Interesante el perfil de los integrantes del propuesto gabinete del próximo presidente de México. Un equipo en el que confluyen experiencia (más de 80 años) y juventud (treintañeros); equilibrio de género (la primera mujer al mando de la Secretaría de Gobernación será la ex magistrada Olga Sánchez Cordero); todos profesionistas, la mayoría con posgrados y trayectoria académica y administrativa. De lujo, pues.

Varios nominados NO tienen experiencia política, lo que para los tiempos actuales es un importante activo, y de hecho lo deseable es que quienes asuman cargos de gobierno tengan horas de vuelo en sus respectivas profesiones o actividades, para acreditar que han trabajado, y lo digo sin ironizar, pues tengo para mí que la política debe ser vocación de servicio. Por lo pronto, los nuevos secretarios ganarán menos que los actuales, lo mismo que el titular del Ejecutivo. Y no hay que olvidar que algunas dependencias se mudarán a otras ciudades; por ejemplo, el de Hacienda despachará en Aguascalientes, la de Energía en Villahermosa, el de SCT en San Luis Potosí, la de Semarnat en Mérida y el de Turismo en Chetumal.

Aunque faltan los nombramientos de Sedena y Semar y los del llamado “gabinete ampliado”, en el equipo conformado por Andrés López Obrador también hay amigos, hijos de amigos y de políticos, así como compañeros de lucha, en su mayoría bien aceptados, incluso por politólogos y críticos de la izquierda, que ya advierten un gobierno de derecha en el próximo sexenio, quizás por los primeros acercamientos con la clase empresarial.

Demos el beneficio de la duda. Elegimos a un presidente, pero éste depende de hombres y mujeres comprometidos que hagan la tarea para aterrizar el proyecto de nación que ha planteado. Mención aparte merece el “círculo rojo” de AMLO, integrado por viejos conocidos, colmilludos, responsables de llevar a buen término la transición y comenzar a construir “un país justo que procure el desarrollo de todas las personas”.

En este sentido, tengamos buenas expectativas, como cuando esperamos un nuevo capítulo de alguna serie o la saga de un buen libro: apenas se está redactando el prólogo, faltan muchas hojas por escribir, que pueden traernos cosas interesantes, novedosas, mejores para el país. Por lo pronto, demos vuelta a la página porque no vale la pena leer el epílogo de este capítulo…

Anexo “1”

Los que faltan

En diciembre de 2017, cuando presentó a su primer bloque para el gabinete, López Obrador dio a conocer que el general Audomaro Martínez Zapata y el vicealmirante José Manuel Solano Ochoa serían sus asesores en seguridad. Expertos en temas militares descartan a ambos para encabezar la Sedena y Semar, respectivamente. De hecho, fungen como enlaces de AMLO con esas dependencias, cuyos titulares deben presentar ternas para sus relevos. Se habla que serán General y Almirante en activo, aunque las legislaciones castrenses no impiden que estén en situación de retiro.

El vicealmirante Solano Ochoa es compañero de generación en la H. Escuela Naval (1970-75) del actual secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz, aunque es probable que no sea su sucesor. Insistimos en que el más viable, o por lo menos más visible, es el almirante José Luis Vergara Ibarra, pero López Obrador puede dar la sorpresa y nombrar a un Infante de Marina, sería el primero… para hacer historia.

Por cierto, López Obrador plantea: La Guardia Nacional sustituirá el trabajo que realizan el Ejército y la Marina en varias entidades de México con graves problemas de seguridad. La figura de Guardia Nacional está contemplada constitucionalmente, aunque sí se tendría que presentar una iniciativa ante el Congreso de la Unión para reglamentarla.