¿Y cuánto cuesta el 'Cuerpo de Cristo'?

Hermanas del convento de Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús son las principales productoras de hostias para Nuevo León.

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La hermana Chayo muestra una lámina que será cortada en círculos para ser convertidos en "el cuerpo de Cristo". (Gustavo Mendoza Lemus/Milenio)
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Gustavo Mendoza Lemus/Milenio
MONTERREY, NL.- Un puñito de polvo de harina puede ser la salvación del más temible pecado. Y esa redención proviene de las horas de esfuerzo que hermanas del convento de Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús dedican para producir más de 120 mil hostias a la semana.

Retiradas a un paraje del antiguo Cañón del Huajuco, el convento de las Religiosas es el principal productor de hostias para Nuevo León. Aquí trabajan tres hermanas y tres muchachas, durante seis días a la semana para elaborar este producto. La bolsa con mil hostias pequeñas cuesta 120 pesos y la de 500 obleas el precio es de 60 pesos.

Para elaborar "la carne de Cristo depositada en un pedazo de pan" el proceso puede ser sencillo a simple vista, pero siempre requiere de los mejores ingredientes, de una paciencia envidiable y, claro, de la aprobación de "El Señor", advierte la hermana María del Rosario Gómez Contreras, también conocida como la hermana Chayo.

Mientras estén en el taller, cualquier cristiano –pecador o no- puede degustar de las obleas. Es hasta el momento de la consagración en misa cuando adquiere su carácter divino.

"Somos el mayor productor de hostias en Nuevo León aunque también nos piden de otros estados. Aquí en Monterrey facturamos a 35 templos", advierte la hermana Chayo.

Polvo eres...

Costales de harina de trigo se apilan en el taller de producción, instalado al fondo del convento rodeado por verdes montañas y una tranquilidad ajena al tráfico de la Carretera Nacional.

"Lo más importante es asegurar la calidad de la harina", apunta la religiosa.

El proceso se puede relatar rápidamente: la harina se mezcla con agua para formar un atole, después la solución se pasa a dos planchas calientes para formar una lámina muy fina. Se deja secar y después se corta en círculos para obtener la hostia.

"Pero no es tan fácil", insiste la hermana.

Todo requiere de paciencia y práctica. Hay que tener buen ojo para detectar cualquier grupo o presencia de burbujas en la lámina de harina. Cualquier imperfección hará que la hostia se parta al cortarla.

También influye el estado del clima, pues a mayor humedad hay que dejarlas secar más tiempo para, de nueva cuenta, evitar que se rompan.

La producción por semana en este taller es de 120 mil aproximadamente, una cifra que aumenta en Semana Santa

"Las láminas del pan se dejan secando toda la tarde y noche, para que la oblea tenga la consistencia perfecta".

Para el mercado hay diferentes presentaciones: la hostia de misa común, para el sacerdote (una más grande) y la formato cedé, utilizada en ceremonias especiales.

Con la anuencia de las religiosas el recorrido se hace degustando parte del pan y probando las hostias.

"Es hasta que las consagra el padre en misa cuando sólo él puede disponerla a los feligreses", refiere la hermana.

Pero la hostia que producen en el convento no sólo tiene un fin religioso. También se vende para repostería y próximamente sacarán un nuevo producto para el disfrute del público.

"A los niños les gusta mucho y también nos la piden mucho para repostería".

Y también rompope

La orden de Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús se mantiene de la venta de hostias así como de la producción de rompope. Recientemente tuvieron que subastar un Cristo de marfil del siglo XVII para subsanar sus finanzas.

La producción por semana en este taller es de 120 mil aproximadamente, una cifra que aumenta en Semana Santa cuando rebasan las 150 mil.

El convento se encuentra ubicado en el fraccionamiento Los Cristales, sobre la Carretera Nacional justo en el límite entre Monterrey y Santiago.

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