Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus mocasines.- Proverbio sioux

Para practicar la empatía, antes que nada tenemos que reconocer y aceptar las diferencias entre un ser humano y otro. Hay que dejar a un lado nuestro propio marco de referencia para penetrar en el de la otra persona.

En el esfuerzo para desarrollar la capacidad de brindar empatía hay que poner atención a lo que el otro dice, pero es mucho más importante captar las señales que no se verbalizan como: la expresión facial, inflexiones de la voz, pausas y lenguaje corporal. Generalmente cuando escuchamos sólo las palabras, se pierde la verdadera comunicación. Hay que tomar en cuenta que las palabras no siempre significan lo mismo para diferentes personas.

También perjudica el hecho de que las personas pensamos más rápido de lo que somos capaces de hablar y al escuchar al otro caemos en la tentación de llegar a conclusiones propias antes de que la otra persona termine de expresarse. Esto es parte de la fijación en nosotros mismos, pues tenemos la tendencia a relacionar lo que escuchamos con nuestras propias experiencias y sentimientos.

Al escuchar a alguien con empatía hay que concentrarse en la persona que habla. Muchas veces las personas sólo queremos que se nos escuche. En realidad estamos intentando hacer contacto con otro ser humano. Hay muchas intenciones para querer ponerse en contacto con alguien. A veces necesitamos hablar para aclararnos alguna situación, o para tomar alguna decisión importante en la vida. No estamos pidiendo consejo, ni opinión, sólo que se nos escuche.

A veces lo que únicamente se quiere es la compañía y plática discreta con otra persona, invitándola a entrar en nuestro mundo para decirle quién soy y cómo me siento. La empatía es ingrediente indispensable en el arte de amar.
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.