La Ruana recibe con fiestas a los militares

Los soldados erigieron retenes en las carreteras que llevan al lugar.

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Cientos de soldados del ejército mexicano ingresan al poblado de Michoacan. (Agencias)
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Agencias
LA RUANA, Michoacán.- Habitantes de La Ruana que sufrieron durante meses el asedio de un cártel del narcotráfico festejaron la llegada de cientos de soldados mexicanos, según Associated Press.

La gente en La Ruana, en el estado de Michoacán, se formó a los lados de la avenida principal el lunes para recibir con aplausos y vítores a más de una decena de camiones de transporte militar y Humvees fuertemente armados.

Los llamados Caballeros Templarios -que le declararon la guerra al poblado después que los habitantes formaron escuadrones de autodefensa y sacaron al cártel del pueblo- habían bloqueado el suministro de provisiones a La Ruana.

El cártel domina gran parte del estado, extorsionando no sólo a empresarios y dueños de tiendas, sino incluso a trabajadores de salarios bajos.

En febrero, la población formó escuadrones de autodefensa, pero atrajeron la ira de la organización delictiva. Hombres armados atacaron el poblado en convoyes, por lo que sus residentes se vieron obligados a construir barricadas de piedra y crear puestos de guardia.

Todo tipo de suministros, como gasolina, leche y gas para cocinar comenzaron a escasear luego que sicarios amenazaron con quemar los camiones que trajeran esos productos.

Luego que entraron el lunes, los soldados erigieron retenes en las carreteras que conducen a La Ruana y una base de operaciones en la ciudad.

"¡Se ha ganado esta guerra!" dijo Hipólito Mora, líder del movimiento de autodefensa ante cientos de pobladores reunidos a lo largo de la carretera principal, entre ellos decenas de miembros de las patrullas de autodefensa, que vestían camisetas blancas y portaban escopetas.

Mora dijo que el poblado aceptó detener sus patrullajes vecinales y permitir que el ejército se haga cargo de la seguridad en La Ruana, pero aclaró que la comunidad se quedará con sus armas y que reanudará los patrullajes si el ejército se va.

El poblado aceptó detener sus patrullajes vecinales y permitir que el ejército se haga cargo de la seguridad

La gente de toda la zona, afectada por una alta criminalidad, estaba preocupada por la idea de que los soldados llegaran y se incautaran de las armas del pueblo, o que permanecieran sólo unas pocas semanas, así que una ciudad tras otra a lo largo de la carretera principal que cruza las tierras bajas calientes de Michoacán, una zona conocida como Tierra Caliente, los grupos de defensa vecinal le dieron la bienvenida al ejército, pero insistieron en que conservarán sus armas.

A los lados de la carretera hay restos calcinados de camiones de suministro, los restos humeantes de aserraderos quemados y paredes ennegrecidas de almacenes de fruta incendiados por el cártel de los Caballeros Templarios, en represalia por la rebelión de los pueblos.

En la cercana localidad de Buenavista, muchos de los miembros de las patrullas de autodefensa, con el rostro cubierto y portando armas ligeras le dieron la bienvenida al ejército, pero aclararon que se resistirían a cualquier intento para despojarlos de sus armas.

Pese a los gestos de bienvenida, permanece una buena dosis de escepticismo sobre las posibilidades de que el envío del ejército a Michoacán tenga éxito. Esa misma táctica usó el entonces presidente Felipe Calderón al lanzar una ofensiva contra los cárteles de la droga en 2006.

Los Caballeros Templarios, con sede en Michoacán, es por lo menos tan fuerte como su predecesor en 2006, La Familia. En lugar de atacar los bastiones del cártel en ciudades cercanas como Apatzingán, las tropas gubernamentales parecen más enfocadas en la retaguardia, dando protección a poblados fuera de las principales zonas urbanas, sin atacar la raíz del problema.

Rafael García Zamora, alcalde de Coalcomán, una población en gran parte aislada del mundo exterior después de que formó su propia fuerza de defensa la semana pasada, dijo que los residentes celebraron la llegada de los soldados, pero que les preocupada que se vayan pronto y que queden expuestos a la ira del cártel.

"No dudamos de su capacidad", dijo del ejército. "Pero necesitamos que nos ayuden" a erradicar a la delincuencia y no dejar que el cartel siga creciendo, agregó.

"El gobierno debería haber movilizado al ejército y haber hecho esto hace 10 o 12 años", dijo García Zamora.

"Hemos tenido incursiones temporales, con tres o cuatro mil soldados, pero vienen y se van. ¿Y sabes qué? Cada vez después de una operación, aparecen cabezas cercenadas", dijo, en referencia a las represalias del cártel contra quienes ayudan al ejército.

"Las personas tienen el coraje de levantar la voz, pero eso tiene sus consecuencias", dijo.

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