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El pasado domingo mucha gente quedó, como todos los años, nuevamente admirada al ver salir la luna llena con un hermoso color tirando a rojo, sin entender las causas de este fenómeno producido por las malas costumbres, todavía arraigadas, de quemar grandes superficies de vegetación para poder sembrar; lo cierto es que ésta es una costumbre que, no por ser ancestral, debemos seguir aplicando, ya que lo que creamos son espacios de emisiones de calor y contaminación atmosférica con alta incidencia en el cambio climático, que se suma a otros usos y costumbres que también impactan en este equilibrio climático.

La energía que recibe la Tierra desde el Sol debe tener un balance de equilibrio con la radiación que nuestro planeta emite desde su superficie; es decir, debe haber un equilibrio energético entre lo que llega y lo que sale. Está comprobado que cualquier factor o proceso que genere un cambio entre la energía que entra al sistema (en este caso la Tierra y su atmósfera) y la energía que sale de él, puede generar desequilibrio y condiciones para inducir procesos de cambio climático.

Y en torno a esta problemática de factores inductores del cambio climático, mucha gente se queja de que cada vez hay más calor en Mérida, lo que se debe al desequilibrio que produce el excesivo crecimiento de la mancha urbana, con altos porcentajes de espacios modificados por las viviendas y las vialidades, que almacenan calor e inciden en la sensación térmica, fácilmente comprobable si comparamos la temperatura entre los espacios arbolados del parque hundido y las aceras de la calle 60 en el Centro Histórico.

Se reconoce que una de las mayores amenazas a los sistemas naturales que dan sustento a la vida es la progresiva utilización de los recursos naturales, sin programas para su conservación o rescate, siendo un factor altamente preocupante la quema de combustibles, en la que mucho incidimos, la tala y la quema de bosques y áreas arboladas, procesos líderes en la liberación de bióxido de carbono, que al mezclarse con otros gases atrapa la radiación solar y aumenta las tasas de calor, es decir, inciden en el calentamiento global.

Es hora de cambiar; nos estamos tardando; no más quemas y menos uso del auto.

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