Perros en el desamparo por 'Ingrid' y 'Manuel'

Cuando las lluvias huracanadas empezaron, varias asociaciones civiles defensoras de los animales comenzaron a reunir víveres para mascotas.

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Se unen organizaciones del DF y Acapulco para ayudar a los olvidados de las tragedias: las máscotas. (MILENIO/Patitas felices)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- 'Manuel' e 'Ingrid' ya habían tocado tierra. Era 16 de septiembre y dos mujeres, una en Acapulco, Guerrero y otra en la Ciudad de México, pensaban lo mismo: activar un plan para llevar ayuda a los damnificados, los de cuatro patas.

En la ciudad costera, Elsa Salgado, presidenta de la asociación civil Patitas Felices Acapulco, comenzó a hacer llamadas a clínicas veterinarias, refugios para perros y gatos y grupos de voluntariado pro-animal.

Todos comenzaban a cruzar información para establecer cuál era el panorama. La experiencia del Huracán Paulina en 1997, les advertía al voluntariado acapulqueño de que había que actuar.

“Paulina llovió una sola noche y se devastó Acapulco. Con Manuel ya llevábamos tres días lloviendo, y era evidente que el daño y las pérdidas serían grandes”, platica Elsa en entrevista con Milenio Diario.

Al mismo tiempo, en la capital de la República, Sandra Segovia, presidenta de la fundación Todos Somos Animales, trabajaba en lo mismo, y se contactó con otros grupos de defensa animal, como Mundo Patita, y Fundación Tomy.

A todos los voluntarios de estos grupos, también les vino el recuerdo de otra catástrofe: la inundación de Tabasco en 2007.

“La reconstrucción de Tabasco no fue fácil, y en aquella ocasión muchos perros y gatos quedaron en el abandono”, comparte Sandra.

Dos ciudades, un objetivo

En las dos ciudades del país se fraguaba el plan de acción, cada asociación y cada grupo echando manos de sus recursos económicos, de difusión y relaciones públicas.

En Acapulco, Elsa y sus compañeros, voluntarios de diferentes organizaciones, esperaron a que la lluvia cesara para salir a la calle y dar cuenta de la situación.

“Una de las primeras cosas que hicimos, fue ir a pedir un crédito en una abastecedora de alimento para mascotas. Nos facilitaron media tonelada, y cuando salimos a la calle, comenzamos a repartir”.

“Nos preocupaba la situación de los refugios para perros, así que fuimos pronto. En algunos refugios se cuentan historias tristes”, narra Elsa y agrega que muchos canes y felinos murieron por las crecientes de agua.

“Lamentablemente, los albergues para las familias no permitían que la gente llevara a sus mascotas, las tuvieron que dejar. Esto provocó que muchos perritos quedaran en las calles, solos, a otros los dejaron amarrados y algunos sobrevivieron y otros no. Nosotros comenzamos a dar alimento a los perros que estaban encerrados en sus casas y que sus dueños no podían accesar por las creciente”, comenta.

Centros de acopio

Mientras, en la Ciudad de México, organismos gubernamentales y de la sociedad civil instalaban centros de acopio para los damnificados, los grupo y asociaciones pro-defensa animal, hacían lo propio.

“Llegamos a tener hasta 13 centros de acopio en la primer semana. Ahorita tenemos seis activos de diferentes organizaciones, luego las empresas como Royal Canin y Campeón se unieron. La semana pasada conseguimos enviar un tráiler con 25 toneladas de ayuda”, comparte Sandra Segovia.

Los grupos de la Ciudad de México establecieron contacto con los de Acapulco. En cuanto la Autopista del Sol fue reabierta a la circulación, los tráileres que llevaban alimentos y medicamentos para perros y gatos se desplazaron a la costa.

Una vez en Acapulco, los grupos como Patitas Felices y la Coalición Pro-Animales Damnificados de Guerrero pusieron manos a la obra.

“Echamos mano de lo que pudimos, e incluso, Protección Civil, la Marina y Ejército nos ayudaron en el traslado de víveres”, comenta Elsa.

Brigadas médicas

Para llegar a algunas comunidades, los voluntarios tuvieron que caminar varios kilómetros cargando los bultos de alimentos debido a que los caminos estaban dañados por las lluvias. En otros casos llevaron la ayuda por medio de lanchas.

Además de repartir víveres, los voluntarios iniciaron brigadas médicas con el apoyo de médicos veterinarios, quienes, de forma gratuita, realizaron consultas e incluso curaciones.

“Le pedimos a la gente que si tiene la posibilidad de llevar a sus mascotas a la entrega de alimento lo hagan. Esto nos sirve para levantar un censo y aprovechar para que reciban consulta médica”, comparte Elsa, quien estima que la respuesta de la gente fue positiva.

“Había dos filas, una para entregar la ayuda a las personas, y otra a las mascotas. Muchas personas decidían salirse de la fila de despensas para hacer cola en donde estábamos dando el alimento para mascotas. Para mucha gente sus mascotas son lo más importante, hasta las rescataron antes de intentar rescatar bienes”, comparte Elsa.

En la Ciudad de México, las instituciones pro-animales siguen recibiendo ayuda para los damnificados de cuatro patas. Sandra Segovia comparte que, además de seguir con el envío de ayuda a Guerrero, ya incluyen en el plan llevar alimento y medicinas a Colima, Sinaloa y Veracruz.

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