Los altibajos del libre comercio en México

Aunque creció la industria, aumentó la inversión y se agilizó el crédito, no se cumplieron las expectativas en cuanto a aumentar los sueldos y reducir la pobreza.

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El trabajo en una fábrica de productos para automóviles en Ciudad Juarez, México, el 27 de diciembre del 2013. (Agencias)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- Viendo a México hoy en día, lleno de Starbucks, Wal-Mart y Krispy Kremes, es difícil imaginarse de cómo era el país antes de la aprobación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, que entró en vigor exactamente 20 años atrás.

Aunque cambió al país en aspectos fundamentales, el tratado - que abarcó a México, Estados Unidos y Canadá - no cumplió las expectativas en cuanto a equiparar los sueldos con los de Estados Unidos, impulsar el empleo, reducir la pobreza o proteger el medio ambiente. Los sueldos siguieron deprimidos debido a la debilidad de los sindicatos mexicanos y a la competencia de Asia y Centroamérica; la más intensa vigilancia de la frontera con Estados Unidos cerró la "válvula de escape" humana, y las cláusulas del acuerdo que protegían al medio ambiente no pudieron resistir la influencia de los poderosos inversionistas.

De acuerdo con The Associated Press, México sacó provecho del acuerdo en algunas áreas. Crecieron las industrias de vehículos, electrónica y agricultura, y creció la presencia de los bancos extranjeros, ampliando el acceso al crédito, pero para la mayoría de los mexicanos, no hubo beneficios económicos tangibles. Aunque sin duda ha aumentado la clase media mexicana, México es el único importante país latinoamericano en que ha aumentado la pobreza en los años recientes.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en toda Latinoamérica la pobreza disminuyó de 48.4 por ciento en 1990 a 27.9 por ciento en el 2013. En México, la pobreza estaba a 52.4 por ciento en 1994, bajó a 42.7 por ciento en el 2006 pero en el 2012, subió otra vez a 51.3 por ciento.

"Quedó a la deriva, falta como 30 o 40 por ciento de lo que prometían", comentó Rodolfo Hurtado Corona, un chofer de 65 años que esperaba por su patrón en una calle de Ciudad de México.

Añadió que "hay más productos, sobre todo los electrodomésticos, los televisores, sobre todo en los autos, antes se tenía sólo dos o tres marcas, ahora puedes escoger entre muchos".

La reciente reforma energética en México permite la inversión privada en el sector, y la idea es hacer que el continente sea independiente en cuanto a su fuente de energía

El economista Alfredo Coutino, director de Moody's Analytics para Latinoamérica, dice que "el beneficio sí se dio, posiblemente no fue la magnitud que se esperó, pero si no se hubiera firmado ese acuerdo, México estaría en una situación peor de lo que ha estado en los últimos 20 años".

Antes del acuerdo, México tenía una economía cerrada, dominada por el sector estatal, agobiada por las deudas y con baja productividad agrícola. Ello llevó a un cuadro de desempleo masivo.

El acuerdo, junto con la globalización y la inversión extranjera sí ayudaron a la generación de empleo, pero sólo de baja remuneración.

En los supermercados, hay más surtido que antes, como por ejemplo arándanos y limones importados, que antes eran escasos pero ahora proliferan gracias a la caída de las barreras comerciales entre México, Canadá y Estados Unidos.

La ropa y otros bienes que antes eran accesibles sólo para los más ricos ahora están al alcance de todos, con una mayor selección especialmente cuando se trata de vehículos y electrodomésticos.

Coutino recuerda que "antes en México era una cuestión de posición social, el mexicano que podía tener un par de sneakers importados, costaban muy caros solamente lo podían comprar los que tenían dinero ... ahora una mayor parte de los mexicanos puede tener estos artículos que antes se consideraban de super-lujo".

Pero perdura la ambivalencia entre los mexicanos: una encuesta reciente del diario Universal/Buendia-Laredo mostró que aunque la mitad de los mexicanos aprobaría del acuerdo si fuese sugerido hoy nuevamente, un 34 por ciento lo rechazaría. Los demás no tenían opinión al respecto. El margen de error era de 3.5 por ciento.

De cualquier manera, no hay marcha atrás. Los tres países firmantes están integrados económicamente y están haciendo esfuerzos para integrarse aun más. La reciente reforma energética en México permite la inversión privada en el sector, y la idea es hacer que el continente sea independiente en cuanto a su fuente de energía.

El tratado, conocido como TLC o NAFTA, queda casi en el olvido a la luz de la más reciente controversia, la de la Asociación Trans Pacífica, un proceso de negociación para crear una zona de libre comercio entre Asia y las Américas.

La oposición a esa asociación hace recordar las severas advertencias emitidas cuando el tratado de América del Norte estaba siendo negociado.

En ese entonces, a comienzos de los años 90, los opositores del acuerdo vaticinaban que se perderían millones de empleos estadounidenses y serían reemplazados por personal en México, y agrupaciones sindicales y agrícolas predecían que habría un éxodo masivo de las zonas rurales a las zonas urbanas en México. Pero un estudio del Servicio Investigativo del Congreso en el 2010 halló que "la mayoría de las investigaciones sobre el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica hallaron que los efectos sobre la economía mexicana tendieron a ser modestos a lo sumo".

En lo positivo, el comercio entre los tres países se incrementó fuertemente, a aproximadamente 3.5 veces su volumen de 1994, aunque el comercio de Estados Unidos con China y otras naciones asiáticas ha tenido un crecimiento aun más acelerado en las últimas dos décadas. Se han construido plantas ensambladoras en México que producen alrededor de 3 millones de vehículos al año. La cantidad de empleos en el sector automotor de México ha crecido en aproximadamente 50 por ciento desde 1994.

Sin embargo, los empleos en ese sector en México son muy mal remunerados, y se ha avanzado muy poco en equiparar los sueldos entre el país y su vecino del norte. En promedio, los sueldos en el sector de la manufactura en México eran el equivalente del 15 por ciento del mismo sector en Estados Unidos en 1997. Para el 2012 la proporción aumentó sólo a 18 por ciento. En algunos sectores, los sueldos de México son incluso menores que los de China.

Y el tratado tampoco ha cumplido con lo prometido en cuanto a las protecciones del medio ambiente.

El Banco de Desarrollo Norteamericano, que es parte del acuerdo, ha invertido más de 1,330 millones de dólares para financiar proyectos en la frontera para suministrar agua potable, crear sistemas de desagüe y de tratamiento de aguas sucias. Sin embargo, las aguas contaminadas siguen fluyendo y la calidad del aire sigue siendo pobre en muchas comunidades fronterizas.

Las exportaciones estadounidenses de baterías de automóviles hechas de plomo a México se dispararon en 500 por ciento entre el 2004 y el 2011. Sólo ahora están las autoridades empezando a considerar los requisitos de certificación para que las compañías que exportan las baterías puedan extraer el plomo.

Ciertamente el acuerdo ha beneficiado a los inversionistas extranjeros. El pacto creó comisiones de arbitraje, donde los inversionistas pueden eludir los tribunales nacionales y hacer allí denuncias de que la regulación gubernamental perjudica sus negocios.

Las denuncias suelen ser sobre reglas para el manejo de recursos naturales, o sobre normas ambientales. México y Canadá han pagado aproximadamente 350 millones de dólares por daños a inversionistas extranjeros, mientras que Estados Unidos no ha pagado.

"El proceso (de arbitraje) no es como el sistema judicial nacional, no es justo y transparente", declaró Scott Sinclair, del Centro Canadiense de Estudios Políticos.

El gobierno estadounidense está tratando de que el mismo sistema sea adoptado por la alianza trans pacífica. Y el sector agrícola es controversial. En los países en desarrollo, las granjas son empleadores importantes con influencia cultural, y suelen ser las primeras en sentir los efectos de los tratados de libre comercio.

"Nos deja en desventaja, no tenemos condiciones para competir", dijo Josefina Rosas, una agricultora de maíz que está tratando de introducir nuevas técnicas de cultivo en Azoyu, en el estado de Guerrero, sobre la costa pacífica. A pesar de todos sus esfuerzos, muchos pequeños agricultores a veces no logran contrarrestar los costos de la siembra.

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