En nombre de Dios defraudan a miles de incautos en Internet

Los tres principales líderes de la secta Defensores de Cristo tenían cuentas en bancos de al menos 12 países.

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Las sectas operan en México debido a vacíos legales. Imagen de contexto. (Foto de archivo: Daniel Cruz/ Milenio)
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Eugenia Jiménez/MILENIO
MÉXICO, D.F.- En pleno siglo XXI, la religión sigue siendo un botín para muchos defraudadores que a base de engaños logran atraer a sus grupos a incautos, como es el caso de la secta "Defensores de Cristo".  

Se estima que el total de víctimas afectadas por esta secta, tan solo en México rebasa las cuatro mil personas. Como operaban “on line”, esta cifra podría rebasar las 10 mil que enviaban dinero desde sus países de origen tanto a Ignacio González, a Losanger Arenas y “Tito”, informó la Red de Apoyo a Víctimas de Secta, en voz de Víctor Hugo Flores.

Hasta el momento se tiene conocimiento de cuentas bancarias de esa secta en México, Venezuela, España, Colombia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, entre otros países, en donde los designados “obispos” recibían “diezmos” y pagos por cursos en línea, que la mayoría de las veces nunca llegaban al comprador.

En conferencia de prensa, Flores dijo que en México operan las sectas por los vacíos que hay en la ley y detalló que el pasado 25 de enero se logró la captura de los tres principales líderes de una de las sectas más peligrosas:

“Defensores de Cristo”, encabezada por Ignacio González de Arriba, “Maestro Fénix”, de origen español, quien se proclama el Cristo reencarnado; Losanger José Arenas Segovia, “Losito”, venezolano, y Shoukri Elmernessi, “Tito”, español.

Atraían a seguidores con temas de salud alternativa, poderes psíquicos, magia y sexualidad

Esta secta operaba físicamente en México desde el 2010, primero en Coahuila, y después en Nuevo Laredo, Tamaulipas; sin embargo, tiene presencia en internet en más de 80 países.

El desmantelamiento y captura de los “Defensores de Cristo” se logró tras un año de investigaciones de la Procuraduría General de la República (PGR).

Los presuntos delitos por los que se les acusa son: tráfico de órganos, lavado de dinero, reducción a la servidumbre, abuso sexual contra menores de edad y mujeres, asociación delictiva, ejercicio ilegal de la medicina, estafa y fraude.

El principal señuelo de esta secta eran los cursos de “bioprogramación”, así como de temas de salud alternativa, poderes psíquicos y magia, sexualidad, entre otros.

Estos cursos se impartían por internet desde el 2004 y de manera presencial desde el 2010. El precio por recibir esta enseñanza iba desde los mil 300 hasta 130 mil dólares.

Casi unos dioses

Además, por este pago, los adeptos recibirían, dependiendo del monto depositado, hasta un total de 343 poderes sobrenaturales como el de resucitarse a sí mismos y a otros, curar todas las enfermedades por imposición de manos, devolver la vista a los ciegos, hacer caminar a los paralíticos, leer la mente, obtener grandes riquezas, comunicarse con los ángeles, poder ir a voluntad al cielo o al infierno a “matar demonios”.

Los seguidores también obtenían poderes, supuestamente, como superfuerza física como la de Sansón, generar un corazón nuevo, un hígado nuevo o un pulmón nuevo, rejuvencer físicamente, obtener el amor eterno, eliminar el hambre y el dolor en sí mismos.

Y en los demás, lograr inmunidad a todos los venenos, hipnosis colectiva para dominar a las masas, alquimia, materialización de riquezas, enviar a las almas de los moribundos directamente al cielo, manipular los elementos de la naturaleza, matar a una persona con solo una mirada, alargar el pene, convertirse en un dios del placer sexual, hacer todos los milagros que hacía Cristo, entre otros.

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