Una vida en constante crecimiento

"Le debo todo a mi madre, ella me dio muchas armas y suerte. Y después de su partida ella sigue ayudándome” afirmó Bertha de la Peña.

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La maestra de ballet Bertha de la Peña descubrió desde niña cuál sería su proyecto de vida. (Milenio Novedades)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- Por el séptimo arte Bertha de la Peña descubrió desde niña cuál sería su proyecto de vida. La película “Las zapatillas rojas” significó una mirada a su futuro, lleno de retos, belleza y movimiento, un mundo que conserva hasta la actualidad tras 60 años de exitosa trayectoria, que comparte con generaciones de bailarinas formadas en el Centro de Enseñanza y Compañía que fundó.

Poseedora de un talento admirable y un espíritu inquebrantable, no ha detenido su labor, aun en los momentos en los que su salud no ha bailado a su ritmo. 

Su hogar, su escuela, su vida, están juntos, los días los transcurren entre ambos sitios, su familia y sus viajes en los que sigue experimentando la magia de la danza como espectadora, disfrutando de montajes que enriquecen su espíritu.

“La gran pasión que tengo por el baile me da una fortaleza que me mantiene saludable y feliz, porque el ballet es alcanzar metas todo el tiempo, todos los días me levanto y doy mi clase.  El ballet es toda mi vida”, resume.

Con determinación desde la infancia

Su madre, la señora Bertha Casares Villamil (q.e.p.d.), sin proponérselo le dio el boleto de entrada al mundo de la danza el día que fueron a la función de “Las zapatillas rojas”. No se imaginó que la fascinación de su pequeña de ocho años le duraría toda la vida.

“Le dije mamá yo quiero ser bailarina y lo tomé tan en serio que este es mi año 60 de carrera. Han pasado tantos años y yo sigo enamorada del ballet como el primer día”, recordó sonriente.

Por el amor a su pequeña y las ganas de que realizara su sueño, su madre la inscribió a sus primeras clases con Rosita Medina,  luego consiguió sesiones particulares con la maestra Amalia Cardós, maestra que Bertha considera fue la persona que le dio las herramientas para triunfar. 

En ese momento comenzaron sus pasos a la cima, sus avances fueron tan destacados que a los 14 años ya alternaba como maestra en su academia en los altos del Teatro Peón Contreras y como estudiante en la escuela de ballet Alicia Alonso, en La Habana, que dejó por el peligro que corría durante los conflictos por el triunfo de la Revolución en 1959.

Formando su camino de la mano de su madre

El deseo de ser bailarina de Bertha y al determinación de su madre fueron la combinación ganadora de esta historia de éxito, con la fuerza de ambas no hubo ningún reto que no afrontaran sin obtener resultados satisfactorios. 

Bertha de la Peña recuerda que en su afán de avanzar, durante una visita a la Ciudad de México su mamá la acompañó a inscribirse a las clases de Madame Nelsy Dambré, quien vio en la joven un potencial importante y le dio clases durante ocho años.

“El día que la conocimos le dije a mi mamá no hables, yo me presentaré. Esto porque ella no era objetiva a sus ojos yo era su Pavlovita (Ana Pavlova). Cuando la maestra me escuchó y le preguntó a  mi madre cuáles eran los planes para mí y ella respondió que volver a Yucatán. Madame Nelsy le dijo: sería un crimen que la regrese a Mérida. De inmediato le dije mamá ésto es lo que quiero”, cuenta Bertha, quien en ese momento le encargó a su madre el manejo de su academia, con apoyo de las  estudiantes avanzadas.

Como alumna de Dambré supo de la convocatoria para renovar el Ballet Concierto, en el que Bertha de la Peña fue admitida y del que salió ocho años después. 

“Siempre le dije Mamá: me diste unas alas enormes. Le debo todo a mi madre, ella me dio muchas armas y suerte. Y después de su partida ella sigue ayudándome, porque me ha pasado de todo, enfermedades y aquí sigo. Me cierran las puertas pero siempre tengo ventanas. Qué más puedo pedirle a la vida, soy muy feliz, ya estoy preparada no sé qué me depara el destino, me han hecho muchos homenajes, porque como dicen, todo en vida”, comenta con mirada de ensueño. 

Bertha de la Peña comenzó a  compartir su arte en clases y durante su estancia en la Ciudad de México quiso hacerlo en la Academia Mexicana de la Danza, donde en un principio no la admitieron por considerarla una exponente de provincia que no cumplía con el perfil. 

Luego de varias audiencias fallidas y armándose de valor, un día se plantó en el estacionamiento del Palacio de Bellas Artes y decidió esperar a que llegara el director de aquella institución, Celestino Gorostiza, para expresarle su deseo. 

Tras una breve charla en la que expuso su trayectoria, le ofreció ayudarla y al poco tiempo ya impartía clases en esa institución.

Durante esa época consigue una beca en Francia, pero por cuestiones de salud no pudo aceptar. Sin embargo, el destino le tenía reservado algo importante y eventualmente consiguió otro pase, ahora para estudiar en Londres. En aquel entonces, ya con casa e hijos aceptó el reto.

En ese periodo disfrutó y padeció su estancia, con jornadas agotadoras pero picando piedra en la construcción de su prestigio. Una de sus mayores satisfacciones en esta etapa fue recibir la invitación para formar parte como consejera del comité del XXXII Festival Anual de Música, Danza, Oratoria y Drama de la ciudad de Cambridge.

Retorno a Mérida

Como madre, maestra y bailarina consagrada regresa a Mérida para fundar su estudio, en el Colegio Peninsular,  bajo el nombre de “Academia de Baile Clásico”.

Posteriormente fue invitada como primera bailarina de recién fundado Ballet Clásico de Mérida. Los compromisos profesionales no le permitieron dedicarse al 100 por ciento a esta labor y tiempo después fundó el Centro de Arte Bertha de la Peña, desde donde impulsa su ballet de cámara, con estudiantes destacadas de su academia, entre las que sobresale, su hija Mariela Romero de la Peña.

“Construir la escuela fue uno de los retos más difíciles que he sorteado, hipotequé todo lo que pude y gracias al apoyo de los padres de mis alumnas se construyó. Me siento orgullosa de lo que hoy es un monumento al esfuerzo, la amistad y la fe”, concluyó.

Perfil
  • Bertha de la Peña nació el 11 junio de 1940
Trayectoria
  • Fue la primera extranjera como consejera del comité del XXXII Festival Anual de Música, Danza, Oratoria y Drama de la ciudad de Cambridge.
  • Pertenece a la Sociedad Mexicana de Maestro de Danza.
  • Recibió la medalla “Toda una vida en la danza” del Instituto Nacional de Bellas Artes.
  • Reconocimiento por 50 años en el ejercicio de la danza del Instituto de Cultura de Yucatán.
  • Distinción por  la trayectoria y vigencia artística por el Comité Mexicano de Danza del Instituto Internacional de Teatro de la Unesco.
  • Reconocimiento por  la compañía Umbral Danza Contemporánea, el Festival Avant Garde y la Red de Danza por las Américas.
  • En septiembre de este año, su Centro de Arte, cumple 22 años de haberse fundado.
  • Es madre de dos hijos Bernardo  y Mariela Romero de la Peña, ésta última bailarina destacada y maestra de su centro de enseñanza. 

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