'Nuestro sueño es lograr familias más fuertes'

La pareja fue parte de los testimonios expuestos en una cumbre de obispos que analiza aquí los desafíos de la familia actual.

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Una familia presenta regalos al Papa Francisco durante la misa de apertura del Sínodo de los obispos, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, este el domingo. (Foto AP/Alessandra Tarantino)
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Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- La azarosa vida de Clara Rubio y Andrés Galindo López, un matrimonio mexicano que logró sobreponerse a duros momentos de dificultad económica, fue el primero de los testimonios expuestos en una cumbre de obispos que analiza aquí los desafíos de la familia actual, según informó Notimex.

La pareja, que tiene dos hijos y cuatro nietos, tomó la palabra en la sesión inicial de trabajo de la asamblea del Sínodo de los Obispos, que convocó a unos 270 “padres sinodales” procedentes de más de 150 países.

Originarios de la Ciudad de México, los Galindo participan de la reunión como “auditores” con capacidad de voz, pero no de voto. Son una de las 17 parejas designadas para compartir sus historias con los clérigos.

Ellos contaron su experiencia personal marcada por serios problemas económicos, producto de la pérdida del puesto de trabajo, y el compromiso en la pastoral familiar después de una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.

Actualmente los cónyuges son secretarios ejecutivos de la Comisión para la Familia de la Conferencia del Episcopado Mexicano y secretarios del Consejo Episcopal Latinoamericano para la zona México-Centroamérica.

“Hace un tiempo nos pidieron un testimonio sobre nuestra experiencia; lo que vivimos en carne propia lo comentamos, sobre todo cómo empezamos a trabajar con las familias. Es la realidad de muchos países de nuestra región”, dijo a Notimex Andrés Galindo López.

Aseguró que, desde hace muchos años, ambos trabajan para que todos los matrimonios católicos en México descubran su identidad y su misión.

“Nuestro sueño es lograr familias más fuertes”, replicó su esposa, Clara Rubio, quien reconoció que en el Sínodo se tocan “temas muy actuales”, que están afectando a las familias y a los matrimonios.

Consideró que los medios de comunicación han centrado casi todo su interés en el tema de los divorciados vueltos a casar, cuando hay otros asuntos que debatirán los obispos que requieren similar atención.

Empero advirtió que “todavía falta” en la atención a los divorciados por parte de la Iglesia en México, aunque reconoció que “se están dando pasitos” con iniciativas en ciudades específicas como Monterrey, donde funcionan grupos específicos.

“El reto es muy grande y el país es muy grande, nos falta mucho por hacer. En muchos países se le está dando una atención pastoral a las personas con esos problemas, que es lo más importante, llevar el evangelio de la misericordia a todos”, constató Rubio.

“De aquí quisiéramos llevarnos una conciencia muy fuerte para la atención no sólo a los divorciados vueltos a casar, sino a toda clase de familias heridas. Queremos que nuestros pastores, los obispos y los cardenales, hagan una pastoral familiar desde el corazón”, añadió.

Pero la verdadera “atracción” del primer día de labores del Sínodo fue Davide, un bebé de apenas tres meses, quien se convirtió en el más pequeño participante a una de estas asambleas en la historia de la Iglesia.

Sus padres, Patrizia Calabrese y Massimo Paloni, forman parte de las parejas de “auditores”; ellos están comprometidos en la pastoral misionera de la familia y tienen otros 11 hijos.

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