Mujeres 'ilustradas' se liberan en prisión

Investigador señala que algunas reclusas usan los tatuajes como un límite imaginario ante algo que las desborda.

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El libro de Alejandro Payá Porres expone que todo tatuaje se plasma para crear un vínculo de admiración, respeto o incluso de miedo. (Especial)
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Notimex
MÉXICO, D.F.- Una investigación hecha a 80 reclusas multitatuadas de los Centros Femenil de Readaptación Social Tepepan y Santa Martha reveló que con el tatuaje intentan dar sentido a la vida, además permitió conocer sus historias y su dinámica familiar.

El investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Alejandro Payá Porres, expuso que todo tatuaje se plasma para que lo mire el otro, para crear un vínculo de admiración, respeto o incluso de miedo.

En entrevista para la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Payá Porres explicó que este estudio realizado a finales de los años 90, expuso que algunas reclusas usan los tatuajes como un límite imaginario ante algo que las desborda.

Por ejemplo, una de ellas dijo “en ese dorso de la mano quiero ponerme el nombre de mi hijo, porque cuando lo vea, no quiero agarrar ya la droga”, detalló el psicólogo social.

El tatuaje también puede ser un recuerdo de alguien que murió. Es un pequeño ritual al padre o a la hermana; se pueden tatuar lo que dice la lápida o el ser querido, indicó Payá Porres.

Las personas multitatuadas tienen más relación con el barrio y con la violencia, señala Alejandro Payá

Añadió que algunos de los tatuajes también tienen que ver con la pérdida en un momento determinado, como por ejemplo, la fecha de la sentencia.

Según el especialista, las personas muestran sus tatuajes con el fin de generar una relación ambivalente comunicativa.

“Yo no quiero volver a la cárcel; muestran su cuerpo para que el pasajero o la persona que está ahí vea que efectivamente estuvo en prisión, que vea el tipo de tatuajes. Son realmente muy buenas para convencernos porque las miramos”, agregó.

Respecto a la razón por el que el estudio se centró en mujeres multitatuadas, el investigador indicó que la gente con esta condición tiene más relación con el barrio y con la violencia.

“No porque el tatuaje produzca la violencia, sino porque el tatuaje, a través del cuerpo, trata de darle sentido también a la vida. Puede ser que los hagan ahí en el reclusorio o puede ser que los traigan desde el barrio”, añadió.

Esta investigación dio la pauta a Payá Porres para publicar el libro “Mujeres en prisión. Un estudio socioantropológico de historias de vida y tatuaje”.

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