Violencia en México, con matices de 'ineludible urgencia'

El cardenal Rivera Carrera urgió a buscar una solución para reconstruir el tejido social.

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El prelado excluyó la postura de quienes permanecen pasivos ante la violencia. (Notimex)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- El cardenal Norberto Rivera Carrera exhortó a trabajar de forma seria y sincera por la reconciliación en la Ciudad de México y en el país, nadie puede ni debe ser indiferente ante la creciente violencia en la ciudad y en diversas partes del país, "no es lícito permanecer pasivos", remarcó.

"Sólo una opción por la paz, sólo un trabajo serio por la reconciliación, sólo una convocatoria honesta a la unidad puede transformar nuestra ciudad capital en el espacio vital y humano que todos anhelamos".

"A condición de que el anuncio de paz y reconciliación no se le desfigure como una exhortación insincera a una resignación alienante para los que sufren, y un ofrecimiento tranquilizador para quienes, satisfechos de su propia situación de privilegio, no desean hacer sacrificios por los demás", precisó el prelado.

De acuerdo con el arzobispo primado de México, señaló que "la situación actual en diversas partes del país cobra matices de ineludible urgencia ante la creciente violencia".

Refirió que ante "las sangrantes opresiones, marginaciones, injusticias y angustias que sufre nuestra ciudad y especialmente los amplios sectores sobre los que recae con toda crudeza la miseria, no es lícito permanecer pasivos".

Durante su homilía dominical en la Catedral Metropolitana Rivera Carrera expresó que "la actual situación nos lleva a excluir radicalmente la postura de quienes permanecen indiferentes".

Esa situación, añadió, también excluye a quienes poseídos de una visión conflictual, se integran en la lucha buscando exasperar las oposiciones, acentuar las polarizaciones en una dinámica negativa, de muerte, que lleva en su seno la promesa cierta de mayores opresiones e injusticias".

Por otra parte, el jerarca católico resaltó que la misión de curar a los enfermos tiene páginas gloriosas en nuestra Iglesia de México Tenochtitlan.

Ahí están como testigos elocuentes los edificios de los primeros hospitales, ahí están las numerosas órdenes y congregaciones que recibieron de Dios ese carisma de atender a los enfermos, ahí están los millares de cristianos que en sus propios hogares, y fuera de ellos, continuamente han estado al lado de enfermos y moribundos.

"Pero el deber de sanar sigue gravitando con fuerza sobre los que nos decimos seguidores de Cristo. Ahora se trata de curar las llagas del cuerpo social, de rehacer el tejido social, de luchar contra el hambre y la pobreza extrema que sufren tantos hermanos nuestros", aseveró.

Debemos, aseveró, "buscar remedio para las epidemias que todavía se ceban sobre la parte más débil de nuestra sociedad, de luchar contra el analfabetismo, indigno de personas libres, de cubrir la desnudez de los que no tienen vestido ni techo.

A esos seres humanos, prosiguió "debemos darles calor de hogar a todos los niños de la calle y de las coladeras, fruto de la irresponsabilidad, de la ignorancia y de los egoísmos".

Pero, aceptando y cumpliendo esta obligación de la misión cristiana, los discípulos de Jesús no podemos quedarnos en una mera filantropía natural, en un humanismo chato de alcances meramente temporales, subrayó.

El error del mesianismo comunista y del materialismo capitalista está precisamente en que mutilan al hombre concibiéndolo sin trascendencia, alertó.

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