Almas en pena en el DIF de Progreso

Los hechos sobrenaturales fueron vistos hasta por la entonces Presidenta de la institución, quien después fue Alcaldesa.

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El columpio que se mece solo. (Jorge Moreno)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hace unos días, Manuel Jiménez Rodríguez, asiduo lector de esta sección, pidió que hablemos sobre casos de fantasmas en lugares oficiales, es decir, en edificios de los ayuntamientos, por lo que cumpliendo su petición hoy presentaré una investigación que hice hace algún tiempo en el local del DIF del puerto de Progreso.

En este sitio han ocurrido varios fenómenos paranormales, los cuales fueron vistos en su momento por la directora del DIF, María Esther Alonzo Morales, quien, por cierto, un periodo después se convirtió en la Presidenta Municipal del puerto.

De hecho, cuando me enteré de los sucesos que ocurrían en ese sitio, lo primero que hice fue entrevistar a la mandataria municipal: “Yo no lo creía, ya había escuchado por parte de varios empleados y del velador que veían cosas, sombras, que se movían ciertos objetos, escuchaban ruidos y que uno de los columpios del patio se movía sólo”, me comentó la Edil.

Y agrega: “un día me llamaron apuradamente y me dijeron que el columpio se estaba moviendo, fui a verlo y lo pude comprobar con mis propios ojos. Uno de los tres columpios se movía bastante y los otros dos estaban completamente inmóviles, obviamente, no se trataba del viento, fue así como comprobé lo que muchos decían, que ahí ronda el alma en pena de un niño o de una niña”.

Esto ocurrió cuando era Presidenta del DIF, poco después se convirtió en alcaldesa y ya con ese cargo nos autorizó realizar la investigación de campo. Cuando llegamos a la sede del DIF, notamos que es una casa antigua, que da a la esquina, hicimos una inspección ocular por todo el interior del edificio al mismo tiempo que entrevistábamos a don Juan, el velador de la casona desde hace nueve años, desde que trasladaron las oficinas ahí.

También nos acompañaron algunos funcionarios de esa administración, así como otros empleados y curiosos que trataban de descubrir que tan real era el caso.

Las situaciones que ahí ocurren, según nos dijo don Juan, iniciaron prácticamente desde el primer día que se mudaron ahí.

“En un principio, cuando empecé a trabajar acá, a eso de las seis de la mañana me zafaron el brazo de la hamaca con todo y 's' y me caí, poco después, en el cuarto donde trabaja la nutrióloga de nombre Amy, a eso de las tres de la mañana, escuché un fuerte ruido y al checar vi que se le cayeron todos sus libros y todo lo que estaba en su escritorio, a pesar de que estaba cerrada la oficina”.

Y agrega: “Han pasado muchas cosas. A la maestra Mechita, en su departamento le pasó lo mismo. Las puertas tienen pasadores por dentro y se abrían solas, primero decían que era por el aire pero esto no es posible porque no hay corrientes de aire ahí por lo cerrado del lugar”.

Fantasmas infantiles

Según pudimos averiguar, en lo que ahora es la sede del DIF, hace varios años era una casa particular y ahí, tras la muerte del padre e hijo de la familia, ambos fueron velados en la sala. Actualmente, esa habitación es donde se encuentran los consultorios, uno de los espacios donde mayor actividad paranormal han sentido los empleados.

Asimismo, al columpio que se mueve solo lo atribuyen al fantasma de un niña, ya que, según los empleados, en una ocasión, un niño esperaba a su mamá jugando en los columpios y dijo que estaba acompañado de una niña, pero en ese momento no había nadie en el área de juegos. El pequeño dijo que su “amiga” estaba sentada y meciéndose en el columpio izquierdo (el que reportan que se mueve sólo) y que cuando el niño se fue, la "amiga" se “difuminó” en la pared trasera.

Cuando escuchó esto una de las empleadas, se estremeció, ya que lo que el niño dijo coincide con lo que varios empleados habían visto semanas atrás. 

En ese entonces eran poco más de 20 los empleados que ahí laboraban, y al menos la mitad ya habían vivido situaciones paranormales, sin embargo, algunos de ellos prefirieron callar por temor a que no les creyeran o a las burlas.

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