Lo mataron para robarle cuatro libros

Uno de los asesinos dijo sentirse arrepentido y fue a la policía a confesar el crimen.

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En este predio de la colonia Hidalgo se cometió el asesinato. (Milenio Novedades)
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Francisco Puerto/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Juan P. A. O. y José D. F. M., ambos de la Ciuad de México, fueron puestos a disposición de un juez de control por el asesinato del exempleado del INAH Carlos A. P. A. “Cabinho”, al que golpearon brutalmente para robarle sus escasas pertenencias, que se limitaban a unos cuantos libros.

El segundo de los arriba mencionados, supuestamente arrepentido, al enterarse de la muerte de Carlos, acudió ante las autoridades y habló en torno a los hechos.

Es por ello, que fue detenido en cumplimiento de una orden de aprehensión, al igual que su compañero, para que respondan por el delito de homicidio calificado.

Oficialmente, la Fiscalía General del Estado no ha informado sobre este hecho, sólo trascendió, cuando se levantó el cuerpo del ahora occiso, que la causa de la muerte pudo deberse a una sobredosis o mezcla de drogas, alcohol y medicamentos que ingería Pérez Álvarez.

Lo anterior, porque un día antes, su hijo lo llevó a un hospital, porque se quejaba de fuertes dolores, porque había sido golpeado por un par de sujetos que entraron a su casa.

Los hechos 

Trascendió que José D. F. M., el 10 de agosto, fue a casa de su amigo Juan P. A. O. para pedirle hospedaje (predio número 227 de la calle 52 entre 51 y 53 de la colonia Nueva Hidalgo, donde empezaron a ingerir bebidas embriagantes.

A las 6 de la tarde, al gastárseles el dinero para seguir comprando bebidas, decidieron ir a casa de “Cabinho” en busca de algo para robar y vender, pues sabían que éste vivía solo y también era adicto. Al llegar al predio del ahora occiso (calle 53 por 49 de la misma colonia), fueron sorprendidos por el dueño, al que sometieron y golpearon para robarle lo poco de valor que tenía, que fueron cuatro libros.

Le entró el remordimiento

  • Los ladrones vendieron esos libros, y con el dinero que obtuvieron siguieron ingiriendo bebidas embriagantes y al día siguiente, cuando estaban en la calle, riñeron y fueron detenidos por la Policía por disturbio. Cuando salieron de la cárcel y al enterarse de la muerte del excustodio, José D. F. M. se presentó a declarar.

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