No todos los expertos aprobaron tercer peritaje de Cocula

Ricardo Damián, Mario Saldaña, James G. Quintiere y DeHaan apoyaron las conclusiones; Frederick W. Mowrer, no, y Torero tuvo dudas.

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Imagen de archivo de uno de los peritos de la PGR que investigaban en el basurero municipal de Cocula, para tratar de encontrar indicios sobre el caso Ayotzinapa. (Archivo/Notimex)
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Carlos Marín/Milenio
CIUDAD DE MÉXICO.- Para la población circundante a la cancha de futbol, el arribo a Cocula de los seis integrantes del Grupo Colegiado de Expertos en Materia de Fuego para el tercer peritaje en el basurero del escándalo no pasó desapercibido, si bien pocos tenían idea de quiénes eran o de qué se trataba el inusual descenso de cinco, seis helicópteros llegados desde la Ciudad de México.

Ocurrió el 8 de marzo, uno de los tres únicos días que trabajaron en México las personalidades con reconocimiento internacional que, por la discreción a que se obligaron los solicitantes de sus luces periciales, fueron hospedados en el Marriot de Santa Fe.

Nadie de Cocula pudo haberlos identificado, y menos aún entre el medio centenar de gente que bajó de las aeronaves, contadas las tripulaciones, detectives de la Agencia de Investigación Criminal y personal de logística, encabezados por Eber Omar Betanzos Torres y Carlos Martín Beristain, o sea: el subprocurador de Derechos Humanos que tiene a su cargo el esclarecimiento del caso Iguala y un integrante clave del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

A petición del GIEI, se sabía, del equipo colegiado formaba parte José Luis Torero Cullen, el reconocido especialista peruano que reside en Australia y cuya opinión dinamitó la versión de la Procuraduría General de la República (PGR).

El  viernes pasado se dio la identidad de los otros dos expertos propuestos por el grupo que designó la CIDH: Frederick W. Mowrer y James G. Quintiere.

Lo menos conocido es que Mowrer fue uno de los maestros con quienes se formó Torero.

Y los propuestos por la PGR fueron: John D. De Haan, Ricardo Damián Torres y Mario Saldaña.

En el mundo de los especialistas en fuego, a De Haan se le tiene como una vaca sagrada.

La composición del Colegiado fue debatida y finalmente resuelta por la PGR y el GIEI, equipo que sin ambages había insistido en que un tercer peritaje no era necesario porque les bastaba la fulminante descalificación que había hecho Torero.

No obstante, entre la afirmación y la negación de que en el basurero de Cocula fueron quemados hasta su carbonización, triturados (se conservan como 16 mil fragmentos) y arrojados al río San Juan los restos de muchos o todos los 43 normalistas de Ayotzinapa entre la noche del 26 y el 27 de septiembre de 2014, no solamente por sentido común se requería una tercera opinión, sino que el propio José Luis Torero lo recomendó en estos términos:

“La complejidad de los presuntos hechos ocurridos el 27 de septiembre, sumados a las circunstancias en las cuales la evidencia material fue recogida (con un vacío de custodia de más de 30 días) conlleva a la necesidad absoluta de realizar una investigación de altísimo nivel, con peritos de un nivel de formación y experiencia consistentes con la magnitud del problema…”.

En el mundo de los especialistas en fuego, a De Haan se le tiene como una vaca sagrada

El caso es que, integrado ya, el nuevo grupo de expertos trabajó seis semanas. Las primeras dos desde los lugares en que residen, estudiando los dictámenes oficiales, el de Torero y las opiniones del GIEI y del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), las declaraciones ministeriales de detenidos y testigos, así como los videos y fotografías relativos al basurero de Cocula que la PGR les hizo llegar.

Fue durante su estancia en México que Torres fue designado, unánimemente, como representante del grupo colegiado.

En la capital del país tuvieron reuniones entre ellos mismos y con los peritos de la PGR (criminalística, medicina forense, delitos ambientales, química, incendios y balística, entre otros), con integrantes del EAAF (Mercedes Loreti más un canadiense especialista en fuego), del GIEI (Carlos Martín Beristain y Carlos Cox), con los investigadores de PGR que vienen integrando la averiguación previa del caso, con personal de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada y personal de la Subprocuraduría de Derechos Humanos.

El viaje desde la Ciudad de México rumbo a Cocula empezó poco antes del mediodía y el regreso fue pasadas las siete de la noche.

La visita al basurero, donde llegaron en camionetas desde la cancha en que habían aterrizado, fue, desde el punto de vista jurídico, no solamente un recorrido sino una diligencia ministerial en la que inclusive recabaron materiales para su estudio, y duró de la una a las seis y media de la tarde.

En el vuelo, John D. DeHaan reparó en que había “muchas condiciones para hacer un estudio de fuego” porque “desde el aire vi llantas y madera”, lo cual hizo que los demás, de regreso, se fijaran y comentaran que, efectivamente, a los lados del camino de terracería había decenas de llantas y trozos de madera.

Ante el riesgo de que el sitio fuera alterado (una pipa de diésel o gasolina lo inutilizaría para un nuevo peritaje), el tiradero estaba cercado y relativamente vigilado por agentes de corporaciones locales, estatales y federales.

Los expertos, por cierto, bajaron a rapel.

Fue de regreso a sus lugares de residencia que durante un mes el equipo siguió estudiando lo que interesaba y sosteniendo sesiones de trabajo virtuales (internet).

Se supone que de lo que hablaron siempre llevaron puntuales minutas.

La noche del jueves reciente, con las conclusiones a que llegaron cuatro de los seis (con dudas de Torero y categórico rechazo de su maestro Mowrer), vino desde McAllen el representante de todos, Ricardo Torres, a entregar sus conclusiones preliminares.

Lo hizo en sobre cerrado ante el subprocurador Betanzos, en presencia de Beristain.

Abren el sobre en presencia de la PGR y GIEI

El sobre fue guardado en una caja fuerte y el viernes por la mañana, en presencia de los representantes de la PGR y del GIEI, el representante del colegiado abrió el sobre y leyó lo que le vimos y escuchamos decir en la presentación pública del dictamen preliminar.

Beristain fue invitado a participar, pero se negó diciendo que necesitaba cuatro días para estudiar el informe y cortó con la advertencia de que Betanzos y el experto se atuvieran a las consecuencias.

Por lo pronto, y ante la rápida puesta en duda del GIEI, de los padres de los 43 y de los forenses argentinos, ninguno de los otros cinco especialistas del equipo internacional (ni Torero ni su maestro) han descalificado la conclusión de que hubo un incendio considerable y controlado, coincidente con la desaparición de los muchachos, en el mismo basurero que algunos insisten  en negar.

No sobra recordar que los trabajos del grupo colegiado, lo mismo que el total de la averiguación sobre el paradero de los desparecidos, continúan.

Antecedentes
  • El pasado viernes, el Grupo Colegiado de Expertos en Materia de Fuego concluyó de manera científica que "existió un evento de fuego controlado de grandes dimensiones" y que al menos 17 seres humanos adultos fueron quemados en el basurero de Cocula.
  • Ricardo Damián Torres, representante del panel, anunció que habrá una prueba a gran escala para confirmar la hipótesis de que en ese sitio se llevó a cabo una quema masiva de 43 cuerpos entre 26 y 27 de septiembre de 2014.

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