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Cincuenta años han pasado desde que el Estado Mexicano, encabezado en el año de 1968 por Gustavo Díaz Ordaz en la Presidencia y Luis Echeverría en la Secretaría de Gobernación, ordenó que fuerzas paramilitares -el infame batallón Olimpia- dispararan sobre miles de estudiantes reunidos en la Plaza de las Tres Culturas. “La Matanza de Tlatelolco” fue la máxima expresión de autoritarismo, represión e intolerancia de un México que hasta el día de hoy no acaba de morir, para dar paso a la nación democrática que tampoco acaba de nacer.

La libre manifestación de las ideas, la organización popular y los movimientos colectivos han sido históricamente las herramientas más comunes de la sociedad civil para alcanzar sus objetivos. La historia nos demuestra que la mayor parte de los derechos conquistados por las sociedades no son producto de la voluntad del Estado, sino de largos y complejos procesos que en más de una ocasión han supuesto movilizaciones, marchas, protestas y huelgas. La jornada laboral de ocho horas, vacaciones anuales, aguinaldo, el derecho a la educación gratuita, la seguridad social, la libertad de expresión, los derechos políticos y hasta los religiosos son apenas algunos ejemplos de lo obtenido a través de los movimientos sociales.

Es por ello que resulta inconcebible que un gobierno reaccione con violencia, so pretexto de estar legitimado para el uso de la fuerza, ante las manifestaciones pacíficas, como ocurrió cinco décadas atrás en contra de los estudiantes que exigían la democratización del país, de los medios de comunicación y una mejora en la calidad educativa, pero también como ocurrió con los pobladores torturados y las mujeres violadas de San Salvador Atenco, como ocurrió con los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa o como ocurre hoy día con las comunidades indígenas a lo largo y ancho del país, que sufren de la represión del Estado cuando intentan defender sus derechos. Los tiempos y los protagonistas cambian, pero todas son caras de la misma moneda. Sí, Tlatelolco es el símbolo histórico, la consigna nacional de hechos que no deben repetirse jamás, pero también es el fantasma del pasado que nos recuerda que hay todavía otras luchas y otros derechos, propios o ajenos, que nos falta conquistar. ¡Dos de octubre no se olvida!

Extra: por fin se logró un acuerdo entre México, Estados Unidos y Canadá para actualizar el TLCAN que resulta más equitativo para todas las partes. Lo que seguiría es la firma y la ratificación por los Congresos.

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