¡Ay, mis hijos! Conoce las dos caras de “La Llorona”

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Todo mexicano ha escuchado la leyenda de “La Llorona” alguna en su vida, sin embargo, son pocos los que conoces su verdadera historia… (Contexto/Internet).
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CIUDAD DE MÉXICO.- Todo mexicano ha escuchado la leyenda de “La Llorona” alguna en su vida, sin embargo, son pocos los que conoces su verdadera historia…

Los vecinos de la Ciudad de México se escondían en sus casas con el toque de queda, avisado por las campanas de la primera Catedral a media noche, sin embargo, despertaban espantados al oír en la calle, tristes y prolongadísimos gemidos, lanzados por una mujer, quien sin duda tenía una pena, informa el portal Leyendas Urbanas.

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Las primeras noches, las personas se resignaban a santiguarse por el temor que les causaban aquellos lúgubres gemidos, que según ellos, pertenecían a un ánima del otro mundo; pero fueron tantos y tan repetidos y se prolongaron por tanto tiempo, que algunos osados quisieron cerciorarse con sus propios ojos qué era aquello. Primero desde las puertas entornadas, de las ventanas o balcones, después se atrevieron a salir a las calles, logrando ver a la que, en el silencio de las oscuras noches caía como un manto vaporoso lanzaba agudos y agónicos gemidos.

Vestía la mujer un traje blanco y un espeso velo cubría su rostro. Con lentos y callados pasos recorría muchas calles de la  ciudad, cada noche tomaba distintas calles, pero siempre pasaba por la Vindas, la Plaza Mayor (hoy conocida como el Zócalo de la Capital), donde se detenía e hincada de rodillas, daba el último angustioso lamento en dirección al Oriente; después continuaba con el paso lento y pausado hacia el mismo rumbo y al llegar a orillas del lago, que en ese tiempo penetraba dentro de algunos barrios, como una sombra se desvanecía entre sus aguas.

“La hora avanzada de la noche, el silencio y la soledad de las calles y plazas, el traje, el aire, el pausado andar de aquella mujer misteriosa y, sobre todo, lo penetrante, agudo y prolongado de su gemido, que daba siempre cayendo en tierra de rodillas, formaba un conjunto que aterrorizaba a cuantos la veían y oían, y no pocos de los conquistadores valerosos y esforzados, quedaban en presencia de aquella mujer, mudos, pálidos y fríos, como de mármol. Los más animosos apenas se atrevían a seguirla a larga distancia, aprovechando la claridad de la luna, sin lograr otra cosa que verla desaparecer llegando al lago, como si se sumergiera entre las aguas, y no pudiéndose averiguar más de ella, e ignorándose quién era, de dónde venía y a dónde iba, se le dio el nombre de La Llorona.

El origen de "La Llorona"

El antecedente más conocido de la leyenda de la llorona tiene sus raíces en la mitología Azteca. Una versión sostiene que es la diosa azteca Chihuacóatl, protectora de la raza. Cuentan que antes de la conquista española, una figura femenina vestida de blanco comenzó a aparecer regularmente sobre las aguas del lago de Texcoco y a vagar por las colinas aterrorizando a los habitantes del gran Tenochtitlán.

“Ay, mis hijos, ¿dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?” se lamentaba.

Un grupo de sacerdotes decidió consultar viejos augurios. Los antiguos advirtieron que la diosa Chihuacóalt aparecería para anunciar la caída del imperio azteca a manos de hombres procedentes de Oriente. La aparición constituía el sexto presagio del fin de la civilización.

Con la llegada de los españoles al Continente Americano, y una vez consumada la conquista de Tenochtitlan, sede del Imperio Azteca, años más tarde y después de que murió Doña Marina, mejor conocida como la “Malinche” (joven azteca que se convirtió en amante del conquistador español Hernán Cortés), se decía que esta era la llorona, la que venía del otro mundo por haber traicionado a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros para que los sometieran.

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