Hablar de la propia muerte no es tema de locos
El tercer desafío del envejecimiento es sentirse y estar preparado para enfrentar el fin de nuestro ciclo en la vida.
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MÉRIDA, Yuc.- Platicando con los abuelos comentábamos que, de manera muy particular, pensar en la forma y circunstancias en la que inevitablemente nos llegará el momento de morir nos provoca sentimiento de rechazo y mucho miedo, lo que desafía nuestro deseo y capacidad de “ser felices”.
Abuelos y Familia, el tercer gran desafío del envejecimiento humano es sentirse –y estar- preparado para enfrentar la propia muerte.
Es importante mencionar que hablar de la propia muerte no es tema de locos, sino que requiere madurez psicológica y equilibrio emocional.
Prepararse para enfrentar la propia muerte es tema que aborda la psicología del desarrollo y, específicamente, la psicología evolutiva del ciclo vital, la cual nos enseña los principios y la base teórica para prepararnos, a lo largo de la vida, a adaptarnos a las diferentes etapas por las que pasamos todos los individuos en nuestro desarrollo vital y psicológico.
Uno de los lados, positivo y muy práctico, que tiene el hecho de estar preparado para enfrentar la propia muerte es que nos hará capaces de enfrentar cualquier reto o desafío que en vida se nos presente.
Qué te puede ayudar a estar preparado para enfrentar la propia muerte.
1. Trabaja responsablemente en tu madurez psicológica y en tu equilibrio emocional. Se trata de alcanzar una personalidad coherente. Es decir, que no haya contradicción entre tus convicciones, afectos y comportamientos. Que seas, como decimos comúnmente, de una sola pieza. Esto te dará más seguridad en ti mismo (personalidad) y una mayor serenidad (equilibrio emocional) –incluso- ante la idea de tu propia muerte.
2. Trabaja una visión espiritual y de trascendencia. A fin de cuentas es la única visión que te ayudará a integrar con perspectiva de historia, tu pasado, tu presente, con el futuro que puedas seguir construyendo más adelante. Una visión de trascendencia te llevará a considerar y a entender, serena y pacíficamente, que la vida física es limitada y termina cuando te toca abandonar este mundo material en el que has vivido y escrito tu historia, la cual dejarás como un legado –bueno o malo- imborrable, para todos los que en algún momento de tu largo camino por la vida caminaron contigo.
En conclusión, estarás listo para vivir intensamente y enfrentar cualquier desafío, incuso tu propia muerte, cuando puedas decir, junto con Amado Nervo: “Yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”