Continúan los 'sacrificios' en cenotes de Yucatán

Un buzo que murió la semana pasada se suma a la extensa lista de personas que se han ahogado en esas bellezas turísticas.

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El cenote Bolonchojol (Nueve Hoyos de Ratón) es uno de los más bellos de Yucatán. (Sergio Grosjean/SIPSE)
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Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La semana pasada se sumó una muerte a la infinita lista de fallecidos en los cenotes de Yucatán, y todo indica que la tendencia negativa se alargará en caso de no tomar las decisiones correctas. 

Es verdaderamente lamentable e increíble que en estas épocas continúen pereciendo personas por ahogamiento, a pesar que el 99% de las muertes podrían evitarse si se respetaran o se hicieran respetar los reglamentos.

Curiosamente los menos culpables son los accidentados, ya que ellos solo asisten a disfrutar de la magia del lugar y no tienen por qué estar versados en el tema de seguridad, ya que esa función le corresponde a los que usufructuan el lugar, y en este caso específico toda la responsabilidad debe recaer en la cooperativa que administra el cenote Bolonchojol (Nueve Hoyos de Ratón).

Es simple, cuando usted se sube a un avión la tripulación le instruye qué hacer en caso de emergencia, y me pregunto por qué a los turistas no se les explica cuál es el riesgo de entrar a un cenote; o por qué al menos no se instalan en los paradores carteles alusivos al sitio; aunado a que nos seguimos preguntando por qué no hay un solo salvavidas o chalecos tal y como lo marca la ley.

Un simple calambre puede ser motivo para que alguien se ahogue y hasta un experto podría experimentarlo y fallecer; pero si hubiera un salvavidas la cosa cambiaría. Esto simplemente nos indica que hay una falta de regulación en estos sitios por no decir una estridente anarquía, y la persona que falleció la semana pasada -como casi todas las ahogadas- podría estar viva en caso de que ese parador cumpliera con el reglamento.

Uno de los cenotes más bellos

Sin duda, este sitio es uno de más bellos que se explotan turísticamente en Yucatán, ya que los efectos y contrastes de luz y obscuridad que se aprecian por medio de sus oquedades resultan fascinantes. El lugar por muchos años fue el sitio por excelencia para los buzos del estado y de los primeros en ser explorados, según nos comenta José (Chepo) Ruiz Silva, líder del proyecto del atlas de los cenotes de Yucatán en la Seduma. 

La cavidad fue prospectada por primera vez en los años ochenta por miembros de la Sociedad Yucateca de Espelobuceo, y según nos narran Fernando Rosado y Mike Dutton -pioneros del espeleobuceo en Yucatán-, que en esas épocas como no contaban con equipo de buceo especializado para cuevas, como podrían ser lámparas subacuáticas, líneas guía etc., la exploración resultaba muy riesgosa, y los expedicionarios accedían a muchos cenotes con focos de automóvil que estaban conectados a unos cables que se abastecían de energía desde del mismo vehículo en el que iban, y esta cablería fungía a la vez como línea guía o línea de vida.

Muchas veces se les agotaba la pila del automóvil y tenían que salir a empujarlo para arrancarlo y así tener luz nuevamente. Siendo el año de 1998, y ya con equipo sofisticado para aquel entonces, Roberto Hashimoto y Agustín García realizan el primer levantamiento de la cavidad, y con base a ese trabajo consideramos que para un buzo con el adiestramiento adecuado este sistema resulta muy sencillo, siempre y cuando se respeten las normas de seguridad, ya que en el pasado se rompieron y por ello fallecieron varios buzos.

Entre la fauna que allá habita podríamos citar una especie única en el planeta y llamada Dama Blanca o Pez Ciego (Olgibiapearsei), así como  crustáceos conocidos como camaroncillos, isópodos y los bagres llamados aluh entre los mayas.

Prohibición en el siglo XIX

Pero nos alejándonos del tema que nos ocupa. Como bien se sabe, a lo largo de la historia los cenotes han cobrado la vida de un número indeterminado de personas, y no en balde en el año de 1822 Melchor Álvarez, Mariscal de Campo del Ejército Imperial, mandó a publicar una orden que prohibía a los dueños de las casas o quintas que tuvieran estanques o cenotes que permitieran que la gente se bañe en ellos si estos tenía más de metro y medio de profundidad, y en caso de desobedecer la disposición, serían multados con 25 pesos que se donarían al hospital de la ciudad de Mérida.

En el presente, de acuerdo con una importante recopilación realizada por nuestro amigo y colega, el espeleólogo Carlos Evia, fallece en promedio alrededor de una persona al mes, y en lo personal no me cabe la menor duda que esta cifra seguirá en aumento a menos que se comiencen a aplicar normas de seguridad, mismas que se encuentran contempladas en el decreto 193/2014, que incluye el Reglamento de la Ley de Protección al Medio Ambiente del Estado de Yucatán en Materia de Cenotes, Cuevas y Grutas, expedido hace más de un año.

El documento tiene varios artículos que hasta ahora no vemos que se respeten, salvo algunas honrosas excepciones, y es cuando allá nos percatamos de nueva cuenta que el papel aguanta todo, y se pueden seguir creando leyes y decretos, ¿pero quién vigila que se cumplan? Continuará… Mi correo es [email protected] y twitter @sergiogrosjean.

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