Yaxchilán significa “piedra verde” y también es el nombre de un importante sitio arqueológico que se encuentra localizado en el estado de Chiapas, dentro del municipio de Ocosingo. El asentamiento prehispánico está sobre un meandro en la cuenca del río Usumacinta, en el lado sur del cauce. El meandro tiene la forma de una letra omega y mide 3.7 km de norte a sur y 3.2 km de este a oeste. El custodio Ángel Novelo nos comenta que el único lugar para conseguir algo de víveres desde Yaxchilán es Corral, un pequeño poblado de Guatemala, cruzando el río.

Ángel, fija la mirada y con seriedad refiere que perdieron a un compañero campechano. Una tarde el hombre dijo que iba a comprar a Corral, ubicado del otro lado de río y en un cayuco le dieron el aventón y le dijeron que cuando regresara gritara para que fueran por él. Después de un buen tiempo se oyó un grito y Ángel y su compañero, el “Chino”, salieron por el campechano, pero éste, en vez de esperar, se metió al río y nado desesperadamente; al ver la escena, fueron por una cuerda que le arrojaron para que se atara y lo pudieran sacar del agua, pero nunca alcanzó la soga y se lo llevó la corriente.

Oscureciendo tomaron la decisión de manifestar el hecho a las autoridades, tuvieron que caminar en la orilla del río toda la noche, les llovió granizo y se resguardaron debajo de unas maderas que el río había arrastrado; después de la lluvia continuaron su camino. A las cinco de la mañana llegaron a un poblado desde donde en aventones siguieron a Palenque y dieron parte al INAH. Ángel se trasladó a Campeche para dar aviso a la familia que lo recibió con insultos y ofensas. Luego regresó a Yaxchilán, y después de una semana llegó la familia y enterraron al amigo campechano.

Las muertes en Yaxchilán ocurrían con cierta frecuencia y por eso en la zona arqueológica existe un cementerio donde dan cristiana sepultura a los ahogados y después de tres o cuatro años los familiares regresan para recuperar las osamentas.

En Semana Santa y con luna llena comenta Ángel que ven una silueta humana de color blanco que va arrastrando una cadena hasta entrar al cementerio; en un principio les daba miedo, pero con el paso de los años se acostumbran a este ruido.