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 Héctor López Ceballos/SIPSE

Sobrados son los ejemplos en los que las universidades mexicanas, como la UNAM o el IPN, se convierten en el centro de poderosos movimientos, que de una forma u otra buscan fines concretos: el 68, el 71, los de los noventas, el 2014 y los hechos recientes en la Nacional Autónoma de México. Cada uno de esos acontecimientos ha tenido constantes como los objetivos o las causas de los grupos movilizados, pero la que más merece atención para mí es la organización estudiantil.

Es notoria la diferencia entre universidades como la UNAM y el IPN y las que se encuentran en estados como Jalisco, Chihuahua o Yucatán. En las instituciones de la Ciudad de México se suele privilegiar la horizontalidad de los grupos universitarios y la práctica de la democracia directa en la toma de decisiones que afecten a la colectividad. Si bien existen las figuras de “líderes” o representantes, la asamblea suele ser el verdadero órgano rector. Es aquí donde los universitarios han desarrollado un complejo sistema de comunicación y de trabajo colaborativo. La participación de cada individuo es importante en cuanto a la colectivización de las decisiones, lo que, una vez vencido el debate, resulta en un grupo con un fuerte sentido de pertenencia y responsabilidad.

En cambio, las instituciones del interior del país, con algunas excepciones, suelen privilegiar las organizaciones de tipo sindical, en la que todo gira en torno a un individuo no siempre electo en las urnas. La democracia directa suele estar ausente de estos grupos, dejando la toma de decisiones al arbitrio de un “líder” o de una estructura jerarquizada. Esto genera, naturalmente, un desapego de los estudiantes de sus objetivos colectivos, privilegiando el individualismo y causando una falta de responsabilidad para alcanzar metas comunes.

En ambos casos no solo la fuerza de los grupos estudiantiles, los intereses y la efectividad en la consecución de objetivos resultan diferentes, sino también el tipo de estudiante que se es y la forma en que cada uno ejercerá su ciudadanía. La universidad define a los futuros gobernantes y gobernados no solo a través de las aulas. ¿Qué tipo de ciudadanos quieren ser los estudiantes cuando ya no lo sean?

Extra: el gobierno de la cuarta transformación nos ha dejado perplejos con su efectividad y eficiencia; le bastó menos de una semana para demostrar que es suficiente con cambiar de opinión para repetir una votación, el mismo día o el siguiente, y dejar las cosas exactamente como estaban.

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