Asesinato familiar, consecuencia de pacto infernal

Un compañero del exmilitar que acabó con su esposa y sus hijos en San José Tzal revela una extraordinaria confesión.

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Esta es la casa en donde ocurrió la tragedia. Varios vecinos aseguran que se ven y escuchan llantos provenientes de ella. (Archivo)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hace dos años, una tragedia conmocionó a mucha gente en esta ciudad y en todo el estado de Yucatán: un exmilitar asesinó a su esposa, a dos de sus hijos y posteriormente se suicidó de un disparo en la cabeza con su arma de cargo. Esto ocurrió en el fraccionamiento San José Tzal de la capital yucateca.

La sociedad se impactó con esta noticia, ya que el exmilitar Gregorio Hidalgo Magaña Cervantes disparó a sangre fría en contra de su esposa (con quien había discutido minutos antes) de quien estaba separado, y contra sus hijos de siete y nueve años de edad, matándolos a los tres. 

Su hija, de 13 años, huyó escapándose por la ventana del baño, llevando entre sus brazos a su hermanita de dos años. Al ver esto, el asesino salió a la calle y les disparó, hiriendo a ambas pero por fortuna lograron sobrevivir.

Pocos instantes después, Magaña Cervantes se suicidó disparándose en la cabeza; para cuando llegaron los policías y el personal del ejército, ya no había nada que hacer, no daban crédito a lo que veían sus ojos.

Hasta aquí, todo esto podría ser solamente una crónica policiaca, sin embargo, hay datos estremecedores. 

A los pocos días de la tragedia varios vecinos afirmaban escuchar por las noches gritos y lamentos en el interior de la casa, incluso veían sombras, mientras el lugar estaba acordonado y las puertas habían sido selladas por la policía.

Al ir a investigar me encontré con personas que aseguraban que esto era real, que incluso habían visto sombras deambular en el interior de la casa y hasta algunos agentes de la Secretaría de Seguridad Pública habían sido testigos de lo anterior.

Gregorio decía que ya estaba cansado de su mala suerte y que merecía una mejor vida

Pocos días después acudieron a mis oficinas Emmanuel Chuil Silva y su sobrino Angel Ek Solís, quienes me dijeron que trabajaban por ese rumbo y que al acudir al sitio pocos días después de los asesinatos, tomaron fotografías desde la calle, y en las fotos se observaban tres rostros en el interior de la vivienda.

Al mostrarme la foto desde su teléfono celular esto se notaba con claridad, sin embargo debido a que la foto fue tomada en “baja calidad”, al momento de ampliarla en una computadora, se distorsiona por el bajo pixelaje y los rostros prácticamente “se pierden”.

Hace unos días pude platicar con un integrante del Ejército que conoció en vida al asesino, y me dio una versión un tanto extraña y sorprendente de lo que pudo haber ocurrido:

“Conoci a Gregorio hace ya varios años, desde antes que lo dieran de baja; siempre me pareció buena gente, eso sí, era muy duro de carácter, un día escuché que quería hacer un pacto con el demonio y estaba buscando a una persona que lo ayudara, pues decía que ya estaba cansado de su mala suerte y que merecía una mejor vida”.

“Un compañero le dijo que si pactaba con el demonio a lo mejor tendría que dar en sacrificio a un ser querido y vaya que nos sorprendió su respuesta pues dijo que no le importaba que si para hacer el pacto tuviera que matar a su esposa e hijos él mismo, con tal de que el diablo le cumpliera sus deseos”.

“Cuando me enteré de la tragedia me dio miedo tan sólo de pensar que hubiera asesinado a su familia porque hizo el pacto, aunque al suicidarse ya no tuvo oportunidad de que el demonio le cumpliera su deseo (dinero), al menos no en esta vida”, finalizó.

No sabemos a ciencia cierta si Gregorio hizo un pacto con el demonio o asesinó a su familia solo por que padecía serios problemas, pero lo cierto es que hasta hace un par de meses continuaban los reportes sobre los “gritos y lamentos” que se escuchan en varios rumbos del fraccionamiento San José Tzal.

(Nota del editor: la niña de dos años falleció el 3 de agosto de 2011 en un hospital a consecuencia de un impacto de bala en la cabeza).

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