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Un pasaje de la vida del custodio Ángel Novelo –de quien ya hemos hablado- le ocasionó gran temor; fue alrededor de 1984, durante la guerrilla en Guatemala, que ocurrió. Esta experiencia debió ser muy angustiante, pues solamente con el hecho de estar solos en plena selva sin más armas que un machete y coas es para espantarse.

Aún más, debió sentir pánico cuando escuchaban el paso de bombarderos sobrevolando en la zona arqueológica y esperaban el momento de que impacte una bomba en el campamento del sitio. En el lado de Guatemala los aviones bombardeaban las rancherías y la estación para medir el nivel del río pensando que había rebeldes en el lugar.

Ángel señala que esta época fue muy peligrosa, los custodios sabían que había rebeldes que cruzaban el río y se refugiaban en el lado mexicano, cerca de la zona arqueológica de Yaxchilán. Nos comenta que con regularidad en el atracadero del sitio por las noches veían cayucos que no eran de ellos y huellas de personas que se internaban en la selva por el lado mexicano; después de unos días desaparecían los cayucos, pues los dueños se marchaban en los botes durante la noche.

En esos mismos años llegaban militares mexicanos a la zona arqueológica como parte de su recorrido para proteger la frontera y preguntaban si había guatemaltecos en Yaxchilán o refugiados que cruzaban la frontera para protegerse. Ángel y su compañero siempre negaron haber visto guatemaltecos en el lado mexicano, aunque sabían que cruzaban la frontera, pero no los delataban, ya que de hacerlo temían que regresaran a matarlos. Esta fue la razón por la que siempre lo negaron, para no exponer su vida.

También comenta que guardaban amistad con algunos vecinos de los poblados guatemaltecos de Centro Campesino y Betel que con regularidad les proveían de mercancías y comida cuando visitaban Yaxchilán. Durante la guerra, su estancia en Yaxchilán les servía a aquéllos como refugio temporal durante los días que los bombarderos sobrevolaban la zona. Después de la guerrilla todo regresó a la calma y continuaron con sus actividades de limpieza y restauración en la zona arqueológica.

Ángel expresa que su estancia en Yaxchilán fue una gran experiencia y se acostumbró a estar solo en la selva y a vivir de ella cuando los alimentos escaseaban.

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