La corrupción somos todos

De acuerdo con el Barómetro Global, México es el país con mayor corrupción en América Latina.

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En esta frase derivó el lema de campaña de José López Portillo (1976-1982) “La solución somos todos”, luego de un sexenio de pesadilla en el que se convirtieron los sueños de administrar la abundancia del petróleo. Vendría después el de Miguel de la Madrid con su “Renovación moral de la sociedad” que terminó peor que su antecesor... y así han seguido los sexenios, unos más que otros, por eso que, dicen, tenemos en el ADN los mexicanos: la corrupción.

Si bien en todos los tiempos y culturas hay referencias a la corrupción y a las leyes que buscan frenarla, México parece condenado a padecerla por tiempo indefinido. El presidente Enrique Peña Nieto se comprometió a combatirla mediante la creación de una Fiscalía Anticorrupción y la Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción, emitida en julio de 2016, pero no ha pasado nada. El político y filósofo griego Cornelio Tácito, en el año 75 a.C., afirmó que “cuánto más corrupto es el Estado, más leyes tiene”.

Y parece que eso ocurre en nuestra patria, pues de acuerdo con el Barómetro Global de la Corrupción, México es el país con mayor corrupción en América Latina, donde en el último año más de la mitad de los mexicanos (51%) han sobornado a autoridades para acceder a servicios públicos. Los índices son muy inferiores, dice el estudio, en Trinidad y Tobago, donde solamente el 6% de las personas pagaron sobornos en el mismo lapso.

Según el Barómetro, México, Colombia, República Dominicana, Perú y Venezuela tienen el peor resultado, con calificaciones negativas en cuatro de cinco indicadores: variación en el nivel de corrupción; desempeño del gobierno frente al problema; corrupción en la policía; cantidad de ciudadanos que pagan sobornos y acciones de los ciudadanos contra la corrupción.

Y es que en México para casi todo es necesario recurrir al soborno, principalmente a los servidores públicos. Por eso se afirma que la corrupción se encuentra con mayor frecuencia en los grupos que detentan el poder, y por eso dicen también que el poder corrompe y que todo hombre tiene su precio. Lo peor es que lo tomamos de manera festiva y hasta acuñamos frases como “el que no tranza no avanza”.

La única forma de erradicar de nuestros genes y de nuestra cultura este llamado cáncer que nos corroe y se manifiesta todos los días y de diversas formas es con educación, y ésta comienza en casa. No hay de otra.

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