El barco a flote

Muy dados a utilizar en sus discursos figuras retóricas, que bien empleadas ayudan a captar la atención y sorprenden por su originalidad, los políticos caen muchas veces en desatinos al emplearlas.

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Muy dados a utilizar en sus discursos figuras retóricas, que bien empleadas ayudan a captar la atención y sorprenden por su originalidad, los políticos caen muchas veces en desatinos al emplearlas. El presidente Enrique Peña Nieto ha utilizado varias metáforas marineras, como la semana pasada, al concluir sus actividades públicas anuales, dijo que 2017 fue para México un año mejor de lo esperado pues se logró “mantener el barco a flote”. Con esa declaración el presidente deja implícito que el barco (en alusión al país), estaba o está “haciendo agua”, de ahí que destaque que se mantuvo a flote, pues la principal característica de una embarcación es su flotabilidad.

El 1 de junio de 2013, Día de la Marina, cuando apenas iba levando anclas en su gobierno, Peña dijo: “Es momento de soltar amarras y conducir a México hacia el rumbo correcto (...), trabajar juntos para llevarlo al puerto de la paz (…) y de la prosperidad”. Soltar amarras es una de las maniobras más fáciles a bordo; lo difícil es cumplir la misión, retornar y atracar en puerto seguro. Durante la travesía, constantemente se pierde el rumbo, hay que corregirlo echando mano de los conocimientos de navegación, para sortear temporales y mares embravecidos que amenacen la nave, esto sólo se adquiere con muchas singladuras.

Siguiendo con las metáforas, el navío llamado México se mantiene a flote (a pesar de las decisiones del capitán y sus oficiales) gracias a la gran ayuda de fogoneros y marineros (la clase más trabajadora de un buque), pues se ha navegado en aguas turbulentas, capeando marejadas y mal tiempo, por eso no se han parado motores ni se ha dado fondo al ancla.

Los viejos marinos dicen que un comandante puede ser una fuerza del bien o del mal, pues conducir un gran barco requiere que el capitán trace bien el rumbo en la carta de navegación, mantenga el buque bien avituallado y cuide del confort y bienestar de aquéllos bajo su mando, pues una tripulación da su mejor esfuerzo en las maniobras y zafarranchos cuando está convencida de que tiene un buen líder.

Hoy, la nave sigue surcando mares tormentosos en espera de que finalice esta poco afortunada travesía, y no hay que olvidar que un buen comandante debe entregar a su relevo el buque en mejores condiciones que cuando lo recibió.

Anexo "1"

Con 2018 en el horizonte

Con mi agradecimiento por el rendezvouz semanal a través de estos Acaecimientos, deseo para usted y su familia que el próximo año naveguen siempre con la proa puesta en el horizonte, con la esperanza de que haya buena mar y mejores vientos. ¡Feliz Año Nuevo!

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