Su hija con autismo la volvió empresaria

Debido a que Alejandra Moreno no encontraba juguetes para su hija con autismo en México, decidió hacerlos ella misma.

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Entre los juguetes que diseña se encuentra el Memo de los animales hecho con madera. (facebook.com/pages/Dragonfly-Juguetes-Inclusivos-terapéuticos-y-didacticos)
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Erika Flores/Milenio
MÉXICO, D.F.- Hace tres años Alejandra Moreno —psicóloga de profesión— buscó en las tiendas departamentales juguetes para su hija, que padece autismo, y no los encontró. 

En México no había juguetes diseñados para los niños con capacidades diferentes; Alejandra buscó entonces alternativas con especialistas y fundaciones, quienes la guiaron vía internet hasta encontrar lugares en Europa, Estados Unidos y Canadá, donde sí existen estas opciones lúdicas.

El problema fue que ninguna de esas tiendas quiso venderle, pues argumentaron que los costos de envío y trámites de aduana en México salían más caros que el costo del juguete en sí.

“Platicando con mi papá, en la desesperación, me dijo: ‘¿Y por qué no los haces tú?’, y dije, pues sí, ¿por qué no los hago yo?”, recordó Moreno en entrevista con MILENIO.

Juguete Terapia

El nombre del proyecto que inició esta psicóloga para fabricar artesanalmente juguetes para niños con capacidades diferentes es Juguete Terapia. Sobre la marcha ha elaborado opciones lúdicas para menores diagnosticados con síndrome de Down, autismo, discapacidades visuales, motoras y auditivas.

Los primeros fueron diseñados para su hija Valentina; pero este trabajo no lo comenzó sola, sino con su mamá.

“Empecé a comprar madera, eché a perder tres taladros, quemé 25 mil cosas en el camino y, bueno, unos juguetes nos quedaban mejor que otros. Aunado a ello tampoco sabía coser, mucho menos pegar un botón. No tenía máquina, todo lo cosíamos a mano y era cansadísimo.”

Los primeros pedidos, curiosamente, fueron en un restaurante. Valentina estaba en el área de juegos con una cobija que además de colores primarios, llevaba pequeñas bolsas con peso; su mamá la diseñó así porque, explica, cuando los autistas se cobijan con ella experimentan una contención similar a la de un abrazo.

Una mujer que estaba en otra mesa le preguntó dónde la había comprado, porque quería una para su hija. Cuando supo que ella la había confeccionado, preguntó: “¿Te puedo encargar una?”.

Con la experiencia de una modesta clientela, Alejandra desarrolló un concepto que llama “juguetes con receta”, un procedimiento que no es tan sencillo como suena.

Primero, los padres del niño deben proporcionarle el diagnóstico y las indicaciones del médico o terapeuta del menor. Después, Alejandra estudia ese tipo de discapacidad para conocer a detalle las necesidades del pequeño, y es en esta parte donde involucra su experiencia como psicóloga.

Por último, con toda esta información, se enfoca a la parte creativa, diseñando un objeto que ayude a resolver la necesidad del niño de manera divertida.

Ideas colectivas

“No solo hay ideas mías, hay también de los papás, de las fundaciones, los maestros y psicólogos. Al principio, cuando elaborábamos los primeros juguetes, mi hija estaba al lado. Y como necesitaba entretenerla mientras confeccionaba, le adapté una pequeña mesa como si fuera su propio taller. Indirectamente esto le ayudó a ser más desenvuelta y menos tímida con la gente”, explicó.

Alejandra ya no trabaja sola; ahora cuenta con un pequeño equipo de tres carpinteros y tres costureras a quienes ha enseñado —sobre la marcha— el mundo de los juguetes para niños con capacidades especiales. Utiliza colores, texturas, formas, sonidos y todo cuanto se le ocurra.

Por ejemplo, ideó  un cuento de tela que se puede limpiar en lavadora para evitar que los niños chupen o rompan el papel. Un calendario visual de madera (basado en otro juguete español) que ayuda a los niños autistas para agendar diversas actividades.

También fabrica un memorama hecho con piezas de madera para que los niños desarrollen los sentidos a través de diversas formas y texturas, y otro de aromas para niños cuyas discapacidades les impiden relacionarse con determinados olores.

“Hay niños que no toleran ciertas sensaciones, por ejemplo, en algunas enfermedades los niños no soportan el sonido alto o determinados sonidos. Hay otros que se ponen muy mal con ciertas texturas como, por ejemplo, la mezclilla: para nosotros puede ser suave y gruesa, pero para ellos a veces es tan rígida que lastima su piel cuando son muy sensibles”, detalló la psicóloga.

Estos juguetes permiten al niño jugar solo o incluso acompañado de otros menores o familiares que están sanos, lo que da pie a que puedan interactuar con otros grupos, pues regularmente las discapacidades  aíslan a quienes las padecen.

Juguete Terapia tendrá este mes una página web con una gran variedad de productos y juegos lúdicos, que costarán desde 80 hasta 5 mil pesos.

“En realidad, desayuno, como y ceno este tema, y me siento muy honrada de ser la pionera en México de esta clase de juguetes. La idea es que cualquier niño, sin importar sus características físicas, tiene derecho a algo tan indispensable como lo es el juego”, concluyó.

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