Agencias
MÉXICO, D.F.- La hija de un alto funcionario, que no recibió la mesa que quería en un restaurante, envió en represalia a inspectores de la Procuraduría General de Protección al Consumidor (Profeco) que dirige su papá para intentar clausurar el comedor, en una actitud que ha desatado críticas y una investigación ordenada por el propio presidente del país.

El gobierno informó que inició una indagatoria sobre el incidente ocurrido el fin de semana en un restaurante de la Ciudad de México luego de que el propio procurador federal del consumidor, Humberto Benítez, reconociera el "inapropiado comportamiento" de su hija y ofreciera una disculpa pública, de acuerdo con AP.

El incidente protagonizado por la hija de Benítez es uno de varios casos que en el pasado reciente han mostrado actitudes arrogantes por parte de algunas personas ricas o con conexiones gubernamentales que han provocado enojo en un país considerado entre los más desiguales en el mundo.

"La sociedad mexicana ya no soporta este tipo de comportamiento", dijo la escritora Guadalupe Loaeza. "Es una actitud del pasado, ya no corresponde para nada".

La Profeco depende del gobierno federal y se encarga de proteger a la gente de abusos en establecimientos comerciales.

"Ella exageró la situación y las autoridades de la Profeco, que dependen de mí, sobre reaccionaron indebidamente por tratarse de mi hija", señaló Benítez en un comunicado sobre el comportamiento de su hija Andrea.

Andrea Benítez fue al restaurante Maximo Bistrot el fin de semana y aparentemente fue colocada en una mesa que no fue de su agrado. En tan solo horas, inspectores de la procuraduría llegaron al establecimiento con señales de suspensión para sancionar al restaurante.

"Al enterarme de la situación, de inmediato instruí se suspendiera el operativo, a fin de evitar cualquier extralimitación por parte de los verificadores", dijo el titular de la procuraduría.

La Secretaría de Economía, a cargo de la procuraduría del consumidor, informó que el presidente Enrique Peña Nieto ordenó investigar el incidente con el organismo anticorrupción del país.

El restaurante operó con normalidad el domingo y la oficina de Benítez Treviño dijo que los inspectores solo habían suspendido dos prácticas comerciales por una falta en la política de reservaciones y por no especificar el contendido neto en vinos y licores.

Tráfico de influencias

Tomó poco tiempo para que políticos y analistas expusieran las medidas de la procuraduría como una clara muestra de la actitud arrogante y el tráfico de influencias que ocurre a menudo en México, donde familiares de los poderosos amenazan con un "no sabes con quién te metes".

La propia hija de Peña Nieto se vio envuelta en un vergonzoso escándalo a finales de 2011. Cuando su padre recibió críticas en medios sociales, la adolescente Paulina Peña Nieto publicó un comentario donde llamó "proles" a los que atacaron a su padre. El entonces candidato a la presidencia rápidamente se disculpó por el mensaje de su hija, y ella más tarde también publicó una disculpa pública.

En 2012, la hija del líder del sindicato de trabajadores de Pemex, Carlos Romero Deschamps, publicó en Facebook fotos de sus viajes por Europa a bordo de jets y yates privados. Las fotos enseñaban sus bolsos de diseñadores y sus tres bulldogs durmiendo en hoteles de lujo.

Algunos culpan al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que retomó el poder en diciembre después de 12 años, por comenzar la tradición de familias políticas arrogantes e inexplicablemente ricas en su mandato de 1929 al 2000.

Sin embargo, el investigador José Antonio Crespo, del Centro de Investigación y Docencia Económicas dice que dicha actitud sigue presente a pesar de que hubo cambio en el poder y un firme rechazo a las prácticas corruptas de dicho partido.

"Es una práctica no solo del PRI, sino nacional. En todos los partidos lo vemos como hay privilegios, como hay nepotismo", dijo Crespo.

Cecilia Soto, una excandidata presidencial en 1994, describió el evento como "un asco", pero expresó confianza por la reacción que tuvo el suceso que fue mencionado al menos 50,000 veces en los últimos medios en Twitter.

"Lo que resulta esperanzador en este incidente es la reacción de los comensales, quienes, armados de sus celulares comenzaron a tomar fotos de los inspectores cuando ponían los injustificables sellos de clausura", escribió Soto en una columna para el Excélsior. "Eso se llama empoderamiento y ejercicio de un naciente poder ciudadano".