Lo que inició como algo bueno se volvió una cochinada: Hipólito Mora

A tres años de que surgieron estos grupos en Michoacán, Hipólito Mora, uno de sus fundadores, dice que algo que inició de forma sana, ahora es una ‘cochinada’.

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Hipólito Mora hoy dice que no hay nada que festejar en relación a las autodefensas. (Vanguardia)
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Liliana Padilla/Milenio
MICHOACÁN.- En los caminos de la Tierra Caliente solo quedan costaleras vacías y decenas de cruces al borde del pavimento. Las autodefensas de playeras blancas y armas de todo tipo ya no son visibles, aunque están por ahí escondidas.

El recuerdo de lo que ocurrió hace tres años está presente, pero hoy no hubo misas ni comilonas que celebraran la gesta de los valientes que se levantaron en armas para quitarse el yugo del crimen organizado que los tuvo sometidos 10 años.

Lo que en el primer aniversario fue una advertencia de algunos, hoy es una realidad. No todos los que se pusieron la camiseta blanca eran gente buena. Muchos se disfrazaron para intentar pasar desapercibidos. Y quizá lo lograron, pero por un corto tiempo.

Hipólito Mora, el limonero de La Ruana que tomó su pistola y se puso un chaleco antibalas el 24 de febrero de 2013, hoy dice que no hay nada que festejar.

Pisó dos veces la cárcel y sufrió la muerte de su hijo Manolo, de 32 años, en un enfrentamiento en diciembre de 2014 con el grupo de Luis Antonio Torres, El Americano, donde murieron otras diez personas.

“En lo personal no tengo nada qué festejar, porque lo que iniciamos de una forma sana, limpia, muchos lo echaron a perder, es una cochinada. Duré dos años y medio diciéndole al gobierno de los infiltrados, de los perdonados y nunca hicieron caso y debido a ellos es que se complicó tanto”, señala en entrevista desde la sala de su casa.

Cemeí Verdía, de Aquila, ya está en libertad pero tras el proceso penal en su contra dejó de formar parte de la Fuerza Rural, la figura que buscó institucionalizar a los civiles armados.

José Manuel Mireles está preso desde junio de 2015 por portación ilegal de armas. Enrique Hernández, de Yurécuaro, fue asesinado en mayo de 2015 cuando en su faceta política y ya fuera de las autodefensas realizaba un mitin en busca de la presidencia municipal.

Algunos, como Estanislao Beltrán o el mismo Luis Antonio Torres, están desparecidos, dispersos; otros dedicados a sus negocios, como Alberto Gutiérrez, El Comandante Cinco.

A tres años de distancia con un nuevo gobierno estatal, se configura la formación de un solo cuerpo de seguridad: la Policía Michoacán que, según la expectativa, estará integrada por 12 mil elementos. Por ahora cuenta con cinco mil efectivos, de los cuales 54 son ex autodefensas que acreditaron sus exámenes de control y confianza, de un universo de mil 600 que quedaban en los municipios que se levantaron en 2013.

En una segunda etapa vendrá la desaparición de la Fuerza Rural, a la que Hipólito Mora refiere como infiltrada por Los templarios.

El secretario de Seguridad Pública estatal, José Antonio Bernal, explica que todos los cuerpos policiales que hay en el estado se integrarán en una sola corporación bajo el mando de la dependencia.

Crítico con este nuevo modelo, Mora advierte que la Policía Michoacán también es vulnerable e incluso algunos que han acreditado exámenes de control responden a los intereses del crimen organizado.

En respuesta, Bernal asegura que los perfiles de la nueva corporación responden a las necesidades de seguridad que requieren los michoacanos.

Mientras la Tierra Caliente aun tiene carencias, pero no tiene el mismo rostro que hace tres años.

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