Año angustiante

Se extinguió finalmente 2017 con todas sus penas, amarguras y satisfacciones, y entró con ligero aire polar 2018, no exento de sinsabores.

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Se extinguió finalmente 2017 con todas sus penas, amarguras y satisfacciones, y entró con ligero aire polar 2018, no exento de sinsabores. El año anterior, la población mexicana en general resintió los golpes cotidianos a su de por sí exigua economía familiar. Chance y a los más ricos no les afectó casi nada, pero con seguridad también observaron mermas en sus grandes capitales y eso, como quiera que sea, les dolió.

El precio del gas LP o butano, o sea, el producto que utilizan en millones de casas para cocinar los alimentos de todos los días o siquiera calentar un poco de agua para “chalearse” las partes más íntimas del cuerpo, se volvió algo oscuro e impredecible. Cada vez que determinada “jefa” o “jefe” del hogar marcaba el teléfono para solicitar el servicio y, al final, pagarlo porque no le quedaba de otra, tenía que ingerir pastillas para la presión, los nervios, la diabetes y hasta el chorrillo.

Y es que los precios ya empezaban a situarse por las nubes. El gas LP, al menos el tanque de 20 kilos, tiene un precio variable entre 390 y 400 varotes. Para uno o dos salarios mínimos que puedan cotizarse en determinadas casas, el precio resulta insultante.

La gasolina por igual. Sus tendencias a “centavear” los litros ya han dejado huella, sin querer queriendo, de 30 ó 40 centavos en menos de seis meses. Por lo tanto, el precio del litro de Magna (ni tanta) ronda los 15.60 pesos, mientras que la Premium (ni tanto) está por los 17 varos y cachito. Claro, los dizque expertos te dicen ahora que la oferta y la demanda tendrán prioridad y a buscar la estación de combustible más adecuada y con cotizaciones lo más “ligth” posibles. Al final, por cansancio, la gente retorna siempre a su gasolinera de costumbre, donde acostumbran a dar sabrosos octanajes de agua mezclados con el derivado del petróleo.

Y qué decir de la “tortía”. El kilogramo de ese tan preciado producto natural (o casi) ya está por los 18 varos, en lugar de los 16 que sacaba la banda de su bolsillo para pagar. Pero en otras tantas tortillerías, como suelen decirle popularmente, te cobran a 17 pesos el kilo, pero, si no llevas el trapito sucio de la casa, entonces por el papel te cobran de 50 centavos a un peso. De tal forma, se las dejan ir con los 18 pesos finales.

PRIMERA CAIDA.- Y eso que hablamos sólo de tres productos o artículos de la llamada canasta básica, aunque hay muchos más como las “chevas” que, discretamente, ya tienen incrementos en los históricos abrevaderos, mínimo de 5 pesos.

SEGUNDA CAIDA.- A todo esto, por supuesto, los “precandidotes” a presidentes del país, como Meade y Anaya ya andan soltando promesas incoherentes de que, en caso de ganar, la inflación acabará y todo será un paraíso.

TERCERA CAIDA.- ¿Todavía creen que somos sus pen… tontos?

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