Cautivos por propia decisión

El hombre cautivo, anhela salir de su prisión y al mismo tiempo tiene mucho miedo a salir de ella.- Víctor Frankl, psiquiatra

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El hombre cautivo, anhela salir de su prisión y al mismo tiempo tiene mucho miedo a salir de ella.- Víctor Frankl, psiquiatra

Existen distintos niveles de comunicación en los que las personas nos relacionamos. Para entender estos niveles, imaginemos a una persona encerrada en una prisión. Es el ser humano, empujado por una necesidad interior a salir hacia los demás y, sin embargo, temeroso de hacerlo.

Ese prisionero puede ser alguno de nosotros que ha estado en su propia cárcel por mucho tiempo aunque, irónicamente, las rejas de hierro no están cerradas. Podemos salir de nuestra prisión, pero le tememos a los posibles “peligros” del exterior. Estar encerrados voluntariamente da cierta seguridad, pero la oscuridad de la prisión impide vernos claramente sin siquiera saber cómo somos a la luz del día y tampoco saber cómo nos acogerá el mundo que está más allá de las rejas así como las personas que vemos ir y venir ahí afuera.

Estamos fragmentados entre la necesidad, casi desesperada, de salir al mundo, hacia las personas y, al mismo tiempo, sentimos un miedo, casi desesperado, del riesgo al rechazo si salimos al exterior.

La persona encerrada en sí misma nos recuerda lo que el Dr. Víctor Frankl nos comparte acerca de sus compañeros prisioneros en el campo de concentración nazi en Dacha.

Todos anhelaban desesperadamente su libertad y, cuando fueron liberados, algunos de ellos salieron a la luz del día, parpadearon nerviosamente y silenciosamente se regresaron a sus oscuras barracas con las que se habían familiarizado por tanto tiempo.

Algo parecido se puede experimentar en algún momento de la vida durante el proceso de convertirnos en personas. Muchas responden débilmente a la necesidad de salir al encuentro de los demás y del mundo, porque se sienten incómodas al exponerse ante los otros y al mundo desconocido; otras solamente simulan salir y hay unas más que encuentran la fuerza y el valor suficientes para llegar a la libertad.

¡Vale la pena vivir en libertad!

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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