¿Quieres saber si alguien está poseído por el demonio? Mira esto

Dentro de la Arquidiócesis de Monterrey hay sacerdotes capacitados para realizar la llamada "liturgia del exorcismo", quienes afirman la existencia de las posesiones diabólicas.

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El sacerdote Jacobo Salinas ha tratado casos de posesiones diabólicas. (Gabriela Jiménez/Milenio)
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Gabriela Jiménez/Milenio
MONTERREY, NL.- Las posesiones demoníacas y exorcismos han sido recurrentes en novelas, series de televisión y películas.

Autores de algunas obras presumen haberse basado en anécdotas de la vida real para crear películas como El exorcista, El exorcismo de Emily Rose, entre otras.

Sin embargo, historias como esas, aparentemente lejanas y de fantasía, se cuentan como reales en Nuevo León, en pleno siglo XXI.

Tan sencillo: dentro de la Arquidiócesis de la Iglesia Católica en Monterrey hay sacerdotes capacitados para realizar la llamada "liturgia del exorcismo", quienes afirman la existencia de las posesiones diabólicas, aunque a la vez admiten la necesidad de realizar largos análisis antes de confirmarlas.

El presbítero Jacobo Salinas Estevané, de la Arquidiócesis de Monterrey, es uno de los que han recibido la capacitación para extraer demonios de una persona.

El sacerdote explica que la posesión es la más crítica de las manifestaciones extraordinarias del mismo Satanás, donde uno o varios entes malignos entran en una persona, animal u objeto para hacerle daño.

Sin embargo, subraya que estos rituales son exclusivos de la Iglesia Católica, por la preparación que conllevan.

"(El exorcismo) es una liturgia para la que se requiere del mandato del obispo; sin él, es mentira el que diga que ha hecho exorcismos, sería falso", señala.

Salinas Estevané asegura haber practicado la liturgia del exorcismo, aunque sólo de manera ad casum, es decir, únicamente en casos especiales y no como un ministerio que tenga a su cargo.

Sin embargo, explica, la posesión es sólo el caso más grave en una "fenomenología demoniaca".

Antes de ella, hay otros niveles.

Camino a la posesión

Según el sacerdote, en esta "fenomenología demoniaca" se distinguen diferentes niveles de afectación. La posesión es el último.

"La manifestación extraordinaria de Satanás va identificada con toda la serie de fenomenología demoniaca, incluyendo la posesión, que es la manera más álgida de esas manifestaciones, donde él posee un cuerpo para maltratarlo", indicó.

El primer grado es la obsesión diabólica, de acuerdo a la nomenclatura utilizada por el exorcista de la diócesis de Roma, Gabriele Amorth.

Este tipo de manifestación implica a una persona sana y plena de sus facultades mentales que sufre ideas obsesivas para hacerse daño a sí misma o a los demás.

Salinas Estevané recalcó que el sacerdote requiere de mucha experiencia para tratar asuntos de tal categoría, ya que podría confundirse con algún padecimiento psiquiátrico.

Sigue la opresión diabólica, en la que las víctimas, además de tener ideas obsesivas, presencian hechos paranormales a su alrededor.

"Ya no está únicamente en la mente, la cuestión es que en el entorno puede haber eventos que se salen de lo normal, inclusive habiendo testigos. Ruidos, voces, luces, aromas a éter, movimiento de muebles, cosas por el estilo", mencionó el padre.

La infestación diabólica es el tercer tipo de fenómeno, y ocurre en casas, escuelas o cualquier inmueble donde se hayan practicado ritos relacionados al esoterismo o satanismo.También implica a objetos y animales.

La vejación es el cuarto nivel, y acontece a las personas santas, quienes sufren de maltrato físico (estigmas) por parte del Diablo.

La devastación es el sexto de los niveles de la fenomenología, que en la Biblia está ejemplificada con la historia de Job, donde el protagonista es objeto de ataques diabólicos que lo dejan sin familia, sin propiedades y sin salud.

El padre José Antonio Fortea, un conocido teólogo español, añade la influencia demoniaca como peldaño previo a la posesión. En ésta, el ente maligno permanece cerca de la persona provocándole confusión y temor, pero sin entrar en ella.

Sintomatología y motivos

Las señales que revelan una posesión diabólica son cuatro, según la Iglesia Católica, y se detallan en el Ritual de Exorcismos, de 1614.

Estas son la capacidad de hablar lenguas antiguas y de entenderlas; el titanismo, es decir, fuerza física extraordinaria para la edad y situación de salud física.

También se cuenta la capacidad de adivinación y una renuencia extrema a lo sagrado.

"Con esos signos nosotros normalmente emparentamos que una persona podría tener una posesión", precisa el presbítero.

Al efectuarse el exorcismo, la persona se comporta agresiva, expulsa vómito, realiza movimientos extraños del cuerpo, puede tener marcas de lesiones físicas y hablar con una voz muy grave, aunque se trate de una dama.

El padre Jacobo dijo que alguien puede quedar poseído cuando practica el esoterismo, el espiritismo, la cartomancia o la quiromancia; "hay quienes hacen brujería, trabajitos, veneran o rinden culto a la Santa Muerte".

"Cuando el maligno posee un cuerpo y lo maneja, puede hablar inclusive a través de él, puede hacer manifestaciones muy extravagantes, pero nunca va a poder poseer el alma", dijo.

El ritual

Para solucionar el problema espiritual de la posesión se emplea la liturgia del exorcismo, en la que se repiten oraciones y utilizan elementos sagrados como agua bendita, crucifijos, entre otros, hasta sacar al ser diabólico de quien sufre el padecimiento.

Según el Código de Derecho Canónico, en el parágrafo 2 del canon 1172, quien realice el rito debe ser un presbítero "piadoso, docto, prudente y con integridad de vida".

Jacobo Salinas aclara que aun cuando la Iglesia Católica logre confirmar la posesión diabólica en el individuo, éste puede optar por no solicitar un exorcismo si así lo desea.

"No se le puede obligar, se le sugiere venir para bendecirla".

No obstante, subraya que la Iglesia se toma tiempo suficiente para analizar el caso junto con el obispo correspondiente, e incluso recurre a la medicina para descartar que en realidad se trate de un padecimiento psiquiátrico.

De lo contrario, se pueden cometer errores graves, advierte.

"Nunca se debe descartar el apoyo médico, clínico, psiquiátrico", concluye.

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