'Si hubiéramos sabido que era El Chapo lo hubiéramos ayudado'

El espejo del vestidor era una puerta que da al túnel que mandó construir para escapar y los marinos tardaron más de una hora en descubrirla.

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Con el objetivo de dar acceso a los medios de comunicación, personal de la PGR realizó un recorridos en el interior del inmueble se refugiaba Joaquín Guzmán Loera, en los Mochis, Sinaloa. (Notimex)
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Ignacio Alzaga/Milenio
LOS MOCHIS, Sinaloa.- El espejo del vestidor en realidad era una puerta que da al túnel que Joaquín El Chapo Guzmán mandó construir para escapar. 

De esta dependía su vida y su libertad. Tan discreta, que los marinos tardaron más de una hora en descubrirla y encontrar el mecanismo secreto para abrirla.

Guzmán Loera dormía en su recámara de la planta baja cuando el cuerpo de élite de la Marina ingresó en el domicilio de bulevar Jiquilpan y Río Quelite, en el operativo Cisne Negro, denominado así como metáfora de un acto sorpresivo y de alto impacto.

Escondida en uno de los focos del techo del vestidor hay una palanca; hay que jalarla y recargarse en el espejo para que se abra, con un sistema similar al de las puertas de autobuses de pasajeros.

Una escalera de metal de seis peldaños conduce al túnel de aproximadamente 20 metros de longitud, 1.80 de alto y un metro de ancho.

El pasadizo está iluminado y da hacia el drenaje que corre sobre bulevar Jiquilpan. Techo y piso de cemento, madera en las paredes.

Contaba con una bomba de extracción de agua para evitar inundaciones.

En el fondo del subterráneo hay una puerta de escotilla que conecta directamente a la red pluvial. En el momento en que los marinos ingresaron al vestidor, no se percataron del mecanismo de escape.

Uno de los mandos dijo a los infantes de Marina que revisaran los espejos.

Después de recorrer el túnel, El Chapo podía haberse ido hacia la derecha para salir por la boca del canal, en el cruce con avenida Antonio Rosales. Sin embargo, se fue a la izquierda acompañado por Orso Iván Gastélum, El Cholo, su hombre de mayor confianza, quien custodió a su jefe hasta el último momento.

Ambos esperaron los movimientos de los marinos hasta que salieron por la alcantarilla en el camellón de Jiquilpan y bulevar Francisco Agraz, donde robaron un automóvil.

En la casa que sirvió como último refugio del narcotraficante están las huellas de la batalla entre marinos y sicarios. En el piso y paredes se observan boquetes de los disparos, rastros de estallidos de granada y sangre seca.

El inmueble tiene dos niveles y no es lujoso. En la planta baja se encuentran la sala de piel café, comedor y cocina. Hay latas de Coca-Cola, botellas de agua, comida, pan para hot dogs, harina, chiles, leche, cobijas, fruta y comida.

Una pantalla de tv empotrada en la pared y tirada en el piso la placa con el número 1002 que corresponde a la vivienda; en el lugar donde estaba el refrigerador hay un pequeño boquete.

Las ventanas de la casa están cubiertas con cortinas de piel. Abajo está la habitación de Guzmán que tiene cama king size. A un lado está el vestíbulo donde se colocó el mecanismo para llegar hasta el túnel.

Arriba hay tres recámaras con baño; en una de ellas hay ropa interior de mujer. Todo en desorden.

Durante el operativo de la Marina hubo seis personas detenidas, entre ellas dos mujeres, supuestamente las cocineras.

Se dice que una de ellas ya había sido detenida con El Chapo en Mazatlán, en febrero de 2014. En una de las recámaras de la planta alta hay cuatro videos de la serie de televisión La reina del sur, que protagonizó Kate del Castillo.

“Lo hubiera abrazado”

Para mucha gente, Guzmán es un ídolo. Un grupo de niños y adolescentes se refieren a él como "máster" o "patrón".

—¿Qué hubieras hecho si lo ves? —se le pregunta a un menor.

—Lo hubiera abrazado, es el mero ídolo, comenta entre risotadas.

"Lo viví al 100 sin saber que era él, si hubiéramos sabido que era El Chapo, otro gallo le hubiera cantado al pobre, porque la gente le hubiera ayudado, lo estimamos como ser humano, como persona, toda persona comete errores", dice Carmen Báez, una de sus vecinas.

"Aunque lo detengan sigue corriendo la droga, él ha estado encerrado y de todos modos aquí seguían vendiendo, no porque él esté encerrado se va a acabar la delincuencia", señala.

—¿Qué le parece que quería hacer su película?

—Muy bien, hubiéramos ido a ver en primera fila, hubiera llenado más que las americanas".

Héctor Terrazas, de 72 años, comenta que no sabía que en esta casa vivía el narco más buscado del mundo.

"Esa casa siempre ha estado sola, como abandonada, no se veía movimiento de fiestas ni algo de escándalo".

—¿Usted sí conoce a El Chapo?

—Solo en fotografía.

—¿Y que opina de él?

"Él ayudaba gente y mucha gente lo quiere, porque ayudó a gente, incluso hoy iba a realizarse una manifestación aquí en los Mochis, pero al final nada, la policía parece que la disolvió".

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