Pequeña célula del narco 'llenó' Chicago de heroína

El grupo delictivo, relacionado con el caso Ayotzinapa, se las ingenió para hacer millones de dólares con la venta de droga con tan solo ocho hombres.

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La célula de Guerreros Unidos que llevaba heroína a Chicago fue desmantelada en diciembre, dos meses después del asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa. (wfmj.com)
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Víctor Hugo Michel/Milenio
CHICAGO, Illinois.- Cuando se escucha el nombre de un cártel del crimen organizado de reciente creación, surgen preguntas sobre qué tan fuerte puede ser su estructura y hasta dónde son capaces de llevar droga. Guerreros Unidos, grupo del cual poco se escuchaba hasta la desaparición de los 43 normalistas, fue capaz de transportar hasta Estados Unidos heroína de la más alta calidad.

Como una multinacional eficiente, Guerreros Unidos plantaba, comerciaba, ganaba y mataba en grande en México y Estados Unidos. Contra su reputación de poca capacidad de planeación, la organización llegó a controlar una lucrativa cadena comercial de heroína que se extendía desde los plantíos de amapola en la sierra de Guerrero hasta las calles de Chicago. Ahí, el cártel que asesinó a los estudiantes de Ayotzinapa sembró decenas de miles de dosis de una potente droga que han contribuido a la peor epidemia de muertes por sobredosis que haya visto esta región estadounidense en décadas.

Entre 2013 y 2014, una sola célula del cártel llevó a la 'Ciudad de los vientos' al menos 183 kilogramos de heroína de alta calidad, con un valor en la calle de hasta 11 millones de dólares. Los transportó en paneles ocultos de autobuses de pasajeros que hacían corridas entre su feudo, en Iguala, y Aurora, suburbio de Chicago, bajo los nombres Agencia de Autobuses Volcano y Autobuses Monarca Zacatecanos, de acuerdo con una copia de la queja judicial 14CR705, interpuesta por la administración antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) en el distrito norte de Illinois, en poder de Milenio.

Sorpresivamente, la célula chicaguense de Guerreros Unidos fue coordinada por solo ocho operadores de la banda, un puñado de mexicanos con celo empresarial que hicieron de la tercera ciudad más importante de EU una fuente millonaria de ingresos para financiar sus actividades ilícitas en México, incluso durante las semanas previas y posteriores a la masacre de los normalistas, en septiembre de 2014. Cuando la banda fue desarticulada, en diciembre, ganaba decenas de miles de dólares por transacción.

"Este caso nos ha mostrado que Guerreros Unidos tiene una presencia importante en Chicago", confirmó en entrevista Dennis Wichern, agente especial de la DEA a cargo de la división Chicago. "Creo que como todos los cárteles que operan en México, Guerreros han resultado ser buenos en hacer lo que hacen, que es traer drogas a EU".

—¿Cómo explicar que una organización como Guerreros Unidos, que parece rupestre quizá, haya llegado hasta acá?

—Después de 27 años de ser agente de la DEA he aprendido que a veces todo depende de a quién conoces, tus conexiones aquí y allá, los liderazgos de tu organización. Alguien conocía a alguien. Y así es como comenzó.

Grandes cantidades de droga

La saga de la célula más exitosa detectada hasta el momento de Guerreros Unidos en Estados Unidos comenzó en agosto de 2013, casi un año antes de que la organización saltara a la atención nacional e internacional con el asesinato en masa de estudiantes normalistas.

Fue entonces cuando, a cargo de Pablo Vega Cuevas, una célula del grupo se estableció en Chicago. Ahí "trabajó con varias fuentes para importar grandes cantidades de heroína y cocaína de México a Illinois y coordinó la distribución y la recolección de las ganancias en Chicago a nombre de Guerreros Unidos", según se define en la causa judicial, parte inicial de un juicio penal que arrancará en los próximos meses. Será el primero que emprenda el Departamento de Justicia de Estados Unidos contra el cártel guerrerense.

El caso llegó a oídos de la DEA gracias a un informante que accedió a proporcionar detalles de las operaciones internas de la célula. Durante un año, desde el 20 de agosto de 2013 y hasta el 8 de diciembre pasado, agentes antidrogas contaron con su colaboración y mantuvieron monitoreo constante sobre las comunicaciones de Vega y sus colaboradores. Eran llamadas telefónicas que se hacían desde Chicago y sus suburbios a números telefónicos en México, muchos con la clave de larga distancia (733). La de Iguala.

Las llamadas y los mensajes de Blackberry interceptados dan atisbos al éxito que tuvo la célula criminal, que logró inundar Chicago con heroína mexicana de alta pureza. El negocio era redondo: hubo transacciones en las que Vega logró vender su droga en 600 mil dólares de golpe, dinero que era enviado de vuelta a México para comprar más narcóticos. En una operación particularmente prolífica, Vega llegó a coordinar el transporte de hasta 26 kilogramos de la droga en un solo embarque.

Guerreros Unidos aprovechó la epidemia del consumo de heroína para hacer prosperar su negocio

Las escuchas telefónicas están salpicadas de frases que hablan de una bonanza. En una, Vega advierte que es tanta la heroína que está recibiendo que ya se le acumula en distintas bodegas. Es del 5 de junio de 2014, unos días después de que un camión turístico salido de la central camionera de Iguala llegara a Chicago cargado a tope con varios paquetes de droga.

El Transformer, como se le conoce a Vega, habla con uno de sus lugartenientes y usa el muy guerrerense término primo para ordenarle recoger mercancía con un valor de millón y medio de dólares:

"Primo, ¿puedes llamar a uno de los muchachos para que podamos entregar los 26 floreros y no se nos junten?".

Un cruce de información judicial estadunidense con las fechas y datos que han salido a la luz tras el caso Iguala permite deducir que Guerreros Unidos se lanzó a la conquista de Chicago cuando ya tenía una base segura y se había adueñado del gobierno en Iguala a través de José Luis Abarca, a mediados de 2013. Eran momentos en los que la organización controlaba zonas amapoleras de Guerrero como Tlapa y Chilpancingo y luchaba con Los Rojos en otros puntos de la sierra.

Con una fuente de heroína segura, el grupo criminal se expandió a Illinois justo cuando ese estado vivía un resurgimiento en el consumo de esta droga no visto desde la década de los 70 del siglo pasado. Alguien en la estructura de mando de la agrupación detectó que había clientes potenciales.

Ahí, en una ciudad que Joaquín El Chapo Guzmán llegó a definir como "mi casa", Guerreros Unidos comenzó a competir contra el cártel de Sinaloa por el control de la joya de la corona: la enorme y creciente población de adictos a la heroína en la región de los Grandes Lagos.

La queja judicial, firmada por el agente de la DEA, Adam J. Stachecki, da una idea de cómo Guerreros Unidos logró aprovechar las condiciones locales —una epidemia de adictos— para multiplicar ganancias y fundar un imperio de heroína altamente sofisticado en distintas ciudades de Illinois que, en paralelo al ascenso del cártel, experimentaban un vertiginoso aumento en los casos de sobredosis. Los ecos de esa marejada de heroína aún se resienten.

"En este punto diría que estamos inundados de heroína y que nuestras tasas de sobredosis son astronómicas. Quisiera que la gente entendiera lo que los cárteles mexicanos están haciendo aquí", dijo Chelsea Laliberte, directora de Live4Lali, una de varias organizaciones no gubernamentales que han brotado en la región y que tratan de hacer frente a la crisis de adicción. Su hermano, Alex, murió por abuso de heroína.

Logística extrema

La declaración jurada del agente Stachecki se extiende por más de 130 cuartillas. Se detalla paso por paso cómo Guerreros Unidos expandió sus operaciones, un reflejo estadounidense de su creciente poder en Guerrero. De algunos kilos de heroína que importó en 2013, la organización se graduó a mover varias decenas en 2014.

Del caso se desprende un dato adicional: Guerreros Unidos logró controlar todos los pasos de la cadena productiva de heroína, desde la siembra, producción y transporte, hasta su distribución a narcomenudistas de Chicago. En cierta medida, el cártel creó una logística que tenía a sus plantíos en un extremo e Illinois en otro.

Luego de investigarle por más de un año, la DEA encontró que la célula de Guerreros Unidos fundó en 2014 dos líneas de autobuses para llevar a Estados Unidos decenas de kilos de heroína desde Iguala y Guanajuato y repatriar las ganancias obtenidas por su venta. Se trata de Agencia de Autobuses Volcano Travel Agency, con sede en Acámbaro y Autobuses Monarca Zacatecanos, con supuestas oficinas en media docena de ciudades.

Pese a su conexión con un cártel, la primera sigue operando desde Acámbaro, constató este diario. "Tenemos salidas a Chicago los miércoles y viernes", confirmó una secretaria vía telefónica. En la página de Facebook en la que se anuncia la empresa, se aprecian solo unas cuantas imágenes de camiones en una calle estadunidense.

La segunda línea, Monarca Zacatecanos, desapareció luego del desmantelamiento de la célula por parte de la DEA, en diciembre de 2014, cuando Vega y sus cómplices fueron detenidos. La compañía ofrecía "viajes sin escala y trasbordo a Chicago desde Iguala" y desde hace seis meses no opera.

La caída de la célula de Chicago de Guerreros Unidos ocurrió en diciembre, dos meses y medio después del asesinato de los normalistas. Vega y sus cómplices son acusados de importación de sustancias prohibidas a EU. Enfrentan una sentencia de entre 10 y 40 años de prisión.

El negocio del cártel podrá haber comenzado de forma pequeña, pero su impacto es parte de un fenómeno mayor: la más grande epidemia de heroína que haya visto EU en décadas, una que también está teniendo efectos en México. 

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