Envejecer no significa perder dignidad
Ningún ser humano debe sentirse indigno por estar anciano, por una jubilación o por su historia personal.
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MÉRIDA, Yuc.- Platicando con los abuelos acerca de “valores humanos”, decíamos que todos, sin excepción, son necesarios para el pleno desarrollo y felicidad de la persona. Pero hay algunos valores que son imprescindibles y de gran ayuda durante el proceso de envejecimiento.
Hoy hablaremos del valor humano por excelencia: la Dignidad Humana, en clave de envejecimiento.
Primero definamos qué es la dignidad humana, en términos genéricos:
“Dignidad es el valor supremo, irrenunciable e inviolable, propio de todo ser humano, independientemente de su edad, raza o condición social; sexo, ideas políticas o religiosas”.
Todos somos dignos e importantes, por el mismo hecho de ser personas. Sentirse digno es un signo claro de salud emocional.
Ahora bien, analizando esta definición en clave de envejecimiento, descubrimos que muchas abuelas y abuelos tienen algunas ideas y sentimientos equivocados y negativos que nos hacen pensar -y sentir- que al envejecer vamos perdiendo dignidad.
Por consecuencia, estas ideas negativas nos generan sentimientos de inseguridad, de minusvalía e infelicidad en la medida en que vamos envejeciendo.
Veamos por ahora tres ideas erróneas que vienen ligadas a sentimientos negativos que nos hacen sentir indignos e infelices:
Ideas negativas de la vejez
- Idea negativa de la vejez, que la ligamos con sentimientos de tristeza y soledad.
- Idea negativa de la jubilación, ligada comúnmente a sentimientos de ociosidad, improductividad e inutilidad.
- Idea negativa de nuestra persona e historia, la cual ligamos con sentimientos de insatisfacción, incluso de fracaso y, muchas otras, con sentimientos de culpa por lo que no hicimos o por lo que hicimos mal en nuestro pasado.
En conclusión, dignidad humana en clave de envejecimiento es el valor supremo e irrenunciable del que gozan todos los adultos mayores, sin excepción, que sea como haya sido nuestro pasado y a pesar de todas las limitaciones propias de la edad, nos da la certeza de que somos valiosos e importantes, con todo derecho -y oportunidad- a seguir viviendo dignamente felices.- Antonio Alonzo Ruiz, psicólogo. [email protected].