El regreso de los 'tapados'

Justo en medio del Tercer Informe de Gobierno, un viejo decano de la comentocracia dictaminaba que de ahí saldría el próximo Presidente de México.

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Imagen del presidente Enrique Peña Nieto durante el evento que se realizó con motivo de su Tercer Informe de Gobierno en Palacio Nacional. (facebook.com/EnriquePN)
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Juan Pablo Becerra-Acosta M./Milenio
MÉXICO, D.F.- Era el Día del Presidente, como marca el rito anual del sistema político mexicano, de la muy institucional aristocracia política mexicana. El día del tercer Informe de Enrique Peña Nieto al frente de la Presidencia.

El día, después de dos sexenios de abstinencia, del regreso de los tapados.

Y el día del surgimiento del Presidente Periscope.

La banda presidencial

Poco después de las 11:00 horas Peña Nieto estaba en su despacho de Palacio Nacional. En la solemne oficina de maderas, libreros y la bandera nacional. El Presidente cogió su teléfono móvil y echó a andar la más nueva de las redes sociales en su poder: Periscope. Encendió su cuenta y le pidió a un asistente que lo grabara en vivo.

—Me encuentro aquí en Palacio Nacional, en la oficina presidencial (se frotaba las manos delante de su escritorio, vestido con traje oscuro y corbata plateada), preparándome para dar mi tercer Informe de gobierno, para informar a la sociedad mexicana de los avances que ha habido en esta primera mitad de mi gestión. Estoy por colocarme la banda presidencial (viró el cuerpo hacia la derecha para acercarse al escritorio y tomar la tela tricolor), la cual portaré con gran emoción, con gran orgullo y con la alta responsabilidad que significa ser Presidente de México. Gracias por acompañarme. Ya suspende, ya párale —le ordenó a quien lo asistía, para que interrumpiera la transmisión.

Por alguna razón el ayudante no obedecía (o no sabía cómo acatar la orden, cómo concluir la periscopeada), y seguía grabando mientras el Presidente depositaba la banda en la orilla del escritorio. En una fracción de segundo, la tela resbaló rumbo al piso. Peña Nieto reaccionó velozmente antes de que le ocurriera una catástrofe visual (la imagen de la banda presidencial que se le iba de las manos y caía al suelo) y, en medio de un dramático silencio de poco menos de dos segundos, se flexionó y alcanzó a atrapar en el aire la faja con el escudo mexicano. Luego, a salvo (él y la banda), colocó la cinta tricolor sobre el escritorio.

El Presidente se quitó el saco y empezó a ponerse la banda él mismo.

—Es de gran emoción y enorme orgullo portar la banda presidencial —volvió a mirar hacia la cámara después de unos segundos—. Y gracias a quienes nos habrán de acompañar y seguir en la transmisión de este tercer Informe de gobierno —concluyó.

Corte. Inhalar y exhalar.

Vaya susto el suyo al jugar a ser el primer Presidente Periscope en México. ¿Cómo se hubiera repuesto Peña Nieto de esa imagen repetida miles de veces en las redes sociales? Él dejando escurrir hasta el piso la banda presidencial. La Presidencia, su símbolo, que se le iba de las manos. En vivo había tenido dos mil 956 espectadores y ocho mil 304 corazones (likes). En repetición tendría, hasta las cinco de la tarde de este miércoles, más de cinco mil 660 espectadores y 16 mil 529 corazones. Uf. Taquicardia.

Pero en el patio central de Palacio Nacional pocos se percataban de lo que había ocurrido en el despacho presidencial. Pocos navegaban en las redes sociales. Ahí, en el patio, los presentes estaban absortos en la contemplación de un sagrado rito priista que renacía: el tapadismo palaciego...

Los asistentes

Sí. Volvía de la muerte otro rito sistémico, sepultado durante los dos sexenios panistas. Los ojos y los comentarios de los cientos de invitados que estaban en Palacio Nacional no solo se posarían en Peña Nieto, sino... en los tapados. En los aspirantes presidenciales de corte priista. En los tapados que, antes del informe, se placeaban entre las filas de invitados para ver quién cosechaba más abrazos, más sonrisas, más palmadas de apoyo, más frases de incondicionalidad.

 Ahí estaban todos: Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray, Manlio Fabio Beltrones. Los tres a la cabeza del abrazómetro. Y los caballos negros: Aurelio Nuño y José Antonio Meade, que se quedaban ligeramente rezagados en las muestras de afecto de políticos, empresarios, líderes religiosos, dirigentes sindicales y dueños de medios de comunicación.

Y los no priistas que también suspiran por un día despachar desde este lugar, ellos igualmente estaban ahí, acaparando murmullos y frasecitas de simpatía al oído: Miguel Ángel Mancera, Graco Ramírez, Rafael Moreno Valle, Jaime Rodríguez El Bronco.

—De aquí sale el próximo Presidente —dictaminaba un viejo decano de la comentocracia.

Quince años después, revivían los tapados, justo en medio del Tercer Informe de Gobierno del Presidente Periscope.

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