de todo

Usualmente, desempeñan una doble jornada: además de su empleo, se encargan del trabajo doméstico, aunque esto último no se toma en cuenta estadísticamente por no generar ganancias económicas, acotó la experta.
En sus hogares son responsables del cuidado psicológico de los demás, además de negociadoras y administradoras de los ingresos, mediadoras en conflictos y responsables de la crianza de los niños, entre otras tareas, puntualizó.

En el país, detalló, hay dos grupos: las que tienen hijos temprano, dejan la escuela y laboran en malas condiciones, y aquellas con altos niveles de instrucción que postergan o rechazan el matrimonio y la maternidad.

“Al ser más de la mitad del padrón electoral, no puede aceptarse la idea de que es una pérdida de tiempo y recursos que las mujeres se preparen”, destacó Rodríguez.
Sin embargo, su nivel educativo se ha incrementado, porque las que estudian promueven la instrucción de sus hijas. En este ámbito, el rezago de las niñas respecto a los varones ha disminuido, expuso.

Pero aún hay rezago, dijo, la mayoría se desempeña en el sector de servicios como vendedora, profesora o enfermera, por los roles sociales asignados a su género; tienen bachillerato y ganan de dos a tres salarios mínimos.
 

Condiciones de trabajo

En el país, pocas tienen condiciones laborales adecuadas a su preparación; 38 por ciento de las jóvenes con licenciatura no ejercen, dos de cada tres ganan menos de tres salarios mínimos y las tasas de desocupación son más altas en mujeres con mayor instrucción.

“En los niveles de hasta tres salarios mínimos, no existe una brecha marcada entre las percepciones, pero entre más estudios tienen y desempeñan puestos más altos, las diferencias de género e ingreso con los varones se amplían... En las grandes empresas, de cada 10 directores generales, ocho son hombres”, aseguró Rodríguez.

“Ellas pueden tener las mismas responsabilidades y cargos similares, pero ganan menos; si son madres, no compiten por puestos más altos y se les castiga por no tener disponibilidad de tiempo, viajar o cambiar de residencia. A esto se suma el acoso sexual por parte de compañeros y superiores”, expuso.

La mayoría se inserta en el sector informal de la economía, que genera casi 60 por ciento de los empleos. “Es el caso de las trabajadoras domésticas en zonas urbanas, que apoyan en las labores del hogar a quienes son empleadas de otros sectores”, ejemplificó.

Las asalariadas con mayor preparación en el sector formal “las contratan con salarios bajos, condiciones precarias, sin prestaciones y con  jornadas extensas sin descanso, además de que son discriminadas”.

Rodríguez concluyó que “deben eliminarse las brechas salariales en toda la estructura y garantizar mayor preparación académica femenina, para que las mujeres reconozcan su capacidad y ejerzan su derecho a decidir qué hacer con su vida”.

 

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