Anís, ¿protección contra la Xtabay?

Don Víctor Mata, de Ticul, asegura que oler la especia le salvó de caer en las garras del mítico ser maya.

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Don Isidro relata que la Xtabay tenía un rostro hermoso y después se convirtió en un ser demoniaco. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Normalmente se piensa que la Xtabay sólo se aparece a los borrachos por las noches en el monte, pero hay casos de personas “en sus 5 sentidos” que se les ha manifestado este mítico ser de la cultura maya.

Al noreste de Mérida hay un enorme monumento, denominado “la glorieta de la Xtabay” debido a que, hasta hace 15 años, cuando ahí había puro monte, decenas de antiguos vecinos aseguraban que veían a la Xtabay justo en ese tramo.

En la ciudad de Ticul es conocida la historia de Víctor Mata, un octogenario que en al menos tres ocasiones vio a la Xtabay, y asegura haberla derrotado oliendo anís. Este es su testimonio: 

“Cuando era joven e iba a las fiestas de los pueblos, me salía muy tarde, ya no había transporte y para ahorrar camino me metía al monte, pero yo sabía que me podía topar con la Xtabay, por eso seguí el consejo de mi abuelo y llevaba un poco de anís en la bolsa y cada vez que veía a la Xtabay, o escuchaba su canto hipnotizador, olía el anís y se acababa el embrujo, así podía seguir mi camino. Sin embargo, la primera vez no pude hacerlo, acabé todo lleno de espinos, tirado en el monte, de milagro no fallecí”, señala el anciano.

Otro caso interesante relacionado con la Xtabay ocurrió a principios de los años noventa, cuando don Isidro Kantún (en ese entonces de 55 años de edad), de la comisaría de Komchén (Mérida) se extravió en el monte y lo atribuyó al mítico ser del Mayab.

Resulta que un día salió de su pueblo y caminó un kilómetro hacia la carretera donde pasa el camión que lo lleva a Mérida, a donde trabaja; pero dieron las siete de la noche (hora a la que don Isidro arribaba puntualmente a su casa) y no llegó.

Su esposa se preocupó mucho, ya que su marido no bebia y nunca llegaba tarde; cerca de la medianoche salió junto con sus hijos y familiares hacia el paradero donde preguntó a los vecinos por su esposo, pero nadie sabía nada.

Ni rastro de don Isidro

Se reportó esto a la policía, acudieron a los hospitales, a la Cruz Roja y ni las luces de este señor. De hecho, muchas personas se metieron al monte para ver si no estaba ahí (en el tramo donde pasa la carretera Progreso-Mérida) y no se encontró ningún rastro.

Justo al quinto día de la desaparición, unos jóvenes que caminaban por la carretera vieron a un señor flacucho, desarrapado, que parecía estar a punto de desmayarse, que se encontraba sentado en una piedra, se le acercaron y de inmediato lo reconocieron ¡era don Isidro!

Estaba sentado en el mismo lugar donde lo vieron la última vez, ya que ahí esperaba su camión rumbo a Mérida; de inmediato llamaron al doctor del pueblo y a la policía; don Isidro estaba deshidratado y parecía no haber comido en varios días.

Cuando finalmente logró recobrar fuerzas y hablar, en verdad sorprendió a todos al narrar que la mañana en que desapareció fue como todos los días, pero al acomodarse junto a la Ceiba que está a un costado de la carretera vio a una mujer de cabello largo negro, vestida con una bata blanca, que lo llamaba, él se sintió como hipnotizado o atontado y la siguió al interior del monte y luego ya no supo más. Y además ¡a plena luz del día!

Su relato podría parecer extraordinario y poco creíble pero… ¿Cómo pudo meterse al monte y perderse cuando don Isidro conocía ese tramo como la palma de su mano? ¿Cómo los más de 100 voluntarios fueron incapaces de dar con él cuando peinaron una y otra vez esa misma parte del monte?

La gente antigua está convencida del testimonio de don Isidro, no tiene ninguna duda: se lo llevó la Xtabay, a plena luz del día y sin que estuviera borracho; no sabía el secreto del anís…

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