Igualdad de género en el país, 'sin avances'

La pobreza y la falta de equidad en las mujeres, en AL, se deben atender con un enfoque distinto, aseguran los expertos.

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Para el empoderamiento económico de las mujeres señala que se necesitan eliminar las barreras que limitan su ingreso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres. (Archivo/SIPSE)
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María Elena Zuñiga/Milenio Digital
CIUDAD DE MÉXICO.- A pesar de los discursos oficiales, los avances en igualdad de género en México y otros países de América Latina, en promedio, son marginales e incluso existen retrocesos debido a las variables territoriales, señala Gerardo Franco Parrillat, director de la Representación México de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural.

El Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2015 expone que si bien algunos indicadores socioeconómicos han mejorado, en la igualdad de género ha habido estancamiento y empeoramiento.

Por ejemplo, de ocho mil 774 localidades estudiadas en diez países de América Latina, solo en 13 la participación laboral femenina es superior a la masculina, mientras que en apenas 10 por ciento de las localidades estudiadas las mujeres tienen ingresos promedio superiores a los hombres, incluso en territorios aventajados.

De acuerdo con esta investigación, la desigualdad territorial en América Latina es significativa y se nota en los ámbitos de pobreza, educación, salud, dinamismo económico y empleo, ingresos, seguridad e igualdad de género. En todos estos temas los promedios nacionales ocultan grandes diferencias entre territorios rezagados y adelantados.

En México, por ejemplo, a nivel de alfabetismo, la brecha es favorable a los hombres en 85 por ciento de los municipios. La brecha promedio en la tasa neta de participación laboral es de 48 puntos porcentuales, lo cual surge de una participación masculina en torno a 71 por ciento, mientras que la femenina es tan solo de 23 por ciento. Solo en tres de los dos mil 456 municipios del país la diferencia es favorable a las mujeres.

En la brecha de género de la tasa de desempleo, los 134 municipios rezagados (entre un total de dos mil 456 municipios) representan únicamente 2 por ciento de la población nacional, mientras que 94 por ciento de esta población habita en dos mil un municipios cuyo indicador se encuentra en torno al promedio nacional.

Políticas públicas

Por otro lado, en educación los territorios rezagados en la brecha de género de la población analfabeta son fundamentalmente indígenas, lo que contrasta con los aventajados, donde esta población apenas alcanza 1 por ciento.

Para combatir la pobreza, Franco Parrillat señala que las políticas públicas juegan un rol importante, pero deben ser eficientes y sustentables, abarcando tanto el apoyo para la satisfacción de necesidades básicas de la población más necesitada como la creación de más oportunidades de empleo a fin de mejorar la generación de ingresos.

El ejecutivo de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural comenta en entrevista que la desigualdad no solo es una injusticia, sino un obstáculo para el desarrollo, porque genera dinámicas territoriales que se transforman en trampas de pobreza y desigualdad.

El territorio per se es un factor clave para entender las diferentes oportunidades que tienen los hombres y las mujeres de asegurar la autonomía económica. 

Franco Parrillat aclara que “el modo en que interactúa la estructura productiva con las políticas públicas, los patrones culturales y el empoderamiento de las mujeres es clave para avanzar en la reducción de las desigualdades territoriales de género y potenciar el desarrollo”.

Promover la igualdad de género es fundamental para mejorar las condiciones de vida en América Latina y también un desafío estratégico para aportar al cierre de brechas territoriales en los países, agrega.

El informe elaborado por Rimisp y citado por Franco Parrillat enfatiza que “el territorio es un factor relevante para explicar la desigualdad de género en la capacidad de generación autónoma de ingresos en relación con su estructura productiva”.

Se sabe que uno de los factores para la igualdad de género es la autonomía económica de las mujeres; sin embargo, la posibilidad de lograr esa condición es dispar en los diferentes territorios. Dicha situación, explica, no solo afecta la calidad de vida de las mujeres que residen en los territorios rezagados, sino al conjunto de procesos de desarrollo de los países.

“En los territorios donde predominan los mercados dinámicos con sectores económicos de alta productividad hay una mejor distribución entre los grupos sociales y políticas públicas tendientes a facilitar la integración económica de las mujeres, lo cual contribuye a aumentar sus oportunidades”, resalta el documento.

Recomendable: combinar políticas

Desde el punto de vista de Rimisp,  los territorios rurales en todos los países latinoamericanos, incluyendo México, se deben atender con un enfoque distinto al sectorial, es decir, con una política de desarrollo social “como quieran nombrarla los gobiernos”.

La propuesta de Rimisp es que los territorios donde predominan mercados más dinámicos con sectores económicos de alta productividad y políticas públicas tendientes a facilitar la integración económica de las mujeres contribuyan a aumentar y desplegar los activos propios del género y mejorar su situación local.

De acuerdo con Franco Parrillat, para disminuir las desigualdades de género y elevar el desarrollo de la comunidad se requiere considerar las características particulares de las mujeres, las dinámicas territoriales, el propio empoderamiento del género y fomentar la capacidad de acción de este grupo social.

Para el empoderamiento económico de las mujeres, el Informe sobre Pobreza y Desigualdad 2015 señala que se necesitan eliminar las barreras estructurales que limitan su ingreso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres y actuar sobre las dinámicas específicas de los territorios que dificultan su participación en la esfera económica del desarrollo territorial.

En resumen, comenta el representante de Rimisp, “no solo se trata de políticas públicas para fortalecer activos individuales de las mujeres, sino de conjugarlas con otras políticas para mejorar las oportunidades territoriales de las mismas”.

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