Ser y dejar ser...

Reconocerme es darme cuenta de que “soy quien soy”. Aceptar “lo que soy” en lugar de querer “lo que debiera ser”.

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Cuando renunciamos a querer cambiar a las otras personas, recuperamos la paz.- Anónimo

Reconocerme es darme cuenta de que “soy quien soy”. Aceptar “lo que soy” en lugar de querer “lo que debiera ser”. Aceptar en libertad, es decir sí a lo que es y a lo que no es, es decirle sí a la vida, a lo que me pasó y me pasa, es decir sí a mí mism@, mi historia, a mis padres, a los otros, vibrar con la tierra y con el mundo. Cuando decimos sí, encontramos la serenidad y la fuerza, amamos y admiramos todo tal y como es.

Podemos no entender, no comprender, no avalar, no compartir con el otro, pero no tenemos derecho a pedirle que cambie, que se modifique, que sea como uno quiere que sea.Entonces, así la relación es armoniosa. ¡Te acepto! Aunque puedo rechazar alguna conducta tuya, que no avalo, ni comparto pero acepto tu singularidad y tu humanidad.

Cuando no le exigimos a otra persona que se modifique, que sea diferente y la aceptamos como es, aunque no estemos de acuerdo con ella, la estamos respetando. Cuando tratamos de negar o de escapar de lo que es hacia lo que no es, comienzan el conflicto y el sufrimiento.

Pensemos: el conflicto no es algo que nos sucede y que no podemos saber de dónde viene. Surge de nuestras posturas y esquemas mentales, influyendo en nuestras percepciones y maneras de relacionarnos.

Cuando miramos y observamos lo que realmente somos y pensamos, integrando lo positivo y lo negativo, lo fuerte y lo débil, etc. de nuestro ser, podemos reconocernos. Es el punto de partida de todo proceso de crecimiento, a través de acciones que nos llevan a ser mejores personas.

Conclusión: muchas de las raíces de nuestros conflictos y sufrimientos se encuentran en la no aceptación de “lo que es”, aferrándonos a lo que “debería ser” y al idealizar o fantasear, nuestra mente ve la realidad fragmentada, resistiéndose a aceptar lo auténtico.

Apoyarnos en la verdad nos fortalece y libera.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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