Desapego emocional en amor

No es fácil soltarse cuando estamos acostumbrados y apegados a “algo” o a alguien que nos da placer.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Cuando estamos juntos es ¡maravilloso! Y cuando no, la vida sigue siendo ¡maravillosa!- Anónimo

Prescindir del vínculo de apego y dejar de ser prisioner@s de lo que nos encadena es maravilloso. Sin embargo, cuando uno es dependiente, sólo pensar en desapegarse aterra y desespera.

No es fácil soltarse cuando estamos acostumbrados y apegados a “algo” o a alguien que nos da placer. Para esto es imprescindible encontrar con la inteligencia razones que nos convenzan y estrategias que nos ayuden al desprendimiento. No significa alejarnos siempre de lo que queremos, sino movernos dentro de los límites de ciertos principios como: “Si logro vivir sin ti, habrás perdido todo poder sobre mí y seré libre en consecuencia y tú también”.

Desapegarse emocionalmente cuesta, porque, no recibir la dosis diaria de las adicciones preferidas, nos descompensa y altera. La curación de las dependencias es paradójica: “sufrir para dejar de sufrir”. Hay dolor, pero es curativo. Duele porque el organismo y/o los afectos están habituados a ciertos estímulos y respuestas. Hay un condicionamiento…

Los apegos molestan y amargan la vida. Casi siempre son sencillos, de la vida diaria. Cuando la dosis de apego, químico o psicológico, se repite una y otra vez, el cerebro se habitúa y quiere más. Ej.: “te gusta alguien, te acostumbras a él/ella y tu cerebro pide más de lo mismo, ya no te basta estar algunas horas con la persona, la quieres pegada a ti y para siempre”.

Anhelamos que la relación sea “permanente, predecible, controlable” y como eso no existe, provoca ansiedad y, aún así, continuamos alimentando falsas esperanzas y metas inalcanzables. Algunas veces la añoranza nos invade y desequilibra deseando lo que ya no existe, lo que ya pasó. Añoramos obsesivamente personas, cosas y situaciones.

Saludable es aceptar lo que es real y dejar ir lo imposible, como la eterna juventud o el apego a la belleza. El tiempo es implacable y es inútil ocultar lo natural y evidente. La aceptación trae consigo lo adaptativo y funcional. Se conserva la autoestima con lo que es y no como se quisiera que fuera, sin apegos despiadados y, además, bastante tontos y patéticos.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

Lo más leído

skeleton





skeleton