Desapego emocional en amor
No es fácil soltarse cuando estamos acostumbrados y apegados a “algo” o a alguien que nos da placer.
Cuando estamos juntos es ¡maravilloso! Y cuando no, la vida sigue siendo ¡maravillosa!- Anónimo
Prescindir del vínculo de apego y dejar de ser prisioner@s de lo que nos encadena es maravilloso. Sin embargo, cuando uno es dependiente, sólo pensar en desapegarse aterra y desespera.
No es fácil soltarse cuando estamos acostumbrados y apegados a “algo” o a alguien que nos da placer. Para esto es imprescindible encontrar con la inteligencia razones que nos convenzan y estrategias que nos ayuden al desprendimiento. No significa alejarnos siempre de lo que queremos, sino movernos dentro de los límites de ciertos principios como: “Si logro vivir sin ti, habrás perdido todo poder sobre mí y seré libre en consecuencia y tú también”.
Desapegarse emocionalmente cuesta, porque, no recibir la dosis diaria de las adicciones preferidas, nos descompensa y altera. La curación de las dependencias es paradójica: “sufrir para dejar de sufrir”. Hay dolor, pero es curativo. Duele porque el organismo y/o los afectos están habituados a ciertos estímulos y respuestas. Hay un condicionamiento…
Los apegos molestan y amargan la vida. Casi siempre son sencillos, de la vida diaria. Cuando la dosis de apego, químico o psicológico, se repite una y otra vez, el cerebro se habitúa y quiere más. Ej.: “te gusta alguien, te acostumbras a él/ella y tu cerebro pide más de lo mismo, ya no te basta estar algunas horas con la persona, la quieres pegada a ti y para siempre”.
Anhelamos que la relación sea “permanente, predecible, controlable” y como eso no existe, provoca ansiedad y, aún así, continuamos alimentando falsas esperanzas y metas inalcanzables. Algunas veces la añoranza nos invade y desequilibra deseando lo que ya no existe, lo que ya pasó. Añoramos obsesivamente personas, cosas y situaciones.
Saludable es aceptar lo que es real y dejar ir lo imposible, como la eterna juventud o el apego a la belleza. El tiempo es implacable y es inútil ocultar lo natural y evidente. La aceptación trae consigo lo adaptativo y funcional. Se conserva la autoestima con lo que es y no como se quisiera que fuera, sin apegos despiadados y, además, bastante tontos y patéticos.
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.