Estela Solís Suaste, una vida llena de milagros

La fundadora de la Casa de Descanso de los Abuelos A. C. se dice agradecida con la vida y Dios por la bendición del apoyo que ha recibido para su fundación.

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Estela Solís Suaste es conocida como “Mamá Estelita”. (Luis Pérez/SIPSE)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Estela Solís Suaste, conocida como “Mamá Estelita”, es la fundadora de la Casa de Descanso de los Abuelos A. C., y mujer comprometida con las personas de la tercera edad desde hace 35 años, agradecida con la vida y con Dios por la bendición del apoyo que ha recibido de gente de la sociedad e instituciones públicas y privadas.

En la actualidad atiende a 38 personas con un equipo en el que colaboran sus hijos y con quienes ha consolidado una gran familia, ayudando a los hombres y mujeres que son abandonados en hospitales o en la calle para darles una vida digna. Además de ser madre, directora y promotora de esta causa, se da el tiempo para escribir.

Una misión temprana

Su misión la tomó desde los nueve años, y la reforzó en su juventud tras un evento familiar que califica como un milagro: su madre, a quien le auguraban sólo tres meses de vida, debido al cáncer que padecía, vivió 38 años más, luego de que Estelita pidió con fe su salud e hizo un pacto con Dios para servirle hasta el último de sus días. Hace dos años su progenitora dejó de existir, a los 96 años, y la causa de su partida no fue el cáncer. 

“Desde niña tuve la bendición de asistir a la Primera Iglesia Bautista, y las consejeras me enseñaron el amor al prójimo... Desde pequeña mi papás comenzaron a aumentar el número de platos en la casa, porque yo me dedicaba a regalarle alimento a los viejitos de la cuadra de la colonia Azcorra”, recordó mientras sonreía.

Luego del episodio de su madre, se dedicó a cuidar personas con cáncer en fase terminal conocidos de su comunidad o a quien solicitara su ayuda, hasta sus últimos días y sin cobrar.

Posterior a ello, al enterarse de casos de abuelitos abandonados, volvió sus ojos a las personas de la tercera edad y los rescataba llevándolos a su casa, compartiendo el alimento de su esposo e hijos con los nuevos habitantes. Fue una etapa difícil. Llegó a atender a tres adultos mayores, antes de iniciar la asociación.

La Casa de los Abuelos y la cadena de milagros 

Hace 35 años comenzó a atender a personas de la tercera edad abandonadas, y desde hace 11 fundó la asociación civil con la que inició la Casa de Descanso de los Abuelos, con un grupo de voluntarios. En la actualidad puede dar recibos deducibles de impuestos y cuenta con vínculos de colaboración con instituciones como la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia (Prodemefa), la Fiscalía General del Estado de Yucatán (FGEY), el DIF estatal y municipal, Cruz Roja y el Hospital General “Dr. Agustín O’Horán”.

“Todo lo que nos ha sucedido son una serie de milagros. Todo lo que necesitamos ha llegado en el momento justo”, apuntó.

El predio de la asociación se lo prestaron por cinco años, y luego el dueño la sentenció: pagan renta o se van de la casa. En ese proceso, una familia se acercó a darle un donativo y además le anunció que le darían un terreno en Cholul, aunque le ofrecieron otra opción, comprarles la casa en la que estaban, pero el propietario no quería venderla.

Posteriormente, el dueño le pidió dinero por concepto de la renta adelantada para el tratamiento de la enfermedad de su esposa. La familia bienhechora ayudó a pagar todo y el propietario accedió a vender, el trámite de compra-venta se hizo en el hospital; casi milagrosamente, al poco tiempo, la esposa se curó, y ni quisiera tuvieron que usar el dinero de la transacción para la recuperación.

El reto principal: pagar los servicios, alimentación y la salud de los inquilinos fueron resueltos por la generosidad de particulares y organizaciones.

“Te digo, puros milagros”, enfatizó, y recordó que en sus inicios, un día con 50 pesos y 10 abuelos más personal, estaban pensando cómo alimentar a todos con tan poco dinero, y mientras decidían cómo “estirar” el presupuesto llegó al lugar una familia para donar verduras, pollo, arroz... Y resolvieron el día… Como este caso tiene varias experiencias extraordinarias. 

“Cuando pasan cosas así, no me puedo rendir porque Dios no me deja, me sostiene dándome lo que necesito. Hasta me pongo a llorar porque me conmueve tanto apoyo. Una vez, cerca Navidad, con un recibo por pagar de casi seis mil pesos nos llamaron unas personas que deseaban hacer un donativo de alimentos, pero querían dar algo más, resolver una necesidad apremiante; les comenté del adeudo y lo pagaron”, abundó. 

Trabajo con instituciones

A diferencia de años anteriores, la incertidumbre ya no es de todos los días, gracias a un premio nacional de altruismo recibe un apoyo mensual, al igual que de instituciones de gobierno, no gubernamentales, miembros de la comunidad bautista y particulares empáticos a la causa. 

Una mujer de metas

Con la responsabilidad de encabezar y atender a los residentes del albergue, haberse formado en primeros auxilios, no descuidó a sus hijos, los incluyó en la misión y uno de ellos, inspirado por su trabajo, se dedica a la enfermería y apoya a la institución. 

Además, Estela se organiza para dedicar tiempo a una de sus pasiones, la literatura, y en marzo se graduará en la Escuela de Escritores “Leopoldo Peniche Vallado”. Actualmente, desarrolla el texto “Las memorias de mis abuelitos”, donde compilará sus experiencias y la de los habitantes de la casa.

Perfil y trayectoria
  • En reconocimiento de su labor ha recibido las siguientes distinciones:
  • Premio Nacional de Altruismo entregado por la Fundación Simi.
  • Premio Estatal de la agrupación Por un país mejor A. C.
  • Premio “Héroes de la comunidad” entregado por la Universidad Interamericana para el Desarrollo. 
  • Reconocimiento entregado por la Comisión de Derechos Humanos de Yucatán por su labor humanitaria.

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