Por agiotista habrían matado a vecina en Pensiones

La mujer era maestra pensionada, prestamista, dueña de varios locales comerciales y una tienda de disfraces.

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La maestra jubilada, Nelly de los Ángeles Contreras Ramírez, fue asesinada en el transcurso de la noche del jueves en su domicilio. (Jorge Sosa/SIPSE)
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Luis Fuente/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Otro homicidio de una mujer de la tercera edad que se descubrió ayer en la zona poniente de Mérida ha encendido las alertas en la ciudad. Como informamos en nuestra edición del viernes, Nelly de los Ángeles Contreras Ramírez, de 68 años de edad, fue asesinada en el transcurso de la noche del jueves en su domicilio en el fraccionamiento Fovissste de Pensiones, presuntamente en un robo, ya que la ahora occisa se dedicaba al agio.

Las autoridades policiacas también siguen una línea de investigación sobre la probabilidad de que el móvil fuera la venganza por parte de algún cliente que perdió algún inmueble por no pagar el préstamo que recibió.

Esta mujer era madre de la artista cómico-regional “Shirly la Chonchita”, quien actúa en el programa “¡Qué Rico!”, del Canal 13 de TV local y cuyo nombre real es Claudia Cámara Contreras.

La práctica de la usura en Yucatán es un negocio rentable para algunas personas que lograron amasar cierta fortuna y que, en lugar de depositarla en una institución bancaria, prefieren darle 'movimiento' a su dinero por medio de préstamos a gente necesitada, a cambio de alguna garantía, normalmente inmuebles, y con altos intereses, mismos que a veces resultan impagables.

El negocio es redituable si se toman en cuenta los excesivos réditos que cobran y, además, porque cuando el deudor no puede pagar, el agiotista se adueña de las propiedades que recibieron en garantía, que son muy superiores al monto prestado.

Sin embargo, este tipo de negocio es riesgoso, porque existe el rumor de que las personas que lo practican, llamados 'agiotistas', 'usureros' o 'prestamistas', guardan fuertes cantidades de dinero y joyas en sus domicilios, lo que es una tentación para alguien que quiere hacerse de dinero fácil.

Los hechos

De acuerdo con las autoridades, el incidente ocurrió anteanoche en la casa marcada con el número 341 de la calle 5-B por 1-A de la mencionada zona habitacional, donde la sexagenaria vivía con su hija Elmy Luzney Cámara Contreras. La ultimada era muy conocida por el rumbo, por lo que su muerte causó gran conmoción en la zona. Era maestra pensionada y tenía unos locales en renta, así como una tienda de disfraces a unos metros de su casa.

El crimen fue descubierto en los primeros minutos de ayer por Elmy Luzney, de 46 años de edad, cuando llegó a la casa y vio abierta la puerta principal.

Al entrar, Elmy Luzney notó que las cosas estaban revueltas y al subir a la segunda planta encontró a su madre muerta en la cama de su habitación, con los pies amarrados con una media. En la recámara también había signos de violencia.

La mujer avisó de los hechos al número de emergencia 066, por lo que minutos después llegó una ambulancia de la Secretaría de Seguridad Pública, cuyos paramédicos sólo pudieron confirmar que la anciana había fallecido.

También llegaron elementos de la SSP y de la Policía Ministerial para tomar conocimiento de los hechos. Incluso supuestamente fueron detenidos tres albañiles, que trabajaban en el inmueble, para que rindieran sus declaraciones ante el Ministerio Público.

Personal del MP y Servicios Periciales de la Fiscalía General del Estado se presentó al lugar a efectuar el levantamiento del cadáver de la sexagenaria y llevar a cabo las diligencias legales correspondientes.

La autopsia, realizada por el Servicio Médico Forense, determinó que la causa de la muerte fue asfixia por sofocación, es decir, fue estrangulada o le taparon la nariz y la boca con algún objeto, probablemente, una almohada.

En la cochera de la casa se encontró una camioneta EcoSport con placas ZAC3679, propiedad de la hoy occisa.

Sonados asesinatos de usureros 

El 25 de septiembre de 1937, en Progreso, fue asesinado el usurero Secundino Martínez por su hijo Eufemio, para robarle alhajas y dinero.

El 6 de mayo de 1940, en los altos del edificio “La Sombrilla”, ubicado en la calle 60 por 65 y 67, al lado de lo que fue el “Diario del Sureste”, fue asesinado el usurero de origen francés Juan Bordés. 

El conocido delincuente Guadalupe Quijano Dzul, en compañía de Remigio Cua, asaltaron al prestamista europeo, a quien mataron golpeándole la cabeza con una barra de fierro, y huyendo del lugar luego de robarle cuantioso botín. Días después fue detenido Quijano Dzul en una barbería y después cayó Cua.

Quijano Dzul fue sentenciado a 26 años de prisión, pero falleció en el Hospital O'Horán por complicaciones cardiovasculares. No tenía parientes y nadie lo iba a visitar a la cárcel.

Triple crimen de “La Jardinera”

El primer sonado multihomicidio que sacudió a la sociedad yucateca ocurrió el lunes 23 de febrero de 1976 en el predio ubicado en la esquina de la calle 65 por 72, conocida tradicionalmente como “La Jardinera”.

Aquel aciago día, el carpintero José Candelario Mis Paredes había ido temprano al domicilio del matrimonio Poveda Ricalde, personas dedicadas al agiotismo, a realizar unos trabajos de su oficio.

Aprovechando su estancia en la casa, el ebanista intentó persuadir a la señora Eneida Ricalde Gamboa de Poveda para que le prorrogara una deuda que había contraído con ella, en la que iba de por medio su humilde vivienda. Como no pudo convencerla y como -declararía después el asesino- la Sra. Ricalde le contestó con dureza, se ofuscó y sin mediar más palabras el hombre se le fue encima a la mujer y la emprendió a golpes de martillo y formón hasta matarla.

Al oir los gritos, la hija de la ya asesinada, Eneida Poveda Ricalde, acudió en auxilio de su madre, pero también fue atacada mortalmente por el en esos momentos enloquecido homicida.

Sediento de sangre y fuera de sus cabales, Mis Paredes se fue encima del Dr. Arcadio Poveda Cárdenas, al que hirió gravemente –le lesionó el marcapasos que tenía con el formón-. El galeno falleció al día siguiente.

La que salvó su vida fue la sirvienta, quien casualmente había salido a comprar a la tienda y quien, al regresar, se topó con el multihomicida, bañado con la sangre de sus recientes víctimas, por lo que despavorida corrió para dar aviso a los vecinos.

El carpintero asesino, que escapó desesperadamente por el portón lateral, que da a la calle 72, fue detenido ocho horas después de haber cometido ese horrendo crimen, en su propio domicilio, donde había ocultado en un armario las herramientas aún manchadas de sangre, así como su ropa también con rastros hemáticos.

Mis Paredes salió libre hace varios años por buen comportamiento, y los asesinados eran padres y hermana del eminente científico yucateco Arcadio Poveda Ricalde.

Multihomicidio en el despacho Palomeque

En mayo de 1993 tuvo lugar uno de los más trepidantes y misteriosos casos policíacos en los anales de la historia del crimen en Yucatán. El abogado Armando Palomeque Río, su asistente Leydi Montalvo Rivero y su secretaria Judith Benítez Pech fueron muertos a balazos en horas del mediodía, luego de ser torturados en el interior del bufete propiedad del primero, ubicado en la calle 70 por 55, a una cuadra del parque de Santiago.

Entonces se detuvo al esposo de Leydi Montalvo, Iván Espínola Gil, a quien se acusó de cometer el triple asesinato por 'celos', pues al principio se manejó la versión de que el licenciado Palomeque y su asistente sostenían un romance, además de que ese día Espínola Gil fue visto rondado la oficina donde trabajaba su esposa, y también se encontraron rastros sanguíneos en las suelas de sus zapatos –él diría en su declaración que fue al Semefo recoger el cadáver de su esposa y ahí pisó sangre- y se le hallaron manchas de grafito en uno de sus bolsillos, los mismos que había en la oficina donde ocurrió el triple crimen.

Los investigadores también mencionaron que encontraron cartas comprometedoras de los supuestos amantes y que en uno de los cajones del escritorio del abogado había ropa interior que pertenecía a Leydi Montalvo. 

Unos meses, el sospechoso fue dejado en libertad y se manejó entonces una nueva versión: que se trataba de una venganza por agio, ya que Palomeque daba dinero al interés, o un móvil político.

Hasta la fecha este caso no fue resuelto y el misterio sobre quién fue el verdadero asesino o asesinos sigue flotando.

El crimen de las dos mujeres

La tarde del domingo 22 de agosto de 1999 fueron asesinadas con saña la señora Elda Zurita Azcorra de Ricalde, de 70 años de edad, y su hija, la bailarina de ballet Cynthia Sue Ricalde Zurita, de 35 años, y herido de gravedad el novio de ésta, Alejandro Carlo Varela Baeza, en el predio ubicado en la esquina de las calles 68 con 57 y 55-A, a una cuadra del parque de Santiago.

Ese día, los novios Cynthia y Alejandro habían ido al cine a Plaza Dorada, por lo que la señora Zurita se había quedado sola en su domicilio, pues también estaba ausente su esposo, William Ricalde Gamboa, hermano precisamente de la asesinada por el carpintero en 1976.

Los criminales habían aprovechado que doña Elda estaba sola para visitarla. Ésta les abrió la puerta confiada, pues eran sus clientes, pero iban con la firme intención de asaltarla y matarla. Amordazaron a la anciana y la torturaron, pero ella nunca reveló dónde escondía su dinero y alhajas. 

Tras estrangular a la mujer, los asaltantes revisaron la casa y cuando eso hacían, llegó Cynthia Sue y su enamorado, a quienes los homicidas sorprendieron al entrar a la casa.

A la joven le deshicieron el cráneo a martillazos en el baño, y al novio también lo golpearon con la intención de matarlo, pero sobrevivió al ataque y fue quien dio la pista para atrapar a los malhechores, a quienes también se les cayó un celular que sirvió para las pesquisas.

Los asesinos resultaron integrantes de una familia oirunda de Tabasco, Ciudad del Carmen y Chiapas. Eran el abuelo Moisés Méndez Mejenes, de profesión médico anestesiólogo; su hijo Manuel Méndez Angulo y el nieto, así como otros dos cómplices. A excepción de uno que estuvo prófugo hasta hace poco, todos purgan condena actualmente, aunque nunca reconocieron ser culpables del doble crimen.

El último inculpado en el crimen de las mujeres Zurita, atrapado hace poco, trabajaba como cuidador de un museo en Veracruz.

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