|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

No se trata de ser ave de mal agüero, ni colosal pesimista, tampoco ver un “compló” de la “mafia en el poder”, como diría Andrés Manuel López Obrador, amo y señor de los morenos. Los hechos saltan al escenario, mejor dicho, al campo.

El caso agónico es de los Leones de Yucatán, el bien amado equipo que se armó como una especie de trabuco esta campaña, mínimo para disputar la final con el adversario de la Zona Norte de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), y que ahora está a un pasito de quedar eliminado en la región sur por unos Pericos poblanos que, la neta, distan de ser muy pe… ricos.

Los conocedores de este sensacional y apasionante deporte sostienen la clásica frase: “Así es el béisbol; te da y te quita”, pero los menos expertos y que suelen gastar sus buenos pesitos en el parque Kukulcán Alamo (qué feo nombre) en entradas, chevas, polcanes, pastelitos y chescos para toda la familia (hablamos, fácil, de mil a mil 500 varos) saben que algo pasa internamente y que la escuadra que comandó la Zona Sur durante toda la temporada ya no es la misma. ¿Qué sucedió?

Ah, pues varios factores, entre éstos, el movimiento exagerado de jugadores que se sumaron al equipo con el supuesto argumento de reforzarlo. Cierto, trajeron al ex Grandes Ligas Juan Francisco (un cuadrangular por cada 10 ponches); a los cubanos Yunieski Betancourt y Ronnier Moustelier (este último nacionalizado mexicano) con más pena que gloria; a los norteños Ricky Alvarez (más de 100 carreras producidas en la temporada, sí claro, pero casi todas ellas con Vaqueros de La Laguna, propiedad de los carnales Arellano, a la vez, dueños de las fieras) y al lanzador zurdo Edgar Osuna (más malo que la cruda); al preparador y/o cerrador Pedro Rodríguez, incapaz de sacar una entrada sin que le den de hit, y dos receptores nacionales (llegaron a tener hasta cuatro), de los cuales uno, Sebastián Valle, más o menos ha respondido.

Pero el factor principal de esta tragedia deportiva casera (hay mejores cosas en la vida por luchar y superar) fue la extraña salida de elementos clave como Jesús “Cacao” Valdez y el manejador venezolano Willy Romero. Y para rematar, la presunta división en el vestidor y el exceso de confianza, que fue advertida por los dueños del club y tratada de corregir a regañadas. Un poco tarde.

PRIMERA CAIDA.- El equipo, a un partido de ser echado vergonzantemente, no tiene alma. Anda extraviado. El manejador Juan Francisco Rodríguez está muy “Chico” para las fieras.

SEGUNDA CAIDA.- Varios de los jugadores considerados estrellas no están en pésima racha, simplemente son indolentes. Vean a Ricky Alvarez: es ponchado y le vale mother.

TERCERA CAIDA.- Se prolonga la agonía. Anoche volvió a llover en Puebla.

Lo más leído

skeleton





skeleton