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Rodrigo Us/SIPSE

Mérida, Yuc.- Muchas personas en la actualidad determinan el éxito o fracaso de los proyectos que emprenden con base en los resultados financieros que éstos aportan; cuando menciono proyectos, no necesariamente me refiero al ámbito financiero o a crear una empresa.

Los proyectos pueden ser diversos, para mencionar algunos: estudiar una carrera o posgrado, incursionar en una asociación civil, tomar un curso, crear una empresa, actualizarse profesionalmente, tomar un curso de motivación, adquirir un equipo, maquinaria o vehículo, etc.

Es importante identificar que detrás de cada proyecto emprendido existe una inversión que no necesariamente se finca en el dinero; en ocasiones la inversión es de tiempo, conocimientos, habilidades, que tienen un costo de oportunidad. Indudablemente cualquiera que sea el proyecto, lo queremos aterrizar en términos monetarios.

Lo anterior es totalmente comprensible si asimilamos la inversión como una sacrificio o privación de algo en el presente con la finalidad de obtener beneficios futuros. Y cuando mencionamos beneficios futuros, por lo general se piensa en términos cuantitativos. En los proyectos se triunfa, pero también se pierde. En este segundo escenario es en el cual debe ocuparse un tiempo para la reflexión y el acomodo de ideas.
Todos los proyectos con resultados negativos nos dejan grandes ganancias y áreas de oportunidad. En este punto, debemos considerar la existencia de los factores cualitativos de las cosas y hacer a un lado los cuantitativos.

Cuando se obtienen resultados negativos, siempre llevamos sobre la espalda una pesada mochila de errores, hubieras y aprendizajes que sin duda el inversionista puede traducir en resultados positivos para un segundo o tercer intento.

Aun en ese escenario se adquirieron conocimientos, amistades, carteras de clientes, proveedores, estrategias, etc., que indudablemente serán la base para intentarlo de nuevo. Hay que entender que en la esencia de la derrota se encuentra la base del éxito, pues se nos presenta la oportunidad de crecernos al castigo y demostrar realmente de qué estamos hechos. En esta instancia es donde se PIERDE PERO SE GANA.

Muchas misiones o empresas no cuajan en el primer intento; pero se debe tener perseverancia, estrategia y humildad para aceptar las causas y puntos de quebranto en nuestros proyectos. Darnos un espacio para la reorganización y el nuevo embate. Recordemos a Hernán Cortés y su famosa “Noche Triste”: muchas veces quemar todas las naves nos obliga a seguir adelante. ¡Inversionistas, intentémoslo de nuevo!

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